2. ¿CÓMO PREPARO MI ORACIÓN?
Para poder entrar en la oración debo acudir a los elementos de la oración: silencio, disponer el cuerpo, la postura, el lugar, el tiempo y la materia de oración.
El Silencio
El silencio es un elemento importante más que un requisito o norma para la oración. No nos referimos únicamente a la ausencia de ruido o al hablar en voz baja, nos referimos básicamente a la disponibilidad de nuestros sentidos para percibir los lenguajes de Dios, para escuchar a Dios. Podemos mencionar dos tipos de silencio, el silencio exterior proveniente de nuestros sentidos corporales y el silencio interior conformado por nuestros sentidos espirituales; ambos son importantes para nuestra disponibilidad en la oración. ¿Cómo conocer la voz de Dios? Se trata de aprender a “hacer silencio”, que mis voces y las de mi mundo (exterior e interior) callen o bajen para poder escuchar a Dios.
El silencio exterior
Algunas personas buscan este silencio cuando se “retiran” a algunos lugares para llevar a cabo una jornada de oración. Ese retirarse es una manera de bajar el volumen de los distintos sonidos, ruidos y voces del exterior, es básicamente poner las condiciones para que mi escucha no sea perturbada por factores externos. Para algunos pasa a su vez, por hacer un silencio real de la propia voz y de los que lo acompañan. No es sólo alejarse de lugares o ambientes ruidosos, sino también controlar nuestra misma capacidad de hacer bulla. ¿Qué pasa con aquellos que buscan básicamente su oración en las circunstancias cotidianas de su vida, en medio de la rutina, del trabajo, de la familia? En esos casos, se aplica un silencio mínimo, y se trata de algún momento durante el día en donde podamos encontrar un espacio de silencio (una habitación, un parque, la parroquia, la capilla, etc.) Esto exige una mayor creatividad, pero no quita lo esencial que es un mínimo bajar el volumen normal de nuestra vida corriente.
Jesús en su experiencia de oración, se retiraba a lugares silenciosos, no eran tan extremadamente lejanos como se suele hacer hoy en día, pero eran lugares privados de las distracciones cotidianas o casuales (Mt 6,5-8)
El silencio interior
No basta sólo el silencio exterior para crear las condiciones de un encuentro con el Señor. Podemos encontrarnos en bellos y grandiosos templos de oración, totalmente protegidos de los ruidos y en donde la gente hace un silencio sumamente respetuoso, pero aún así nos encontraremos con ciertas dificultades interiores para escuchar al Señor. Y es que así como en el ambiente existen una serie de ruidos, sonidos y voces que llenan nuestros sentidos corporales, existen también una serie de voces, ruidos y resonancias interiores que nos impiden disponer nuestro oído espiritual para encontrarnos con la voz de Dios.
El silencio interior puede ser entendido como concentración, como tranquilidad, como actitud de recogimiento Pero lo que más define ese tipo tan especial de silencio es la sintonía de encontrarse acompañado y disponible para vivir un encuentro con el Señor. Si decíamos que el silencio exterior nos permitía bajar el volumen para escuchar a Dios, el silencio interior nos permitirá sintonizar la frecuencia para esa escucha.
El Cuerpo y la Postura
El cuerpo es el hábitat de Dios, ello le convierte en un medio que nos permite amar y mostrar nuestra disposición a encontrarnos con Él. No sólo oramos con la imaginación o el pensamiento, oramos con el cuerpo y ello puede disponernos o indisponernos para la oración.
La postura corporal es indicadora de nuestra actitud en la oración. En la vida cotidiana encontraremos que existen posturas corporales que revelan un cansancio o incomodidad frente a diversas situaciones. Al contrario existen posturas corporales que trasmiten vitalidad, buena salud o buena disposición. En ese sentido utilizamos las posturas del cuerpo para comunicar sentimientos de arrepentimiento, de gratitud, de alabanza. Por supuesto, queda la interrogante de que si uno hace muchos gestos o movimientos es por llamar la atención de los que nos podrían observar; lo importante, como lo afirma Jesús, son las intenciones del corazón que está detrás de cada gesto.
Si la postura nos ayuda a disponernos, en ese sentido, ya no es sólo un medio de comunicación, sino también se convierte en medio que dispone todo el cuerpo hacia la oración. Cuando pensemos en una postura para nuestra oración, tengamos también, presente la pregunta de Anthony de Mello “¿así estaría delante de Dios que me llama o de Jesús Resucitado queme m invita a seguirlo? (Anthony de Mello SJ, Contacto con Dios, pág. 214, 1995)
El Lugar
El lugar de la oración es el lugar de la fiesta, es la tierra sagrada de nuestro encuentro con el Señor. Ese espacio debe ofrecernos comodidad e inspiración de acuerdo al momento que uno va a vivir.
Hay que tener en cuenta que Dios nos puede salir al encuentro en cualquier lugar. El espacio nos permite afinar el sentido. Incluso nuestros espacios de oración pueden salir de los patrones clásicos, pueden ser un rincón del lugar o ciudad donde vivimos, un sitio que nos es muy grato puede convertirse en nuestro templo de encuentro con Dios.
El Tiempo
La oración así como ocupa un espacio, ocupa un tiempo. La oración es semejante a la relación con personas concretas a las que es necesario dedicar tiempos que sean ricos en calidad y suficientes en cantidad; tiempos reales que nos permitan cultivar una relación, hacerla crecer y abrirse a nuevas dimensiones. Esto es necesario aplicarlo también a nuestra relación con Dios.
Finalmente recordemos que los tiempos de nuestra oración, sean extensos o sean cortos, implica también tiempos de aprendizaje que se van ajustando a nuestra maduración espiritual. Aprendizaje que pasa por reconocer nuestro propio ritmo y lo que más le ayuda.
Materia de Oración
En general, existen diversos tipos de ayuda para este fin, pueden ser textos, canciones, música, sonidos, símbolos, objetos, gestos, etc. Podemos hablar de algunos de ellos.
Los textos pueden ser desde devocionarios u oraciones de otros fieles o santos, hasta textos literarios o poemas que nos puedan ayudar.
Los textos bíblicos van más allá de ser un simple medio. La Biblia es la Palabra de Dios, por tanto es Dios mismo quien se entrega a los hombres en nuestras propias palabras e imágenes.
La música puede ser utilizada para crear climas de oración, ambientes que invitan a profundizar en el encuentro con Dios. Por otro lado la música es un medio para comunicar palabras al Señor, ya que pueden constituir ámbitos de oración y reflexión.
Los símbolos pueden ser elementos importantes para apoyar una oración. Pueden ser elementos importantes para apoyar una oración. Jesús utilizaba los símbolos para comunicar al Padre, a su Reino. Hoy seguimos esa pedagogía de oración utilizando símbolos tradicionales a nuestra fe (el agua, el pan, el fuego) o símbolos propios de nuestros tiempos (expresiones corporales, imágenes audio visuales).
Para finalizar, los medios son para alcanzar el fin, no para abarrotar la oración con muchos de ellos que sólo nos pueden distraer.
Conclusión
Los elementos revisados son para disponernos a la oración y que se ajustan según las características de cada persona. Lo que ayuda a uno, puede no ayudar a otro, e incluso puede ser un obstáculo. De lo que se trata es de que cada persona descubra los medios que más le ayuden, es decir situarnos en una experiencia de aprendizaje, d ensayo – error, de experimentación, de relectura constante.
Es necesario como primera disposición dejarnos enseñar por el Padre y su Hijo; retomar esa experiencia de los discípulos con Jesús en la que le piden “enséñame a orar” (Lc 11,1) experiencia que se ha trasmitido a través de las comunidades cristianas.
En esta disposición que vamos cultivando somos colocados en la situación de permanentes aprendices dejándonos sorprender por Dios con lenguajes y significados nuevos.
Por tanto no se pretende limitar la libertad, creatividad y originalidad de Dios para manifestarse ante nosotros, per si no ponemos de nuestra parte podemos hacer de las intenciones de nuestro creador una experiencia fugaz o imperceptible. Es necesario crear condiciones para afinar nuestros sentidos y abrir los canales para el fortalecimiento de un vínculo con el Padre.
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Referencias bibliográficas:
Guías de ayuda para hacer los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola en la vida corriente. Ignacio Huarte, S.J.
Métodos Ignacianos de Oración – Equipo de Pastoral Juvenil, Compañía de Jesús en el Perú. Lima.
Para sentir y gustar con Dios. Módulo Taller de Oración Cristiana – Encuentros, Casa de la Juventud, Lima. 1998.
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Para leer la 1º parte:
La Oración en los Ejercicios Espirituales - 1º Parte ¿Qué es la Oración?
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