Por encima de los 3700 m.s.n.m. en un pequeño pueblo llamado Cachuy, jurisdicción del distrito de Catahuasi, Provincia de Yauyos, y a escasos 200 km.; se encuentra la milagrosa efígie del Señor de la Ascensión. Imagen que apareció entre los años de 1690 a 1712, en un inhóspito paraje típico de las serranías limeñas.
Según la tradición, cuenta, un pastor llamado Martín Barrios pastaba su ganado vacuno en los pastizales de la zona. Un día próximo a la festividad de San Lorenzo, se le extraviaron sus vacas, habiendo salido a buscarlas, llego hasta una pampa pedregosa llena de malezas y espinas; encontrando en ese lugar al ganado extraviado. Junto al ganado Martín Barrios diviso una pequeña figura humana que parecía ser la de un niño vestido con una túnica blanca. Sorprendido por tan extraño hallazgo, el pastor cogió la estatuilla y tomándolo por el patrón de los pastores San Lucas, se lo llevo a suchoza distante a 5 km. del actual pueblo de Cachuy.
Al llegar a su choza, Barrios
contó de lo sucedido a su esposa y colocó a la imagen en un improvisado
altar. A los pocos días, el pastor notó con sorpresa que la imagen había
desaparecido misteriosamente del lugar; paralelamente a la
desaparición, el ganado del pastor volvían a extraviarse. Barrios se echó a buscar al ganado perdido y lo ubicó por segunda vez en el mismo lugar
donde anteriormente fue encontrado. Mayor fue su sorpresa al encontrar
junto a las vacas a la imagen que había desaparecido de su choza.
El misterioso acto de
desaparición aconteció muchas veces, optando luego Martín Barrios, por
edificar una capillita junto a su morada al imaginar que su modestísima
choza era inaparente para albergarlo. Con mucho fervor y devoción,
Barrios y su familia le rendían culto con la seguridad que el santo
patrón le dispensaría con el don de acrecentar su ganado. A pesar del
solicito culto que le rendían, la imagen volvía a desaparecer; siendo
encontrado por el pastor cada vez que desaparecía, en el mismo lugar
donde le encontró por primera vez.
Por aquellos años, nuestro país
vivía el esplendor y auge de la religión católica, el fervor religioso
traspasaba frontera con la consolidación cultural virreinal, comenzando a
apreciarse los frutos de la primera evangelización. Aparecieron
entonces los nombres de Santo Toribio de Mogrovejo, San Francisco
Solano, San Martín de Porres, Santa Rosa de Lima, El Señor de los
Milagros y en Yauyos el señor de la Ascensión. La imagen fue reconocida
en el acto por el párroco del pueblo de Putinza, cuando Martín Barrios
llevó a la imagen durante la víspera de la fiesta de San Lorenzo.
Descartando lo que en un primer momento pensaba el pastor Martín Barrios
al confundirlo con San Lucas. Eran probablemente fines del siglo XVI.
Al reconocer el sacerdote al Señor
de la Ascensión, dispuso de inmediato se colocara a la imagen en un
sitio preferencial del altar mayor del templo; dando la orden, de que
nadie la moviese de allí. Al siguiente día, antes de la misa, el
sacerdote echó de menos a la imagen y viendo que no estaba, lo buscó dentro del templo sin resultados satisfactorios. Ante este suceso, el
sacerdote y la gente del pueblo creyeron que Martín Barrios lo había
sustraído. Las autoridades le conminaron al pastor a entregar la Imagen,
sin embargo, Barrios relato al pueblo y autoridades de las
desapariciones anteriores; solicitando se le permita ir en su búsqueda.
Con el permiso concedido, el pastor
Martín Barrios se traslado hasta el lugar de siempre encontrando
nuevamente la imagen, optando por quedarse en el lugar a pasar la noche.
Fue en esas circunstancias que el Señor se le presenta en sueño al
pastor indicándole que construya su templo en el lugar del hallazgo.
Cuando Barrios despertó al siguiente día, encontró una pampa
terraplenada con extensión suficiente para construir una capilla y
población; las espinas, malezas y rocas del lugar habían desaparecido.
Lleno de inefable gozo y sorprendido por lo ocurrido Barrios inicio la
construcción del primer templo apoyado por los otros pastores de la
zona.
...
La peregrinación
Hablar del peregrinaje hacia el Santuario de Cachuy, es necesario relacionar el carácter que imprime en las personas sus raíces culturales presentes en todas sus manifestaciones, evidentemente tendríamos que fijamos en la manifestación de fe de una aislada comunidad que sorprendida por la sobrenatural aparición de la Imagen del Señor de la Ascensión dentro de su habitual medio de vida, comienza su relación con Dios a través de un culto sembrado por la tradición y la innata presencia divina en la que erige como representación.
El caminar por las huellas de un agreste sendero, soportando sed, hambre, cansancio, soledad en muchas de las veces, desplazándose desde lejanos puntos de su lugar de origen para llegar a los pies de la sagrada Imagen, pidiendo favores o dando gracias por lo recibido, parece que reproduce los bíblicos pasajes de la aparición pública de Jesús, seguido y buscado por los que esperaban de Él la sanación de sus males y solución para sus problemas, hasta el camino hacia el Gólgota, en donde se queda establecido de que allí nos perdonó hasta la más vil de las maldades, con amor de Padre misericordioso, que no separó a nadie entonces, mucho menos a quién con tanto sacrificio, con los pies sangrantes y lágrimas de arrepentimiento, le prende una vela acompañada de unas oraciones, aromadas con naturales flores, como ofrenda íntima de haber cumplido con algunas promesas hechas.
Pero la sensación mayor que deja el peregrino, es cuando emprende el regreso a casa, si pudiéramos mirar los miles de rostros con que nos cruzamos, veríamos que hay algo nuevo en ellos, que hay una conformidad, que se ha cumplido con ordenar toda una vida con ese intenso instante vivido, que se tiene una nueva esperanza de estar con Dios a mi manera. Para muchos, de los que emprendemos este caminar, en cualquier latitud Cristiana como la de Cachuy, se conjuga con la oportunidad de reencontrarse con los suyos, la familia, parentelas y el calor de la tierra dejada por la empresa de una vida mejor en otros lugares, pero que de ninguna manera los separan de la fuente de vida heredada de sus mayores, por eso regresan una y otra vez. " Hasta que Tú lo quieras Cahuycito, entonces; te entregaré a mi hijo para que lo cuides y lo guíes como a mi".
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Plegaria I
Señor, postrado a tus pies te presento mi alma
desconsolada y abatida: a ti acudo Señor lleno de emoción y de ternura para pedirte perdón de mis pecados y Tu santa protección.
Señor mío de Cachuy: Abre tus ojos y mírame,
por piedad: Abre tu piadísimo corazón, derrama consuelo sobre mis angustías.
Ante la indiferencia humana que no mira mi dolor,
mis necesidades y mis luchas, ante la variedad del mundo egoísta y frío, ante las pasiones que todo lo destruyen, me acerco a Ti, Señor: dame resignación y fe, ayúdame a seguir en el calvario.
¿Que haré Señor mío de Cachuy, si no acudo a ti...?
¿ Que haré Señor, si no iluminas mis pasos...? ¿Que haré, si no confortas mi espíritu...? ¿Que haré si no sanas mi cuerpo…? ¿Que haré, Señor, si no atiendes mis súplicas...? Qué haré Dios mío, que haré…?
Que el signo bendito de tu gracia encienda la
virtud de mi alma, que encuentre un refugio en tu abierto, que lleno de piedad y amor te pueda decir:
DIOS MIO...
Plegaria II
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Plegaria III
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Tomado de:
http://www.3i.com.pe/cachuy/index.html
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