Mateo:
Las parábolas
Lo que llama la atención de este evangelio, a simple
vista, es la gran cantidad de discursos, parábolas y enseñanzas. Jesús habla
como un Maestro que tiene autoridad: “… pero yo os digo…”
En Mateo se pueden distinguir cinco grandes secciones en
las que se recogen las enseñanzas del Maestro. Las cinco tienen que ver con el
anhelado “reinado de los cielos”. Son las siguientes: 1º, el sermón del monte
(5-7); la 2º, Instrucciones a los enviados del “reino” (10); la 3º, las
parábolas del “reino” (13); la 4º, la reconciliación en el “reino” (18); la 5º,
la venida del rey definitivo y absoluto (24-25).
Es innegable, por tanto, el interés de Mateo por la
doctrina de Jesús; pero como sucede con el resto de los evangelistas, su centro
es la persona concreta e histórica de Jesús, contemplada desde la fe. La
doctrina, por tanto, nace de una historia, no de un mito. Su único maestro es
Jesús, y la primera intención del evangelista es mostrarnos lo que significan
para nuestra salvación los hechos y los dichos del Señor.
Parábolas según San Mateo
- El adversario y el juez - 5,25-26
- Las dos casas - 7,24-27
- Paño y odres nuevos - 9,16-17
- Los muchachos en la plaza - 11,16-19
- Retorno del espíritu inmundo - 12, 43-45
- El sembrador - 13,3-9
- Trigo y cizaña - 13,24-30
- El grano de mostaza - 13,31-32
- La levadura - 13,33
- El tesoro escondido - 13,44
- La perla - 13,45-46
- La red - 13,47-50
- La oveja perdida - 18,12-14
- El deudor sin piedad - 18,23-35
- Obreros de la hora undécima - 20,1-16
- Los dos hijos - 21,28-32
- Los viñadores homicidas - 21,33-44
- Invitación al banquete - 22,2-14
- Lección de la higuera - 24,32-33
- El amo vigilante - 24,43-44
- El siervo fiel - 24,45-51
- Las diez vírgenes - 25,1-13
- Los talentos - 25,14-30
¿Por
qué hablas a la gente por medio de parábolas?
Él les contestó: - A vosotros,
Dios os permite conocer los secretos del su Reino, pero a ellos no. Pues al que
tiene se le dará y le sobrará.
(Mt 13, 10-12)
“Claves”
para lectura de Mateo
Prólogo (1-2)
Presentación de la persona del Señor Jesús
como el Mesías esperado. Los relatos de su infancia recogen escenas y datos que
revelan su ministerio, dando cumplimiento al mismo tiempo a lo profetizado en
el Antiguo Testamento.
Es el momento (3-4)
En el bautismo, Jesús es
“consagrado” para su misión de obediencia a favor de los hombres: “Este es mi
Hijo, el predilecto” (3,17). El pasaje de las tentaciones descarta el
mesianismo político – religioso. Jesús
da comienzo a su predicación sobre el reinado de Dios y se rodea de algunos
discípulos que él mismo elige y llama. “Jesús recorría toda Galilea, enseñando
en las sinagogas; anunciaba la buena noticia del reino y curaba las
enfermedades y las dolencias del pueblo” (4,23)
Desde el monte (5-7)
En su inicio nos encontramos con
las “bienaventuranzas”; éstas son como na mística superación de la ley, son sal
y luz sobre el candelero, pero no niegan la Ley mosáica: “no he venido a
abolirla sino a darle cumplimiento” (5,17). Y como los fariseos ponían un gran
énfasis en la oración vocal, ayunos y limosnas, Jesús cuida en resaltar lo que
les da su sentido religioso básico y fundamental. Se ha de construir sobre
roca, no sobre arena, al estilo de no pocos fariseos hipócritas.
“Signos” de su reinado (8-9)
“Así se cumplió lo que dice
el profeta Isaías. El tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades”
(8,17). Aparece el dominio de Jesús sobre las fuerzas del mal: sobre la
tempestad en el mar, los demonios inmundos, las enfermedades símbolos de
pecado, al menos en aquel entonces. Actuaba con autoridad y con un poder
eficaz.
Instrucciones (10)
Sus discípulos han de anunciar una
salvación ya presente, con sencillez y prudencia. La persecución suele
acompañar a la misión, pero no hay que dejarse llevar del miedo. Y la
persecución puede venir, porque la fe en Jesús a veces es causa de separación y
ruptura. Pero el que predica la palabra de Dios tendrá recompensa de “profeta”,
es decir, de embajador de Dios, como un enviado suyo.
Dudas y rechazos (11-12)
“Eres tú el que tenía que venir,
o hemos de esperar a otro?” (11,3) Es la pregunta que le hacen los discípulos
de Juan el Bautista. Después de hacer un elogio elocuente del precursor, Jesús
censura la falta de fe de los judíos. Y destaca que sólo los “pequeños”
accederán al reino. Surge la controversia sobre lo que está permitido hacer en “sábado”.
Los fariseos entonces interpretan que su poder de curación es un poder
diabólico, no de Dios. Jesús les replica que ellos pertenecen a una generación “perversa”.
Parábolas del reino (13)
Las parábolas que se recogen en
este importante capítulo son siete. Hay gente que cree y confía, y gente que no
cree no confía en él. Quienes creen en su persona están llamados al reino de
Dios. Sus discípulos ya a comprender y a tener fe en él.
¿Quién es éste? (14,1-16,20)
Como continuación de estas
parábolas (siete) viene el relato de una serie de milagros y la controversia con
los fariseos y escribas. Esta tensión termina por desembocar en la pregunta
sustancial a sus discípulos: “Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (16,15).
A la impulsiva respuesta de Pedro, sigue la afirmación de Jesús: “Tú eres
Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y el poder del abismo no la
vencerá” (16,18).
Iglesia peregrina (16, 21-20, 34)
Ya Jesús anuncia su
pasión y también su resurrección particularmente en el pasaje de la “transfiguración”.
Da instrucciones a sus discípulos de cómo han de comportarse en la Iglesia. En
su marcha hacia Jerusalén les instruye sobre el matrimonio, las riquezas y el
desprendimiento; incluso se habla sobre la actitud ante una recompensa, y el
mérito propio de su trabajo como misioneros y embajadores suyos. “Si alguno de
vosotros quiere ser grande, deberá ponerse al servicio de los demás” (20,26).
Como unos peregrinos y como unos servidores.
Jerusalén le espera (21-23)
Tanto las parábolas como las
preguntas que le hacen con el ánimo de acusarle culminan con una serie de siete
“ayes” contra aquellos dirigentes espirituales de Israel. No extraña que este
capítulo 23 termine con una “lamentación” sobre la ciudad santa.
La venida última (24-25)
Se anuncia la venida definitiva
de Jesucristo como Señor de todas las cosas. El estilo literario de a narración
pertenece al género apocalíptico. La actitud de los cristianos ha de ser de
vigilancia y de laboriosidad (parábola de los “talentos”), aunque siempre como “siervos
inútiles”. Se nos juzgará a todos “en el amor”, por nuestra capacidad de amar
de forma desinteresada, al estilo de Dios que es padre, y padre misericordioso.
El amor a los demás es su estilo.
Pasión y muerte (26-27)
Llega la pascua judía y Jesús es
entregado y condenado a muerte de cruz. El pueblo judío, por medio de sus jefes
rechazó al nuevo liberador: “¡Qué su sangre caiga sobre nosotros y sobre
nuestros hijos!” (27,25)
Epílogo (28)
Anuncio de la resurrección, y de la misión
universal de la Iglesia en comunión con este Jesús ya resucitado y viviente
junto al Padre. “Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el
final de este mundo” (v. 20).
Haced
discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo, enseñándolas a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed
que yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de este mundo. (Mt 28,19-20)
...
Agradecemos al P. Fernando Martínez, S.J. por su colaboración.
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