P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
4.3.- El Pueblo de la Alianza.
Opresión de los egipcios a los judíos: "Se alzó en Egipto un nuevo rey...
y dijo a su pueblo: Mirad, los hijos de Israel forman un pueblo más fuerte
y numeroso que nosotros. Tomemos precauciones contra él para que no siga
multiplicándose.... pero cuanto más le oprimían tanto más crecían y se
multiplicaban de modo que los egipcios llegaron a temer a los hijos de
Israel", Ex l, 8, s.s.
Moisés: Para el pueblo de Israel, Moisés es el
profeta sin igual, Deut 34, 10, s.s. por el que Dios liberó a su pueblo y selló
con él la Alianza en el Monte Sinaí, Ex 24, 8, le reveló la Ley divina, Ex 24,
3;34, 27. La vocación de Moisés es el resultado de una larga preparación providencial.
Moisés nacido de una raza oprimida, Ex 1, 8-22, debe a la hija del Faraón
opresor, no solo el "ser salvado de
las aguas", y sobrevivir, Ex 2, 1-10, sino también el recibir una
educación que le prepara providencialmente para su futura misión de jefe
libertador. Por defender a un hermano de raza judío tiene que huir al desierto
de Madián. Dios se le aparece y le revela su nombre y su designio de salvación,
le da a conocer su misión liberadora y la fuerza para desempeñarla, Ex 3, 1-15.
Dios estará con él, Ex 3,12, y le ayudará.
Misión de Moisés: Liberar al pueblo judío de
la esclavitud de los egipcios. Moisés debe poner fin a la opresión egipcia que
le impide a Israel tributar culto divino a Dios, y que el faraón se niega a
reconocer. Ex 4, 22; 5, 1-18. Pero para esto debe Dios "mostrar su mano poderosa", hiriendo a los egipcios con
golpes reiterados (las 10 plagas), Ex 7, 1-4. s.s. Moisés es el artífice de
estas calamidades que manifiestan el juicio divino.
La Pascua: La última plaga de Egipto fue la muerte de
los primogénitos egipcios, no afecta a los judíos si cumplen la señal que Dios
ha dado a Moisés, Ex 11 y 12, va unida a la Pascua judía y constituye el
comienzo de su salvación. Yahvé, o su ángel exterminador, "pasan"
por la tierra de Egipto y realiza en ella un juicio: la muerte de los
primogénitos de Egipto; y al mismo tiempo "pasa de largo" por delante
de las casas de los israelitas que han marcado el dintel de la casa con la
sangre del cordero sacrificado. Así la visita exterminadora de Yahvé ha sido
un juicio condenatorio para el pueblo egipcio y una causa de salvación para el
pueblo elegido. Moisés en el momento de la última plaga lleno de la sabiduría
de Dios celebra la "pascua" o "paso del Señor" y Dios salva
a su pueblo; luego Dios conduce a su pueblo, por medio de Moisés, a través del
paso del Mar Rojo, salvándolo por segunda vez de la persecución del faraón
egipcio, Ex 14. Así, el primer objetivo del Exodo se ha cumplido y el pueblo
elegido ha sido liberado físicamente de las manos opresoras de los egipcios. A
continuación viene la prueba del desierto. La marcha durante "cuarenta
años" por el desierto. Dios tiene que "purificar" a su pueblo de
la idolatría y de las costumbres paganas egipcias. Nada mejor que el desierto
para llevar a cabo toda una labor de purificación y de pedagogía divinas.
Purificación y marcha por el desierto que tiene como finalidad preparar y
purificar al pueblo elegido para el gran
pacto o "alianza" entre Dios y su pueblo.
La Alianza: La tradición bíblica ha dado siempre gran
importancia al pacto o alianza entre Dios y el pueblo elegido. En efecto, el
enemigo del pueblo elegido ha sido vencido, el pueblo ha sido liberado de la
mano opresora; ahora ya puede comenzar a realizar la voluntad de Dios, los
obstáculos han sido eliminados, ahora sólo queda que Dios Yahvé manifieste su
voluntad. Esto se va a realizar por medio de la Alianza, el lugar donde se
ubica este acontecimiento salvífico es el monte Sinaí. Una vez más, la
iniciativa parte de Dios. Yahvé es el que llama a Moisés desde lo alto de la
montaña y le indica que va a establecer una alianza con su pueblo: "Descendió Yahvé sobre la montaña del
Sinaí, sobre la cumbre de la montaña, y llamó a Moisés a la cumbre y Moisés
subió a ella", Ex 19, 20.
La
exigencia de purificación y de santificación que Dios exige a su pueblo antes
de celebrar la alianza, Ex 19, 21-22, marcan la distancia que separa al pueblo,
todavía impuro con el Dios tres veces Santo y que va a descender a su
encuentro. La "alianza" es una "gracia" o
"condescendencia" de Dios para con su pueblo; el pueblo elegido no
tiene nada que ofrecer a cambio no tiene ningún título que exhibir para
hacerse acreedor de tal don. Sólo el amor de Dios a su pueblo es lo que hace
que se realice la "alianza":
"si Yahvé se ha ligado con vosotros y os ha elegido, no es por ser
vosotros el pueblo más numeroso entre los demás pueblos, pues ciertamente, sois
el más pequeño de todos los pueblos. Es porque Yahvé os amó", Deut 7,
7-8. Y precisamente porque es el amor de Dios el que ha realizado tal
maravilla, Yahvé no impone la alianza a su pueblo, sino que la expone y
propone por medio de su servidor Moisés para que el pueblo la apruebe y acepte
libremente: "Moisés vino y llamó a
los ancianos de Israel (los representantes del pueblo elegido) y les expuso
todas estas palabras, como Yahvé las había mandado. El pueblo todo entero
respondió: "Nosotros haremos todo cuanto Yahvé ha dicho", Ex 19,
7-8 .
Contenido de la Alianza y la LEY: El
pacto escrito, legal, o "Alianza" entre Yahvé y el pueblo de Israel
queda plasmado en los Diez Mandamientos. Esta fórmula de la alianza en el monte
Sinaí es mencionada dos veces en la Sagrada Escritura y en dos versiones
diferentes. Una la más antigua, la de Ex 20, 2-17; y la otra versión mas
reciente en Deut 5, 6-18. La tradición bíblica conoce estas versiones con la
"diez palabras", Ex 34, 28 y Deut 4,13. A partir de esta alianza el
pueblo elegido ya sabe cuál es la voluntad de Dios para con su pueblo. Es un
código sobrenatural, existencial, moral y humano que regula las obligaciones y
deberes del hombre para con Dios.
Código de la alianza: La alianza del Sinaí tenía
no sólo una parte ritual y formal: los Diez Mandamientos, sino también una
serie de implicaciones materiales y sociales. A esta parte de la alianza se le
denomina el "Código de la alianza". Que son un conjunto de
prescripciones, leyes, disposiciones justas, sanas y sólidas que tienen como
finalidad regular equitativa y justamente las relaciones materiales, sociales y
humanas entre el pueblo elegido. Ex 20, 22, s.s; 23, 1.s.s.
Objeto de la "Alianza": La
esencia de la alianza está constituida por la relación de comunión vital, que
se establece e inicia entre las dos partes que la constituyen: Yahvé y el
pueblo elegido. La alianza crea entre ambos una "comunidad de
intereses", de tal manera que Yahvé se hace garante de la seguridad del
pueblo elegido en todos los sentidos: humano-materiales y sobrenaturales, como
aparece en las bendiciones y maldiciones anexionadas a esa alianza: "Yo mandaré un ángel ante ti, para que
te defienda en el camino, y te haga llegar al lugar que te he dispuesto....
seré enemigo de tus enemigos y oprimiré a tus opresores", Ex 23, 20.
La alianza establece una relación de propiedad entre Yahvé y el pueblo
elegido. Yahvé es dueño de toda la tierra y de todos los pueblos que la
habitan. Ha querido sin embargo ligarse con
"ligaduras humanas con lazos de amor", Os 11, 4, con una serie de
tribus trashumantes, haciendo de ellas "su propiedad", uniéndolas para
sí en un solo pueblo, reservado en exclusiva para El: el pueblo de Yahvé. Lev
26, 12: "Ahora si oís mi voz y
guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad entre todos los pueblos,
porque mía es toda la tierra, pero vosotros seréis para mí un pueblo de
sacerdotes y una nación santa", Ex 19, 5-6. Esta relación profunda y
amorosa entre Yahvé y su pueblo supone una presencia especial de Dios entre
ellos: "Estableceré mi morada entre
vosotros y no os abominará mi alma. Marcharé en medio de vosotros",
Lev 26. 11-12. Estas relaciones de amor hacen posible y da origen a la imagen
bíblica que compara las relaciones entre el pueblo de Dios y Yahvé con las
relaciones de padre a hijo. "Pero
ahora, escucha Jacob, mi siervo, Israel a quien elegí yo. Así habla Yahvé, que
te ha hecho, y en el seno materno te formó y ahora te socorre", Is 44,
1-2.
La
alianza, crea pues, una relación de amor. Esta relación de amor, exige al
pueblo elegido una respuesta amorosa y ésta es: cumplir, respetar y llevar a
cabo todo el contenido de la LEY. En esta empresa esta comprometido todo el
pueblo elegido y será el centro de su espiritualidad y religiosidad, por eso
dice el primer mandamiento: "Amarás
a Yahvé tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu fuerza, con
todo tu ser, y llevarás muy dentro del corazón todos estos mandamientos que yo
te doy", Deut 6, 5-6
Finalmente: La
finalidad de la Alianza se expresa de esta manera: "No porque seáis el más numeroso de todos los pueblos se ha
ligado Yahvé a vosotros y os ha elegido, pues sois el menos numeroso de todos
los pueblos; sino por el amor que os tiene y por guardar el juramento hecho a
vuestros padres, por eso os ha sacado Yahvé con mano fuerte y os ha librado de
la casa de la servidumbre, del poder del Faraón, rey de Egipto. Has de saber,
pues, que Yahvé tu Dios es el Dios
verdadero, el Dios fiel que guarda la alianza y el amor por mil generaciones a
los que le aman y guardan sus mandamientos", Deut 7, 7-9.
Conclusión: Con las palabras de Dios a Moisés de Ex 6,
7-8 : " Por tanto di a los hijos de
Israel: Yo soy Yahvé; Yo os liberté de los duros trabajos de los egipcios... Yo
os haré mi pueblo, y seré vuestro Dios...", Lev 26, 12. Con estas
palabras queda demostrada y realizada la voluntad de Dios con relación a la
vocación y la promesa de Abraham. Dios se hizo un pueblo elegido. Pueblo que
fue designado por el propio Yahvé con el nombre de "ISRAEL" = "combatiente de Dios", Gen 32, 29;
35, 10. Nombre que pervivirá de generación en generación para toda la
eternidad. Gen 25, 23; Rom 4, 18.s.s.
Por esta predilección divina el pueblo de Israel
pudo llamarse justamente hijo de Dios. Ex 4, 22, Israel es la viña, o la vid
del Señor, Os 10, 11. El rebaño del Señor, Is 40, 11. La esposa de Dios, Os
1,3. Dios conoció al pueblo de Israel y lo amó y le regaló con su misericordia,
Rom 2, 2. Como pueblo elegido de Dios, Deut 4, 3 como es el pueblo de los
santos que conocen a Yahvé, invocan su nombre y confían en El, Salm 34, 10;
tienen la tarea y la obligación de vivir de acuerdo a este carácter de
santidad, Así el cumplimiento de la LEY es expresión del amor al que Dios les
llamó. Esto significa que el pueblo no puede vivir como cualquier otro pueblo, sino
sólo en el nombre de Dios. En cuanto pueblo de Yahvé, Deut 7, 6, el sentido de
su existencia sólo se justifica si reconoce a Yahvé como Señor en actitud de
amor y de obediencia. En el culto sagrado realiza la existencia de Dios y el
pueblo tiene que estar al servicio del honor Dios; debe cuidarlo en el centro
de su propio ser y frente a los demás pueblos. Su cuidado principal no es la
grandeza política o la económica, sino que debe de estar determinado por el
orden de la alianza que Dios le ha concedido.
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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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