P. José Enrique Rodríguez, S.J.
Párroco de San Pedro
Santuario Arquidiocesano del Sagrado Corazón de Jesús
Lima - Perú
Por la evangelización: Los sacerdotes en su misión pastoral
Para que los sacerdotes que viven su trabajo pastoral con dificultad y en la soledad se sientan ayudados y confortados por la amistad con el Señor y con los hermanos.
En este mes el Papa Francisco nos invita a rezar por los sacerdotes (los presbíteros), únicos a quienes, junto al obispo, se puede atribuir el nombre de pastores, en virtud del ministerio sacerdotal recibido con la ordenación. Les toca por vocación y mandato eclesial ser imagen del único y auténtico Pastor, Cristo, asumiendo esta tarea conscientemente, ejerciéndola con voluntad y de buena gana, y actuando por encima de todo interés personal, con generosidad, amabilidad y cordialidad.
No es poco lo que la comunidad pide y muchas veces exige al sacerdote. En un tiempo en que el número de las vocaciones sacerdotales ha decrecido mucho, en la medida de las exigencias y las carencias la Iglesia tiene que pedir por ellos. Por eso recorremos lo que se espera del pastor de una comunidad a la que pertenece y en cuyo servicio tiene sentido su ministerio.
Él no es autónomo, es llamado por y para la Iglesia. Vive en sintonía y se identifica con ella, lleva en su pensamiento y sentimientos sus gozos y alegrías, acepta sus debilidades y pecados, se reconoce entre sus pecadores como testigo de Cristo.
El sacerdote defiende a la Iglesia en espíritu de libertad, sin callar en un contexto de secularismo en el que, por principio, la Iglesia, signo de la presencia de la fe y de Dios en el mundo, es rechazada y desprestigiada desde la intolerancia. Es pastor de una comunidad de fe, la parroquia, que educa a sus miembros y de la que es el primer catequista. Por eso acompaña a los cristianos a redescubrir el Bautismo que los ha incorporado a la Iglesia y él mismo, que participa del sacerdocio común de los fieles, por el sacerdocio ministerial actúa “en la persona de Cristo”.
Es pastor de una comunidad que escucha la Palabra y evangeliza por ella; él mismo es ante todo oyente de esa Palabra. Como cabeza y presidente de la comunidad, es ministro del culto para gloria de Dios y santificación de los hombres, cree en lo que celebra y es testigo de lo que anuncia. Es en la Eucaristía donde convoca a vivir la unidad y comunión eclesial de todos los que integran la comunidad parroquial, y en la Eucaristía dominical congrega semanalmente a los cristianos como familia de Dios en torno a la mesa de la Palabra y del Pan de vida, en expresión que realiza y genera la unidad en un mundo que tiende a la dispersión.
El sacerdote es consciente de que la comunidad concreta no es ideal. Por eso se integra a ella y la sirve, como parte del pueblo, con “sensibilidad humana” ante el sufrimiento de los demás y con amor preferencial por los pobres y enfermos al estilo del Buen Pastor.
El sacerdote forma un colegiado fraterno con la comunidad sacerdotal de su diócesis, bajo la paterna y fraterna cabeza del obispo local. Todos juntos, como un cuerpo, evangelizan y forman una comunidad misionera, que evangeliza por la palabra, la acción y toda la vida.
Pidamos que los pastores de nuestras comunidades sean misericordiosos, que tengan el mismo Corazón de Cristo.
Oración
Señor Jesús,
En tu inmensa bondad, quisiste llamar a hombres de corazón generoso para ser obreros de tu mies.
Agradezco los ejemplos de hombres libres y entregados al servicio de sus comunidades, que son también ejemplos vivos de los valores del Evangelio.
Te pido especialmente por los sacerdotes que viven mayores dificultades, la soledad, el cansancio y el desánimo, para que Tú seas su fuerza y que cada cristiano pueda sentirse llamado a ser compañero de viaje de su pastor.
Padre Nuestro...
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