Papa en encuentro con los voluntarios de la XXVI JMJ Madrid 2011

VIAJE APOSTÓLICO A MADRID
CON OCASIÓN DE LA XXVI JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
18-21 DE AGOSTO DE 2011



ENCUENTRO CON LOS VOLUNTARIOS DE LA XXVI JMJ

DISCURSO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Pabellón 9 de la Feria de Madrid-IFEMA
Domingo 21 de agosto de 2011

Queridos voluntarios

Al concluir los actos de esta inolvidable Jornada Mundial de la Juventud, he querido detenerme aquí, antes de regresar a Roma, para daros las gracias muy vivamente por vuestro inestimable servicio. Es un deber de justicia y una necesidad del corazón. Deber de justicia, porque, gracias a vuestra colaboración, los jóvenes peregrinos han podido encontrar una amable acogida y una ayuda en todas sus necesidades. Con vuestro servicio habéis dado a la Jornada Mundial el rostro de la amabilidad, la simpatía y la entrega a los demás.

Mi gratitud es también una necesidad del corazón, porque no solo habéis estado atentos a los peregrinos, sino también al Papa, a mi. En todos los actos en los que he participado, allí estabais vosotros: unos visiblemente y otros en un segundo plano, haciendo posible el orden requerido para que todo fuera bien. No puedo tampoco olvidar el esfuerzo de la preparación de estos días. Cuántos sacrificios, cuánto cariño. Todos, cada uno como sabía y podía, puntada a puntada, habéis ido tejiendo con vuestro trabajo y oración el maravillo cuadro multicolor de esta Jornada. Muchas gracias por vuestra dedicación. Os agradezco este gesto entrañable de amor.

Muchos de vosotros habéis debido renunciar a participar de un modo directo en los actos, al tener que ocuparos de otras tareas de la organización. Sin embargo, esa renuncia ha sido un modo hermoso y evangélico de participar en la Jornada: el de la entrega a los demás de la que habla Jesús. En cierto sentido, habéis hecho realidad las palabras del Señor: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35). Tengo la certeza de que esta experiencia como voluntarios os ha enriquecido a todos en vuestra vida cristiana, que es fundamentalmente un servicio de amor. El Señor trasformará vuestro cansancio acumulado, las preocupaciones y el agobio de muchos momentos en frutos de virtudes cristianas: paciencia, mansedumbre, alegría en el darse a los demás, disponibilidad para cumplir la voluntad de Dios. Amar es servir y el servicio acrecienta el amor. Pienso que es este uno de los frutos más bellos de vuestra contribución a la Jornada Mundial de la Juventud. Pero esta cosecha no la recogéis solo vosotros, sino la Iglesia entera que, como misterio de comunión, se enriquece con la aportación de cada uno de sus miembros.

Al volver ahora a vuestra vida ordinaria, os animo a que guardéis en vuestro corazón esta gozosa experiencia y a que crezcáis cada día más en la entrega de vosotros mismos a Dios y a los hombres. Es posible que en muchos de vosotros se haya despertado tímida o poderosamente una pregunta muy sencilla: ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Cuál es su designio sobre mi vida? ¿Me llama Cristo a seguirlo más de cerca? ¿No podría yo gastar mi vida entera en la misión de anunciar al mundo la grandeza de su amor a través del sacerdocio, la vida consagrada o el matrimonio? Si ha surgido esa inquietud, dejaos llevar por el Señor y ofreceos como voluntarios al servicio de Aquel que «no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10,45). Vuestra vida alcanzará una plenitud insospechada. Quizás alguno esté pensando: el Papa ha venido a darnos las gracias y se va pidiendo. Sí, así es. Ésta es la misión del Papa, Sucesor de Pedro. Y no olvidéis que Pedro, en su primera carta, recuerda a los cristianos el precio con que han sido rescatados: el de la sangre de Cristo (cf. 1P 1, 18-19). Quien valora su vida desde esta perspectiva sabe que al amor de Cristo solo se puede responder con amor, y eso es lo que os pide el Papa en esta despedida: que respondáis con amor a quien por amor se ha entregado por vosotros. Gracias de nuevo y que Dios vaya siempre con vosotros.

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Palabras de voluntario y la voluntaria en el encuentro de Benedicto XVI con voñuntarios JMJ


Saludo del Voluntario

Querido Santo Padre, me llamo Javier Reyes, tengo 25 años, soy maestro y un voluntario de la JMJ de Madrid.

Quiero darle las gracias en nombre de todos los que hemos trabajado para que los jóvenes pudiéramos vivir esta maravillosa experiencia y fiesta de fe.

Santidad, cuando convocó a todos los jóvenes del mundo a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid una gran ilusión y esperanza nos llenó a todos. Nuestro Cardenal Arzobispo de Madrid, nos llamó a todos para que fuésemos voluntarios con un claro objetivo que quienes viniesen aquí, a nuestra ciudad, disfrutasen, se sintiesen acogidos, queridos, se encontrasen y descubriesen a Dios. La respuesta a su llamada la ve, Santo Padre, aquí. Somos 22.500 voluntarios que pertenecemos a parroquias, colegios, asociaciones y movimientos de la Iglesia. A los voluntarios de Madrid se han unido voluntarios de España y de otras naciones. Todos servidores en la Iglesia.

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Santo Padre, gracias por confiar en nosotros, los jóvenes. Tenemos ganas de trabajar y aprender y la Iglesia nos regala esta oportunidad. Santidad, su testimonio de entrega, manifestado en este viaje apostólico a Madrid, ha sido un ejemplo para toda la juventud.

Nos queda otra gran tarea: seguir creciendo como Iglesia, como personas arraigadas en Cristo y protegidos por nuestra Madre la Virgen María, para ser testigos de Jesucristo.

¡Gracias de nuevo, Santo Padre, por estar a nuestro lado, por confiar en nosotros y por tenernos siempre presentes en sus oraciones. Vuelva siempre que quiera a esta su casa, de puertas abiertas. Gracias, gracias, gracias.

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Encuentro con los Voluntarios

Saludo de la Voluntaria

Querido Santo Padre,

Me llamo Giselle Azevedo, tengo 28 años, soy brasileña, de Río de Janeiro.

He sido voluntaria de la Jornada Mundial de la Juventud 2011 en Madrid, por gratitud... Participé en la Jornada de Colonia y me impresionó ver la valentía de aquella multitud de jóvenes al expresar su fe. El silencio y el entusiasmo con que escuchaban sus palabras. Esta Jornada me confirmó que “la Iglesia está viva y es joven”, que la Iglesia era mi lugar y que para ella quería vivir, dando lo mejor: mi juventud, mis dones, mi tiempo… mi vida. Por eso, soy misionera y me he comprometido a llevar a Dios donde haga falta, a evangelizar con valentía, a dar testimonio con mi vida de que "Cristo no quita nada, lo da todo"…

Sé que todos los voluntarios internacionales comparten conmigo esta experiencia del encuentro con Dios y con la Iglesia y por eso han dejado sus países, han dado su tiempo, lo mejor de ellos para servirla y poder ayudar a que jóvenes de todo el mundo tengan la experiencia más increíble de la vida: el encuentro personal con Cristo.

Hemos recibido mucho más de lo que lo hemos dado. Hemos podido maravillarnos con el misterio de la universalidad de la Iglesia. Jóvenes de todo el mundo unidos por una única persona: Jesucristo.

Santo Padre, muito obrigada por ter escolhido Brasil para a celebração da próxima Jornada Mundial da Juventude.

Nós, jovens brasileiros, estamos muito felizes por acolher todos os jovens em nosso país. A alegria e a religiosidade próprias do nosso povo serão fortalecidas e animadas por esta grande festa da fé. Desde já, conte com as nossas orações, lhe colocamos sob a protecção amorosa de Nossa Senhora Aparecida, Padroeira do Brasil. Querido Santo Padre, é com muita alegria que os brasileiros lhe esperam para a Jornada Mundial da Juventude 2013 no Brasil! ¡le esperamos!




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