María Madre de la Iglesia


Verdadera devoción a la Santísima Virgen - 3º Parte.

Continuamos transcribiendo partes del libro Tratado de la verdadera devoción, escrito por San Luis María de Monfort. En esta oportunidad, la segunda parte del Capítulo II. La numeración de los párrafos corresponde a la del libro.
d. María, Madre de la Iglesia.

31. Dios Hijo quiere formarse por medio de María, y por decirlo así, encarnarse todos los días en los miembros de su Cuerpo Místico y le dice: Entra en la heredad de Israel.

Como si dijera: Dios, mi Padre, me ha dado en herencia todas las naciones de la tierra, todos los hombres buenos y malos, predestinados y réprobos: regiré a los primeros con cetro de oro, a los segundos justo vengador, de todos seré juez. Tú, en cambio, querida Madre Mía, tendrás por heredad y obsesión solamente a los predestinados, simbolizados por Israel: como buena madre suya, tú los darás a luz, los alimentarás y harás crecer y, como su soberana, los guiarás, gobernarás y defenderás.

32. "Uno por todos han nacido en ella", dice el Espíritu Santo. Según la explicación de algunos Padres, un primer hombre nacido de María es el Hombre-Dios, Jesucristo, el segundo es un hombre-hombre, hijo de Dios y de María por adopción.

Ahora bien, si Jesucristo, Cabeza de la humanidad, ha nacido de Ella, los predestinados, que son los miembros de esta Cabeza, deben también, por consecuencia necesaria, nacer de Ella. Ninguna madre da a luz la cabeza sin los miembros ni los miembros sin la cabeza: de lo contrario, aquello sería un monstruo de la naturaleza. Del mismo modo, en el orden de la gracia, la Cabeza y los miembros nacen de la misma madre. Y si un miembro del Cuerpo Místico de Jesucristo, es decir, un predestinado, naciese de una Madre que no sea María la que engendró a la Cabeza, no sería predestinado ni miembro de Jesucristo, sino un monstruo en el orden de la gracia.

33. Más aún, Jesucristo es hoy, como siempre, fruto de María. El cielo y la tierra se lo repiten millares de veces cada día: "Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús". Es indudable, por tanto, que Jesucristo es tan verdaderamente fruto y obra de María para cada hombre en particular que lo posee, como para todo el mundo en general. De modo que si algún fiel tiene a Jesucristo formado en su corazón, puede decir con osadía: "Gracias mil a María: lo que poseo es obra y fruto suyo y sin Ella no lo tendría!" Y se pueden aplicar a María, con mayor razón que San Pablo se las aplicaba a sí mismo, estas palabras: "¡Hijitos míos!, de nuevo sufro los dolores del alumbramiento hasta que Cristo se forme en ustedes". Todos los días doy a luz a los hijos de Dios, hasta que se conformen a Jesucristo, mi Hijo, en madurez perfecta.

San Agustín, excediéndose a sí mismo y a cuanto acabo de decir, afirma que todos los predestinados para conformarse a la imagen del Hijo de Dios están ocultos, mientras viven en este mundo, en el seno de la Santísima Virgen, donde esta Madre bondadosa los protege, alimenta, mantiene y hace crecer hasta que los da a luz para la gloria después de la muerte, que es, a decir verdad, el día de su nacimiento, como llama la iglesia a la muerte de los justos.
¡Oh misterio de gracia, desconocido de los réprobos y poco conocido de los predestinados!

e. María, figura de la Iglesia.

34. Dios Espíritu Santo quiere formarse elegidos en Ella y por Ella y le dice: "En el pueblo glorioso echa raíces". Echa, querida Esposa mía, las raíces de todas tus virtudes en mis elegidos, para que crezcan de virtud en virtud y de gracia en gracia. Me agradé tanto en ti, mientras vivías sobre la tierra practicando las más sublimes virtudes, que aún ahora deseo hallarte en la tierra sin que dejes de estar en el cielo. Reprodúcete, para ello, en mis elegidos, para que crezcan de virtud en virtud y de gracia en gracia. Me agradé tanto en ti, mientras vivías sobre la tierra practicando las más sublimes virtudes, que aún ahora deseo hallarte en la tierra sin que dejes de estar en el cielo. Reprodúcete, para ello, en mis elegidos. Tenga yo el placer de ver en ellos las raíces de tu fe invencible, de tu humildad profunda, de tu mortificación universal, de tu oración sublime, de tu caridad ardiente, de tu esperanza firme y de todas sus virtudes. Tú eres, como siempre, mi Esposa fiel, pura y fecunda. Tu fe me procure fieles, tu pureza me dé vírgenes; tu fecundidad, elegidos y templos.

35. Cuando María ha echado raíces en un alma, realiza allí las maravillas de la gracia que sólo Ella puede realizar, porque Ella sola es Virgen fecunda, que no tuvo ni tendrá jamás semejante en pureza y fecundidad.

María ha colaborado con el Espíritu Santo a la obra de los siglos, es decir, la Encarnación del Verbo. En consecuencia, Ella realizará también los mayores portentos de los últimos tiempos: la formación y educación de los grandes santos, que vivirán hacia el fin del mundo, están reservadas a Ella, porque sólo esta Virgen singular y milagrosa puede realizar en unión del Espíritu Santo, las cosas singulares y extraordinarias.

36. Cuando el Espíritu Santo, su Esposo, la encuentra en un alma, vuela y entra en esa alma en plenitud y se le comunica tanto más abundantemente cuanto más sitio hace el alma a su Esposa.
Una de las razones principales de que el Espíritu Santo no realice maravillas portentosas en las almas, es que no encuentra en ellas una unión suficientemente estrecha con su fiel e indisoluble Esposa.
Digo "fiel e indisoluble Esposa", porque desde que este Amor sustancial del Padre y del Hijo, se desposó con María para producir a Jesucristo, Cabeza de los elegidos, y a Jesucristo en los elegidos, jamás la ha repudiado, porque Ella se ha mantenido siempre fiel y fecunda.

B. Consecuencias.

a. María es Reina de los corazones

37. De lo que acabo de decir se sigue evidentemente:
En primer lugar, que María ha recibido de Dios un gran dominio sobre las almas de los elegidos. Efectivamente, no podía fijar en ellos su morada, como el Padre le ha ordenado, ni formarlos, alimentarlos, darlos a luz para la eternidad como madre suya, poseerlos como propiedad personal, formarlos en Jesucristo y a Jesucristo en ello, echar en sus corazones las raíces de sus virtudes y ser la compañera indisoluble del Espíritu Santo para todas las obras de la gracia... No puede, repito, realizar todo esto, si no tiene derecho ni dominio sobre sus almas por gracia singular del Altísimo, que, habiéndole dado poder sobre su Hijo único y natural, se lo ha comunicado también sobre sus hijos adoptivos, no sólo en cuanto al cuerpo lo que sería poca cosa sino también en cuanto al alma.

38. María es la Reina del cielo y de la tierra, por gracia, como Cristo es su Rey por naturaleza y por conquista. Ahora bien, así como el reino de Jesucristo consiste principalmente en el corazón o interior del hombre, según estas palabras: "El reino de Dios está en medio de ustedes", del mismo modo, el reino de la Virgen María está principalmente en el interior del hombre, es decir, en su alma. Ella es glorificada sobre todo en las almas juntamente con su Hijo más que en todas las creaturas visibles, de modo que podemos llamarla con los Santos: Reina de los corazones.

b. María es necesaria a los hombres.

* para la salvación.

39. Segunda conclusión. Dado que la Santísima Virgen fue necesaria a Dios, con necesidad llamada hipotética, es decir, proveniente de la voluntad divina, debemos concluir que es mucho más necesaria a los hombres para alcanzar la salvación. La devoción a la Santísima Virgen no debe, pues, confundirse con las devociones a los demás santos, como si no fuese más necesaria que ellas y sólo de superogación.

40. El doctor y piadoso Suárez, S. J., el sabio y devoto Justo Lipsio, doctor de Lovaina y muchos otros, han demostrado con pruebas irrefutables tomadas de los Padres como San Agustín, San Efrén, diácono de Edesa, San Cirilo de Jerusalén, San Germán de Constantinopla, San Juan Damasceno, San Alselmo, San Bernardo, San Bernardino, Santo Tomás y San Buenaventura que la devoción a la Santísima Virgen es necesaria para la salvación y que, así como es señal infalible de reprobación según lo han reconocido el mismo Ecolampadio y otros herejes el no tener estima y amor a la Santísima Virgen, del mismo modo es signo infalible de predestinación el entregarse a Ella y serle entera y verdaderamente devoto.

41. Las palabras y figuras del Antiguo y del Nuevo Testamento lo demuestran. El sentir y ejemplo de los santos lo confirman. La razón y la experiencia lo enseñan y demuestran. El demonio mismo y sus secuaces, impelidos por la fuerza de la verdad, se han visto obligados a confesarlo muchas veces, a pesar suyo.
De todos los pasajes de los Santos Padres y Doctores de los cuales he elaborado una extensa colección para probar esta verdad presento solamente uno para no ser prolijo: "Ser devoto tuyo, oh María, dice San Juan Damasceno es un arma de salvación que Dios ofrece a los que quiere salvar".

42. Podría referir aquí varias historias que comprueban esto. Entre otras:

a. La que se cuenta en las crónicas de San Francisco: cuando vio en éxtasis una larga escalera que llegaba hasta el cielo y en cuya cima estaba la Santísima Virgen. Se le indicó que para llegar al cielo era necesario subir por dicha escalera.

b. La que se refiere en las crónicas de Santo Domingo. Cerca de Carcasona, donde el Santo predicaba el Rosario, quincemil demonios que se habían apoderado de un desgraciado hereje, se vieron forzados a confesar, con gran confusión suya, por mandato de la Santísima Virgen, muchas, grandes y consoladoras verdades referentes a la devoción a María, con tal fuerza y claridad que, por poco devoto que seas de la Santísima Virgen, no podrás leer esta auténtica historia y el panegírico que el demonio, a pesar suyo, hizo de esta devoción, sin derramar lágrimas de alegría.

* para una perfección particular

43. Si honrar a María Santísima, es necesario a todos los hombres para alcanzar su salvación, lo es mucho más a los que son llamados a un perfección particular. Creo personalmente que nadie puede llegar a un íntima unión con el Señor y a una fidelidad perfecta al Espíritu Santo, sin una unión muy estrecha con la Santísima Virgen y una verdadera dependencia de su socorro.

44. Sólo María halló gracia delante de Dios, sin auxilio de ninguna creatura. Sólo por Ella han hallado gracia ante Dios cuantos después de Ella la han hallado y sólo por Ella la encontrarán cuantos la hallarán en el futuro.

Ya estaba llena de gracia cuando la saludó el arcángel San Gabriel.

María quedó sobreabundantemente llena de gracia, cuando el Espíritu Santo la cubrió con su sombra inefable. Y siguió creciendo de día en día y de momento en momento en esta doble plenitud de tal manera que llegó a un grado inmenso e incomprensible.

Por ello, el Altísimo le ha constituido tesorera única de sus tesoros y única dispensadora de sus gracias para que embellezca, levante y enriquezca a quien Ella quiera; introduzca, a pesar de todos los obstáculos, por la angosta senda de la vida a quien Ella quiera; y dé el trono, el cetro y la corona regia a quien Ella quiera-Jesús es siempre y en todas partes el fruto y el Hijo de María y María es en todas partes el verdadero árbol que lleva el fruto de vida y la verdadera Madre que lo produce.

45. Sólo a María ha entregado Dios las llaves que dan entrada a la intimidad del amor divino y el poder de dar entrada a los demás por los caminos más sublimes y secretos de la perfección.

Sólo María permite la entrada en el paraíso terrestre a los pobres hijos de la Eva infiel para pasearse allí agradablemente con Dios, esconderse de sus enemigos con seguridad, alimentarse deliciosamente sin temer ya a la muerte del fruto de los árboles de la vida y de la ciencia del bien y del mal, y beber a boca llena las aguas celestiales de la hermosa fuente que allí mana en abundancia. Mejor dicho, siendo Ella misma este paraíso terrestre o esta tierra virgen y bendita de la que fueron arrojados Adán y Eva pecadores, permite entrar solamente a aquellos a quienes le place para hacerlos llegar a la santidad.

46. De siglo en siglo, pero de modo especial hacia el fin del mundo, todos los "ricos del pueblo suplicarán tu rostro". San Bernardo comenta así estas palabras del Espíritu Santo: los mayores santos, las personas más ricas en gracia y virtud son los más asiduos en rogar a la Santísima Virgen y contemplarla siempre como el modelo perfecto a imitar y la ayuda eficaz que les debe socorrer.

47. He dicho que esto acontecerá especialmente hacia el fin del mundo y muy pronto porque el Altísimo y su Santísima Madre han de formar grandes santos que superarán en santidad a la mayoría de los otros santos cuanto los cedros del Líbano exceden a los arbustos. Así fue revelado a un alma santa, cuya vida escribió de Renty.

48. Estos grandes santos, llenos de gracia y dinamismo, serán escogidos por Dios para oponerse a sus enemigos, que bramarán por todas partes. Tendrán una excepcional devoción a la Santísima Virgen, quien les esclarecerá con su luz, les alimentará con su leche, les sostendrá con su brazo y les protegerá, de suerte que combatirán con una mano y construirán con la otra. Con una mano combatirán, derribarán, aplastarán a los herejes con sus herejías, a los cismáticos con sus cismas, a los idólatras con sus idolatrías y a los pecadores con sus impiedades. Con la otra edificarán el templo del verdadero Salomón y la mística ciudad de Dios, es decir, la Santísima Virgen, llamada precisamente por los Padres, Templo de Salomón y Ciudad de Dios.

Con sus palabras y ejemplos atraerán a todos a la verdadera devoción a María. Esto les granjeará muchos enemigos, pero también muchas victorias y gloria para Dios solo. Así lo reveló Dios a Vicente Ferrer, gran apóstol de su siglo, como lo consignó claramente en uno de sus escritos.

Es lo que parece haber predicho el Espíritu Santo con las palabras del salmista:

"...Y sepan que Dios domina en Jacob,
hasta los confines de la tierra.
Regresan a la tarde,
aullan como perros,
rondan por la ciudad
en busca de comida..."
Esta ciudad a la que acudirán los hombres al fin del mundo para convertirse y saciar su hambre de justicia es la Santísima Virgen a quien el Espíritu Santo llama "morada y ciudadela de Dios".
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Continuará en el Capítulo III
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Para leer extractos del Capítulo I - María en el misterio de Cristo:
http://formacionpastoralparalaicos.blogspot.com/2009/03/maria-en-el-misterio-de-cristo-1-parte.html
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Para leer la 1º parte del Capítulo II - María en el misterio de la Iglesia:
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