P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
IV. JESÚS REGRESA A GALILEA Y MARCHA A TIERRAS DE PAGANOS PASA DE NUEVO POR GALILEA
PASA DE NUEVO POR GALILEA
(Junio - Setiembre, año 29)
133.- EXIGENCIAS DE LA VOCACIÓN APOSTÓLICA
TEXTOS
Mateo 8, 18-22
Viéndose Jesús
rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Entonces se acercó un
escriba y le dijo: "Maestro, te seguiré adondequiera que vayas."
Dícele Jesús: "Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo nidos, pero
el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza." Otro de sus
discípulos le dijo: "Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre."
Dícele Jesús: "Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos."
Lucas 9, 57-62
Mientras iba
caminando, uno le dijo: "Te seguiré adondequiera que vayas." Jesús
le dijo: "Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo nidos, pero el
Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza."
A otro dijo:
"Sígueme." El respondió: "Déjame ir primero a enterrar a mi
padre." Le respondió: "Deja que los muertos entierren a sus muertos;
tú vete a anunciar el Reino de Dios."
Otro le dijo:
"Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa."
Le dijo Jesús: "Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es
apto para el Reino de Dios."
INTRODUCCIÓN
En este camino
hacia Jerusalén coloca Lucas a los tres candidatos que se ofrecen a seguir al
Señor. Es probable que estos episodios ocurriesen en sitios y tiempos diferentes,
y que el Evangelista los juntó por la semejanza que tienen entre sí. De hecho,
Mateo, que nos narra dos de ellos, los pone en otro contexto.
Lo importante es
conocer la enseñanza que Cristo nos da sobre las actitudes que deben tener los
que desean seguirle en el trabajo apostólico. El primer y tercer candidato se
ofrecen ellos mismos al Señor, el segundo responde a su invitación.
MEDITACIÓN
1) Primer candidato
Es un escriba
quien se ofrece al Señor a seguirle adondequiera que él vaya. Parece extraño que
un escriba tuviera esa generosidad; si seguía al Señor, sería despreciado por
los otros maestros de la Ley y por los fariseos, y tendría que sufrir las
consecuencias de ese desprecio. Sin embargo, parece que está decidido a seguir
a Cristo superando todas esas dificultades.
Supuesta esta
generosidad del escriba, la respuesta del Señor es algo dura. Ni le acepta ni
le rechaza; solamente le indica las condiciones que tiene que tener para que
sea sincero ese seguimiento.
Los Santos Padres
comentan que Jesús no responde a lo que el escriba decía con sus palabras,
sino a lo que había en el corazón del escriba. Y presuponen que el escriba
admiraba el poder de Jesús de hacer milagros y cómo le seguían las multitudes.
San Mateo nos dice que Jesús estaba rodeado de una muchedumbre. Esa gran
popularidad de Cristo y su poder milagroso llevaron a creer al escriba que
realmente se trataba del Mesías anunciado, pero tal como ellos lo concebían, un
Mesías de gloria y de triunfo, y a ese Mesías se comprometía seguir.
Si éste era el
corazón del escriba, comprendemos muy bien la respuesta de Jesús para él; y
para todos los que quieran seguirle, consagrarse a su servicio. El escriba no
podía ni sospechar que el destino del Mesías fuera su muerte en una cruz. Esto
nos hace pensar que este episodio debió de suceder 'durante el apogeo del
ministerio apostólico de Jesús en Galilea.
Lo que el Señor
indica al escriba es que seguirle a él supone imitarle en la pobreza real en
que él vivió. Cristo no posee nada. No tiene casa ni lecho propio. Vive de
limosnas. Pero en esa pobreza vive su vocación de Mesías abandonado a la divina
Providencia de su Padre. Si el escriba quiere seguirle ha de renunciar a los
bienes de la tierra; nunca deberá buscar ventajas materiales y debe estar dispuesto
a ir por mundo como Cristo, fiado en la Providencia de Dios. Y debe estar
preparado a sufrir las consecuencias de esa pobreza como son la humillación, el
desprecio, el sacrificio. En definitiva: seguir a Cristo imitándole en su santa
pobreza.
No conocemos la
actitud definitiva del escriba; pero es probable que se echara atrás en su
ofrecimiento.
Notemos,
finalmente, que esta doctrina del Señor tiene también su parte de aplicación
para todos los cristianos que deben seguir el espíritu de la primera bienaventuranza:
"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de
los cielos."
2) Segundo candidato
El candidato ya es
discípulo del Señor, pero no del grupo de los apóstoles, de los que acompañan
siempre a Jesús. Y a él le dirige el Señor una invitación a un seguimiento de
total consagración a su servicio.
El discípulo se
excusa: "Déjame que vaya primero a enterrar a mi padre." No se trata
evidentemente de que el Señor le prohibiese cumplir con la santa obligación de
piedad para con su padre. Muchas veces, incluso, el verdadero llamado de Cristo
hay que dilatarlo en su ejecución, cuando se interpone una obligación
ineludible de amor y piedad hacia los padres. Mientras no cesa esa obligación,
el Señor no quiere que se le siga a él por el camino radical de abandonar los
padres y la familia. La voluntad de Dios no puede estar nunca en contradicción
con las obligaciones morales que una persona tenga.
De ahí, que el
sentido de la respuesta del joven no hay que entenderla en un sentido material,
en el hecho concreto de que tenga que ir a enterrar a su padre. Tampoco se
explicaría el hecho de que, habiendo muerto su padre, él estuviese en compañía
de Jesús con otros discípulos.
El sentido, pues,
de la frase es:
"Déjame que vuelva
a vivir con mi padre hasta que muera."
Y por la respuesta
de Jesús se supone que tendría ese padre otros hijos y familiares que pudiesen
cumplir con esa obligación de atender a su padre en la vejez hasta su muerte.
Lo que hace este
discípulo es posponer el amor a Cristo y su seguimiento al amor de su padre.
Quizá, la misma familia se oponía a este seguimiento. Acordémonos de las
palabras de Cristo: Quien ama a su padre o a su madre... más que a mí, no es
digno de mí." (Mt 10, 37)
La respuesta del
Señor: "Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú sígueme y anda a
anunciar el Reino de Dios."
El sentido de
"vida" en el Evangelio es siempre la vida de gracia, la vida
sobrenatural. Y contrariamente, el sentido de "muerte" se refiere a
la vida en pecado, a la muerte del alma.
Es probable que
los familiares de este discípulo no fueran de los que hubiesen aceptado al
Señor y sus enseñanzas y, consiguientemente, no tenían la nueva vida que Cristo
había venido a traer. En este sentido, ellos podían considerarse como "muertos"
espiritualmente.
Es lo que Jesús
quiere decir al discípulo: que deje que sus familiares cumplan con esa
obligación; y en ese caso concreto, se trataría de familiares que estaban
cerrados al mensaje de Cristo.
La vocación al
seguimiento radical a Cristo exige siempre el sacrificio de dejar, padre,
madre, familia. Pero a este sacrificio el Señor corresponde con gracias y
beneficios extraordinarios. (Cfr. Mt 19, 29)
Tampoco conocemos
la reacción de este discípulo, pues no volvemos a saber nada de él. Es
probable que no aceptase la invitación del Señor.
3) Tercer candidato
El tercer
candidato, solamente narrado por Lucas, se asemeja al primero en que la
iniciativa parte de él mismo; y coincide con el segundo en el hecho de que el
interesado pone también una condición, la de decir adiós a los suyos.
Al ofrecerse al
Señor es probable que no cayese en la cuenta de que el trabajo apostólico le
obligaría a renunciar a los intereses familiares. "Despedir a los
suyos" habría que interpretarlo como seguir con los suyos y preocuparse
de los asuntos familiares.
De hecho, el Señor
vio en él poca generosidad y decisión, y rechaza su ruego con una imagen tomada
de la vida agrícola de Palestina. Apto para el Reino de Dios, es decir, para
dedicarse totalmente a su predicación y a la extensión de ese Reino en la
tierra, es sólo quien se dedica a este trabajo apostólico sin reserva; y como
el labrador que mientras lleva el arado no puede volver su vista hacia atrás,
el apóstol no se detiene a volver sus ojos a lo que su nueva profesión le
obliga a abandonar, casa, familia, hacienda.
"El arado palestino muy ligero, se maneja con una mano. Esta mano —la mayor parte de las veces es la izquierda— al mismo tiempo tiene que asegurar la posición vertical del arado, darle profundidad mediante presión y levantarlo cuando pasa por piedras y rocas. La otra mano la necesita el labrador para estimular a los bueyes recalcitrantes con un palo de dos metros de largo, provisto en la punta de un agujón de hierro. Al mismo tiempo el labrador, mirando entre los animales, tiene que conservar constantemente el surco a la vista. Esta manera primitiva de arar exige habilidad y una atención concentrada. Si el labrador vuelve la cabeza, el nuevo surco se tuerce. Del mismo modo, el que quiere incorporarse a Jesús debe estar decidido a romper todos los vínculos con el pasado y a dirigir la mirada sólo al Reino de Dios que va a venir." (Jeremías, Las parábolas de Jesús, pág. 237-238)
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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