¡Alegraos! ¡Él vive!




Hedwig Lewis S.J.

La Resurrección de Jesús ha quedado simbólicamente reflejada en las vidas de sus discípulos. El Señor Resucitado entra en el «reducto» en el que se habían encerrado, después de la crucifixión: un reducto de oscuridad, incertidumbre, duda, desaliento, miedo y frustración. Él reanima sus espíritus e infunde en ellos una nueva vida. Los llena de paz y gozo.

Jesús Resucitado ahora no oculta su divinidad, como lo había hecho durante su Pasión, sino que manifiesta sus cualidades divinas para que sus amigos las vean y las experimenten. Y no lo hace apareciendo como un ángel revestido de luz, sino sencillamente, como un maestro cariñoso, un amigo querido un compañero de camino, un huésped amigable.


Libre de las limitaciones de su cuerpo físico, el Cristo Resucitado puede ir a donde la plazca. Observaremos cómo él se hace presente allí donde más le necesitan, para animar y consolar a sus discípulos. Es Cristo, el Consolador.


En tus oraciones, pide la gracia de sentir alegría porque el Señor ha resucitado, y valor para ir por todo el mundo e irradiar tu alegría por medio de tu generoso servicio.


Tomado del libro de EVC “En casa con Dios”
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues es cierto,!El Vive!, Jesús vive en toda acción que brindemos o demostremos ante el que se encuentra solo, triste, dando y animando, asi sea de la forma más sencilla, lo importante es darlo con mucho amor.