P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
4. MOISÉS
4.1. LA FORMACIÓN DEL PUEBLO DE ISRAEL. ÉXODO. UNIÓN DEL ÉXODO CON ABRAHÁN
Después
de haber recogido el Génesis las distintas tradiciones sobre la aventura
religiosa de Abrahán pasa, sin detenerse, al depositario de las promesas Isaac,
Gen 25, 19-26, a exponer la accidentada vida de Jacob Gen 27 al 36, en quien se
muestra la libertad de los planes de Dios al elegir a quienes quiere,
prefiriendo el hijo menor al mayor, (caso de Jacob y Esaú) Gen 26, 24. Y
termina con la historia de José, del 37 al 50, envidiado y vendido por sus
hermanos, y al final salvador del pueblo de Dios, al llegar a ser primer
ministro del faraón de Egipto. Así el Génesis presenta a los descendientes y
herederos de la promesa hecha a Abrahán y repetida a Isaac y a Jacob,
instalados y sedentarios en Egipto.
4.2. EL ÉXODO Y LA HISTORIA
Ya
sabemos que en la historia de Moisés el relato Yahvista y el Elohista han sido
elaborados bajo un influjo sacerdotal.
El ciclo de la narración de la historia de Moisés ha recibido de un
redactor del S.V. a de Cristo la forma
que se encuentra actualmente en la biblia hebrea.
Entre
Moisés, que vivió en el S. XIII, a de Cristo, y el autor yahvista, que escribe
en el S. X, a de Cristo, se abre un abismo de trescientos años, mientras que el
redactor final de la historia, S. V, a de Cristo, ha vivido ochocientos años
después de Moisés. A lo largo de este
tiempo y de la transmisión oral han podido añadirse detalles y sin embargo todo
esto no se puede negar la historicidad del documento. Este fondo histórico lo podemos resumir así:
Algunos
descendientes de Jacob (Israel), se vieron obligados a bajar a Egipto en
momentos de hambruna en busca de pastos y de alimentos. Este descenso se explica perfectamente a la
luz de los documentos extrabíblicos que atestiguan una penetración de pueblos
semitas, nómadas en Egipto, a principios del S. XVIII, (hacia 1700), la
emigración revistió caracteres de invasión, ya que dichos pueblos conquistan
Egipto, estableciendo en él un imperio que se prolonga casi por dos siglos, (de
1700 a 1500). A tales pueblos se les
conoce con el nombre de:
"Hyksos". Hacia 1570 los
hyksos son expulsados por los egipcios. La situación cambia automáticamente
para todos aquellos pueblos que se habían acogido a la sombra de los dueños
anteriores.
La
singularidad de los descendientes de Jacob, su emparentamiento con los hyksos,
la necesidad y preocupación de los egipcios por evitar un enemigo dentro de las
propias fronteras en casos de nuevas invasiones de pueblos asiáticos, la
necesidad de una abundante mano de obra para las grandes construcciones de los
faraones de la nueva dinastía, podrían ser las causas políticas de una serie de
medidas opresoras que convierten a los pastores descendientes de Jacob, en
esclavos del faraón.
Los
descendientes de Jacob añorarían sin duda el período aún no lejano en que sus
antepasados conducían sus rebaños a pastos abundantes en plena libertad.
Surgiría en ellos el deseo de una liberación; de volver a disfrutar nuevamente
de aquella libertad. Éxodo 1. 8‑14: "Pusieron capataces para oprimir más a
los israelitas, para oprimirlos con duros trabajos ... ". "Y
redujeron a cruel servidumbre a los hijos de Israel les amargaron la vida con
rudos trabajos de arcilla y ladrillos ...". Portavoz de ese anhelo de
liberación es Moisés. Hijo de Israel.
4.3. VIDA DE MOISÉS
Según
los datos que nos suministra la Biblia, la vida de Moisés se desarrolla de la
siguiente manera:
- Ex 2, 1‑4.‑ Nacimiento de Moisés, colocado a orillas del río Nilo en una cesta de mimbre y betún.
- Ex 2, 5‑11.- Educación en la corte del Faraón.
- Ex 2, 11‑15.‑ Huida a Madián. Matrimonio con Séfora.
- Ex 3, 1‑15.‑ La teofanía de la zarza ardiendo. Vocación y Misión de Moisés.
- Ex 5, 1‑12.‑ Moisés acompañado de Aarón va ante el Faraón. Las diez plagas sobre Egipto. Institución de la Pascua.
- Ex 12, 37 y s.s.‑ Éxodo de Egipto. Peregrinación por el desierto. Teofanía en el Sinaí, la LEY de DIOS: los 10 Mandamientos.
- Num 10, 11.‑ Partida del monte Sinaí.
- Num 22, 1 s.s.‑ Llegada al país de Moab.
- Deut 34, 1‑6.‑ Muerte de Moisés.
4.4. LA ESCLAVITUD ES EL PECADO
A lo
largo de la transmisión, las tradiciones sobre la permanencia en Egipto se
fueron enriqueciendo con la comprensión del sentido de lo ocurrido. En la amalgama de tradiciones que nos reúnen
los primeros capítulos del libro del Éxodo, se encuentra ya una interpretación
profunda de la opresión allí sufrida por los antepasados de Israel: "Pasado mucho tiempo, murió el rey de
Egipto, y los hijos de Israel seguían gimiendo bajo dura servidumbre, y
clamaron, sus gritos arrancados por la servidumbre subieron hasta Dios. Dios oyó sus gemidos y se acordó de su
alianza con Abrahán , Isaac, y Jacob.
Miró Dios a los hijos de Israel y los atendió", Ex 2, 23‑25.
Estos
versículos sugieren que durante la estancia de los israelitas en Egipto ha habido
una cierta ausencia de Dios.
Probablemente los israelitas, al contacto con los egipcios, se han
olvidado del Dios de Abrahán, Isaac y Jacob, adorando a los dioses de
Egipto. Manifestación sensible de ese
alejamiento del Dios de los padres es la caída en la opresión. La dureza de ésta remueve los sentimientos
más profundos del pueblo elegido y al caer en la cuenta de su apartamiento de
Dios, claman nuevamente a El. Los gritos
del pueblo son señal de su vuelta a Dios, al Dios de Abrahán, Isaac y Jacob,
esto es una señal de conversión. Estos
gritos suben a la presencia de Dios, que sale al encuentro del pueblo oprimido: "mira y atiende", mirada y
atención que son garantía de que la salvación ya está en marcha.
4.5. MOISÉS EL LIBERTADOR
La
visita salvadora de Dios a su pueblo se va a encarnar en un hombre: Moisés.
Circunstancias providenciales le han preparado inmejorablemente para el
cumplimiento de esta misión que se le va a encomendar.
Moisés
es hebreo de nacimiento pero egipcio de educación, educado esmeradamente en la
corte del faraón será el hombre ideal para salvar al pueblo de Dios de la
ignominiosa esclavitud, Ex 2, 1‑10. Llegado a la edad adulta, Moisés siente la
llamada de la sangre Ex 2, 11-12, se solidariza con su propio pueblo oprimido. Esta solidaridad le obliga a huir al
desierto, Ex 2, 15.
En la
soledad terrible del desierto y en un clima lleno de recogimiento religioso
Moisés se encuentra con Dios que se le revela en la zarza ardiente y que no se
consume Ex 3, 1‑6. Dios le llama por su
nombre desde la zarza, le hace sentir su
"santidad" y la distancia que les separa, y le da a conocer sus
planes sobre la liberación del pueblo y sobre su misma persona: "Ve, pues, yo te envío al faraón, para
que saques a mi pueblo, a los hijos de Israel de Egipto", Ex 3. 1.
Toda
la estructura de la vocación de Moisés, Ex 3, 7, s.s, está concebida para dar a
entender que la obra por él realizada se debe exclusivamente a la iniciativa y
al mandato de Dios. Moisés busca y alega
razones humanas para no seguir la llamada de Yahvé y dice: "Quién soy yo para ir al faraón y sacar a los hijos de Israel de
Egipto?", Ex 3,11. "No van
a creerme, no van a escucharme", Ex 4, 1. "No soy un hombre de palabra fácil", Ex 4, 10.
Esta
serie de indecisiones de parte de Moisés indican la incapacidad del hombre para
llevar a cabo la obra de la salvación que Dios le encomienda. Y todas las
respuestas de Dios a esas indecisiones recalcan la realidad que quien salva es
Dios. Él tiene la iniciativa y llama a Moisés desde la zarza ardiente y le
dice: "he visto la aflicción de mi
pueblo, ... y he bajado para liberarle,... ve, pues, yo te envío, ...",
Ex 3, 7-10. Dios mismo es la garantía de Moisés, y garantía también de la
misión que le encomienda, a la vez, le dará la capacidad para ir al faraón y
sacar al pueblo de Israel de la opresión, pues: "yo estaré contigo", Ex 3, 12.
El
mismo nombre de Dios: YHVH = "Yo
soy, el que soy", que se le revela como: "el que da la vida", el que hace el ser, el eternamente
vivo y eternamente presente y actuante, será la garantía para el pueblo, Ex 3,
14. Un Dios, que cuando decide actuar, actúa; cuando se decide a dar la vida,
la da; cuando se decide a salvar, salva. Con la garantía de que es Dios quien
salva, y que la debilidad humana hará brillar
el poder de Dios, Moisés acepta ser instrumento humano de liberación. La misión
que se le encomienda no es nada fácil. Tendrá que volver para enfrentarse con
el faraón, de quien por temor huyó. Se encontrará, como se temía, con la
incredulidad de su propio pueblo, Ex 5, 20-21. Tendrá que soportar, incluso, la
ausencia de Dios: "Señor, ¿por qué
castigas a este pueblo?". "¿para qué me has enviado?".
"Desde que fui al faraón para hablarle en tu nombre, maltrata al pueblo, y
tú no haces nada para librarle", Ex 5, 22-23.
Esta
es la prueba de la fe, en la que no hay más garantía que la seguridad de la
presencia de Dios: "Yo estaré
contigo". La última palabra de Moisés es la obediencia, la aceptación
en la fe de la dolorosa misión del libertador: "Moisés y Aarón hicieron lo que Yahvé les mandó, tal cual se lo
mandó, así lo hicieron", Ex 7, 6.
4.6. MOISÉS ANTE EL FARAÓN
Sorprende
ver cómo Moisés se convierte en una especie de mago que realiza obras de magia
y cosas fantasiosas ante el Faraón. Durante sus intervenciones, aparece con
frecuencia el cayado como símbolo del pastor, y cómo con el cayado realiza
prodigios extraordinarios. Con motivo de las plagas, del paso del mar Rojo, es
el cayado el que opera el prodigio, Ex 7, 8-13. ¿No pudiera con ello simbolizar
que Dios se sirvió de un pastor para forjar un pueblo?.
En
todo caso lo que se intenta demostrar es que Moisés es mucho más poderoso que
los magos de la corte del faraón, estos eran capaces de poner una serpiente
real en erección vertical rígida, dando la sensación de ser un auténtico
cayado, pues bien, Moisés es capaz de convertir un cayado de madera en una
serpiente real, cosa que no pueden hacer jamás los magos egipcios. Así queda
demostrada y realizada al máximo la fuerza del portavoz divino. Con estas
apreciaciones el escritor sagrado pretende garantizar que Yahvé es mucho más
fuerte que toda la magia egipcia.
El
mismo criterio se puede aplicar al tema de la lepra Ex 4, 6-7. La lepra era una
enfermedad cuyo origen se asignaba a la divinidad. Sólo los dioses eran capaces
de curarla. Moisés comprende simbólicamente que Yahvé en un momento puede
erradicar ese mal tan terrible. Ambos eventos simbólicos dicen clara relación a
las plagas que en breve tiempo asolarán el país de los faraones, Ex 4, 9.
Moisés
contará también con la asistencia de su hermano Aarón. El será su intérprete.
La fuerza de Yahvé se manifestará a través de Moisés, siendo en cambio su
hermano Aarón quien tome la palabra.
Moisés con toda esta serie de garantías toma confianza y está seguro de que no
puede fracasar, así se lo garantiza la asistencia de Yahvé. Este con su brazo
poderoso doblegará la oposición del faraón opresor. ¿Qué debe hacer Moisés?.
Simplemente, advertir al faraón de las decisiones salvadoras de Yahvé con relación
a su pueblo. El faraón se negará, no importa, el proceso liberador está ya en
marcha, nadie puede contener al Dios liberador ni el propio faraón. Yahvé, para
castigar la dureza de corazón del faraón, utiliza las 10 plagas de Egipto y así
liberar portentosamente a su pueblo.
4.7. LAS 10 PLAGAS DE EGIPTO
Si el
faraón Ramsés II (1301-1234) a.d.C, fue el faraón de la opresión, el flagelo de
las 10 plagas cayó sobre los egipcios bajo el gobierno de sus sucesor Merneptah
(1234-1220), a.d.C. Mientras que por mucho tiempo las plagas de Egipto han sido
consideradas como recursos literarios o amplificaciones dramáticas; hoy hay
muchos estudiosos bíblicos que las consideran auténticamente históricas.
Nosotros
podemos decir de las plagas de Egipto que fueron fenómenos naturales de los
cuales se sirvió Dios para realizar la protección de su pueblo oprimido y
abrirle así el camino de la libertad. En orden a clarificar lo razonable de
esta hipótesis, parece oportuno ir analizando cada una de las 10 plagas,
proyectando sobre cada una de ellas la acción divina de Dios y viendo en ellas
un milagro teniendo como base un intento de interpretación en un fenómeno
natural, tal como algunos estudiosos las suelen presentar.
1. El agua del Nilo se convierte en sangre: Ex 7, 14-25
Este
fenómeno ocurre, a veces en el mes de agosto. Al desencadenarse en los montes
de Abisinia tormentas descomunales, las aguas arrastran por el río Nilo
infinidad de microorganismos llamados "euglena
sanguinea" o "hematococus
pluvialis", los cuales, dado su color rojizo, infunden en el agua una
nueva tonalidad rojiza. Esto acompañado del barro formado por el violento
correr de las aguas, hace que el río Nilo ofrezca a la vista un color rojizo
muy fuerte, en contraste con las aguas claras y limpias de la época normal.
2. Las
ranas. Ex 7, 26-28
El
desbordamiento de las aguas barrosas hace que las ranas de las acequias y
canales se alejen y vayan a refugiarse en la humedad y frescor de las casas.
Sin embargo, estas ranas, afectadas por un virus, el "bacillus antracis",
poco tardan en morir, por lo que muy pronto se convierte en un foco de
putrefacción.
3. Los mosquitos. Ex 8, 12-15
Los
antiguos pensaban que los mosquitos nacían por generación espontánea. Lo cierto
es que, tras una descomunal inundación, conforme las aguas iban decreciendo, se
iba formando una masa espesa de barro. Ello favorecía la pululación de
mosquitos, que se convertían a su vez en un foco de infección, pues transmitían
los virus formados por otros animales muertos previamente a causa de la misma
inundación.
4. Los tábanos. Ex 8, 16-28
Con el
descenso de las aguas se multiplica de forma voraz la famosa mosca llamada "stomoxy colcitrans", una
especie de mosca subtropical, que suele picar a los animales e incluso a los
seres humanos. Aparece con rapidez para desaparecer sin dejar huella. Este
animal siempre ha sido transmisor de enfermedades. Esta peste siempre fue muy
temida en la antigüedad.
5. Muerte del ganado. Ex 9, 1-7
Al
salir los animales al campo, contraen el
"bacillus antracis" que antes afectara a las plantas, como
consecuencia de la putrefacción de las ranas. Murieron todos los ganados de los
egipcios, los israelitas al tener sus
ganados en sus casas y no saliendo de sus casas liberaron sus ganados de la
peste, acusando fuertemente los egipcios este golpe de la muerte de sus mejores
ganados.
6. Las pústulas. Ex 9, 8-12
Pústulas,
o úlceras epidérmicas, vienes provocadas por la mosca "stromoxys calcitrans". Esta afecta a las personas y a
los animales en los establos. Puede tratarse de inflamaciones cutáneas y de
enfermedades de la piel. Siempre fueron consideradas por los egipcios como
enfermedades muy peligrosas.
7. El granizo. Ex 9, 13-35
Esta
tempestad de granizo es posible en cualquier época del año. Sin embargo, lo más
frecuente es que se dé al comenzar la primavera. Sobre todo tras las
inundaciones del río Nilo que provocan cambios bruscos atmosféricos. Estas
granizadas arrasan por completo todas las cosechas del campo y cuando el
granizo asola toda el terreno, los habitantes del lugar lloran por anticipado
la ausencia de la cosecha.
8. Las langostas. Ex 10, 1-20
En los
años húmedos suelen emigrar de Arabia a Egipto cantidades enormes de langostas
silvestres, empujadas favorablemente por el viento del este. A veces, es tal la
cantidad de estos insectos que ocupan en el espacio del cielo 30 kilómetros de
largo por unos 10 kilómetros de ancho, siendo de 200 a 300 kilómetros cuadrados
los que quedan cubiertos por estas langostas cuando se posan en el suelo. Como
es de suponer, semejante cantidad de animales voraces asolan con todos los
productos de la tierra agrícola, causando verdadero pavor entre los
agricultores.
9. La tinieblas. Ex 10, 21-28
El
desbordamiento de las aguas suele dejar un sedimento espeso de tierra rojiza y
polvorienta que se levanta cuando se deja sentir el primer viento procedente
del desierto, allá por el mes de marzo. Este viento fuerte, a veces huracanado,
levanta masas enormes de polvo dejando la claridad del día en casi oscuridad. Todavía,
hoy día, los árabes temen esta especie de tempestades de aire caliente, espeso,
procedente del desierto.
10. La muerte de los primogénitos. Ex 12, 29-30
Es la
más difícil de explicar desde el punto de vista de un fenómeno de la
naturaleza. Pudo ser que murieron los niños indefensos entre tanta tragedia y
por la peste. Pudo Dios permitir que así fuera.
Con
relación a esta descripción de las 10 plagas que acabamos de efectuar nos
preguntamos acerca de la interpretación que se da a estas plagas. Lo primero
que decimos es por qué influyeron tan poderosamente en el ánimo del faraón,
hombre fuerte y aguerrido. Probablemente la inaudita intensidad de estos
fenómenos naturales y la época insólita en que acaecieron constituyeron signos
con que Yahvé manifestó verdaderamente su
poder. Un milagro para ser milagro, no debe, necesariamente, violar las
leyes de la naturaleza de modo que los hombres perciban aterrados su presencia
y su intervención divina. Cualquiera que sea la explicación de las 10 plagas de
Egipto hay que verlas como las vio el pueblo de Israel, como una intervención
del brazo fuerte y mano poderosa de Yahvé en favor de su pueblo.
4.8. LA PASCUA: ÉXODO. CAPÍTULOS 11 Y 12
La
muerte de los primogénitos egipcios va unida a la Pascua y constituye el
comienzo de la salvación. Yahvé, por medio de su "ángel", pasa (pascua) por la tierra de Egipto, y
realiza en ella un juicio: la muerte de los primogénitos de Egipto. Al mismo
tiempo "pasa de largo" por
delante de las casas de los israelitas que han marcado con la señal de la
sangre del cordero sobre el dintel de la puerta.
La
visita exterminadora de Yahvé ha sido un juicio de condenación para el pueblo
egipcio por la terquedad del faraón, y sin embargo la misma visita del "ángel" es una señal de bendición
para el pueblo israelita.
El
faraón con su poder, su terquedad y su arrogancia han recibido el castigo de
Dios por su pecado: no querer dar libertad al pueblo israelita. Este pueblo
estaba abocado al exterminio y si no lo fue era debido a la señal de la sangre
del cordero, como signo de benevolencia
y protección de Dios para con su pueblo elegido, en virtud de las promesas
hechas a sus antepasados, Ex 3, 13-22.
Ante
esta suprema intervención del poder de Dios, el faraón, vencido, deja salir al
pueblo israelita al desierto:
"Aquella noche llamó el faraón a Moisés y a Aarón y le dijo: "Id,
salid de en medio de nosotros, vosotros y los hijos de Israel, e id a
sacrificar a Yahvé como habéis dicho. Idos y dejadme", Ex 12, 31-32.
Este
acontecimiento ha sido siempre unido a la fiesta israelita de la Pascua, fiesta
que es de origen semita, nómada, pastoril, anterior por consiguiente a la
salida de Israel de la esclavitud de Egipto. En esta fiesta se inmola un
cordero macho, de un año, sin defecto, es un ofrecimiento de las primicias de
los animales para asegurar la bendición de Yahvé sobre el año nuevo. Esta
fiesta en Israel cambia de signo, pasa a conmemorar no el comienzo de un año
nuevo, sino la memoria de la liberación de Israel de la opresión de los egipcios.
La sangre del cordero, es la que ha librado al pueblo del exterminio de Dios, y
desde entonces el pueblo israelita celebra, año tras año, de generación en
generación, la inmolación del cordero pascual en recuerdo de lo que Yahvé hizo
en favor de su pueblo, Ex 12, 26-27.
No debe olvidarse que Moisés no había sido el
primero en celebrar la Pascua, sino que esta fiesta era muy antigua, unida muy
probablemente a Abrahán, Isaac y a Jacob por ser fiesta nómada o pastoril. Se
celebraba en primavera durante el mes de Abril. Ex 13, 4, llamado “Nissan”, en el período postexílico y
que debe de colocarse entre la mitad de marzo y la mitad de abril. Consistía en el sacrificio primaveral del
cordero esta fiesta se unió a otra fiesta de tipo agrícola era la ofrenda de la
primera cosecha de trigo, es decir, el pan ácimo (massot). Antes de comenzarse
la nueva recolección de los frutos se consumían las provisiones de trigo para
que a la nueva cosecha no la profanase el contacto de la precedente.
Así la Pascua de los
pastores, el cordero, y la fiesta de la recolección de los agricultores, el pan
ácimo, se unieron en una sola fiesta la
Pascua judía, y constituían las fiestas típicas de una religión natural, ligada
a los ciclos estacionales. Moisés relacionó estas dos fiestas con el suceso
histórico del éxodo de Egipto y bajo el título de "Pasach", o Paso del Señor, recibieron un significado
religioso, que las introdujo en la historia de la salvación.
...
Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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1 comentario:
Excelente. Gracias.
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