SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
1.2. MARÍA EN EL NUEVO TESTAMENTO
Con lo estudiado anteriormente, pasamos de la figura de
María profetizada anticipadamente en el A.T. a su figura testificada en el N.T.
Ello tiene la ventaja de que los rasgos, dotados siempre de cierta oscuridad en
los anuncios proféticos del A.T. acentúan en los hechos narrados en el Nuevo
Testamento su claridad y nitidez.
a). Plenitud de los tiempos
San Pablo en
Gal 4, 4: "Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a
su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley". Este es el texto más
antiguo del N.T. (año 54 después de Cristo) referido a María, en su versión
escrita.
- "pero al llegar la plenitud
de los tiempos": expresión que emplea S. Pablo para dar a entender que
se ha cumplido el tiempo de la salvación; ésta es la voluntad de Dios: salvar a
todo el género humano, es decir, ha llegado la hora en que se realicen las
promesas y las profecías de la salvación. El tiempo de salvación da
comienzo.
- "envió Dios a su Hijo":
Es el Hijo que pre-existe junto al Padre y esa pre-existencia hace posible que
el Padre lo envíe del cielo a la tierra. La realización de este acto salvador
se realiza por medio del misterio de la Encarnación, en la que el Hijo, el
Verbo, asume naturaleza humana de la Virgen María en unidad de Persona.
Es notable que la construcción del
texto menciona exclusivamente al Padre celeste de Jesús (es el Padre el que
envía al Hijo) y a su madre terrena: "nacido de mujer". La
estructura sugiere la no existencia de un padre terreno, es decir, es una
concepción virginal la de Jesús. Por último, Maria interviene en una generación
de Jesús que tiene como fin redimir a los que estaban bajo la ley y hacer
que recibamos la adopción de hijos de
Dios, por lo tanto, la obra en que María interviene tiene un sentido salvador.
María coopera en nuestra salvación, con su humildad, su obediencia en la fe.
b). Los evangelios de la Infancia
La
Anunciación: Lc 1, 26-38: "Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel
Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un
varón llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y
entrando, le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ella se
conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El
ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas
a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre
Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará
el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su
reino no tendrá fin”. María respondió al ángel: “¿Cómo será esto, puesto que no
conozco varón?”. El ángel le respondió: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será
santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha
concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que
llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios”. Dijo María: “He
aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Y el ángel,
dejándola, se fue".
- "Al sexto mes": La
narración comienza con un dato cronológico, ello sitúa la anunciación de María
en una fecha aproximadamente seis meses posterior al anuncio hecho a Zacarías
en el Templo de Jerusalén, Lc 1, 8-22.
- "fue enviado por Dios
el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret": Es Dios Padre el que envió a su Hijo. Este
dato es muy importante. Es Dios Padre el que toma la iniciativa de la salvación
y pone los medios adecuados para que ésta se lleve a cabo. Elige a un ángel "Gabriel"
= (Dios se ha mostrado fuerte), para que comunique la buena nueva de la
salvación.
- "a una virgen desposada con
un varón llamado José, de la casa de David": El destinatario del
anuncio del ángel Gabriel es "una virgen desposada con un varón
llamado José, de la casa de David". Virgen y desposada, no casada, es
decir, estaba comprometida para matrimonio con José, no habían tenido relación
sexual.
- "Y entrando, le dijo:
"Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo": Es un saludo de alegría, de bendición
celestial. La expresión más llamativa es que María sea llamada "llena
de gracia" = en griego: ": "kecaritomene",
se trata del participio pasivo de pretérito de la palabra griega: "caris"
= gracia de Dios; "kecaritomene" " = en la traducción de la Vulgata de
S. Jerónimo quedó traducido por "gratia plena" = "llena de
gracia". No olvidemos la importancia de los nombres en la cultura judía. Más aún, cuando Dios
confiere una misión a una persona, suele ponerle un nombre que la signifique
con toda exactitud. Esta plenitud de gracia supone varias cosas: ausencia de
pecado original, (dogma de la Inmaculada Concepción), ausencia de pecado
personal.
- "el Señor está
contigo": Después de la invitación a la alegría "caire";
María es la hija de Sión por excelencia, ella, ha sido hecha objeto de la
gracia de Dios, de su bendición de su poder creador, y se da como razón de esta
alegría que va concebir al Emmanuel el "Dios con nosotros", que va a
ser de un modo especial, un Dios con Maria = "el Señor está
contigo".
-
"He aquí que concebirás y darás a luz un hijo, a quien pondrás por
nombre Jesús". María es la doncella virgen de Is 7, 14 en la que se va
a dar cumplimiento la profecía de Isaías sobre el milagro de la concepción y el
parto de una virgen, gracias a la cual se nos dará el "Emmanuel". Le
pondrá por nombre Jesús = Yahvé salva.
Es decir el Mesías será = "el Dios con nosotros que nos salva".
-
"¿Cómo será eso, pues no conozco varón?". La respuesta de la
Virgen María obedece al propósito de conservar su virginidad. En el mundo
semita "conocer" a una mujer, o un esposo a su esposa, es tener
relación sexual íntima, con deseos de procreación. No olvidemos que María
estaba desposada, no casada, con José, es decir, no había tenido aún relaciones
sexuales. Este propósito de mantener su virginidad es de vital importancia
teológica para afirmar la virginidad posterior al parto de la Virgen María. Si
María tiene un propósito de virginidad al que incluso apela como una dificultad
ante un anuncio tan hermoso como el de el ángel Gabriel, de ser Madre del
Salvador, no es pensable que este propósito de virginidad haya sido abandonado
más tarde; Si Dios mismo ha respetado el propósito de María recurriendo al
milagro de la concepción virginal, es el mismo Dios quien se constituye en el
garante del mantenimiento del propósito virginal.
-
"El ángel le respondió: El ángel de Dios responde a la pregunta de
María con la actuación milagrosa con la que va a proceder Dios para que sea Madre
del Salvador: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te
cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado
Hijo de Dios". "El Espíritu Santo vendrá sobre ti",
es una referencia a Gen 1,2, cuando dice "El Espíritu de Dios se cernía
sobre la haz de las aguas", tema alusivo a la creación: Dios, que creó
al principio todo de la nada, puede hace con su fuerza creadora que en tu seno
se conciba un niño sin el concurso de un varón; en estas palabras se contendría
la respuesta a la dificultad de María expresada en el versículo anterior.
" y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra". Este
pasaje es una alusión a Ex 40, 34: "La nube cubrió la tienda de
reunión, y la gloria de Yahvé llenó el
tabernáculo". La gloria de Yahvé es sinónimo del poder de Yahvé mismo.
Si Dios como nube, cubre a María, quiere decir que Dios se hace presente en su
interior, en su seno virginal, para tomar carne de sus purísimas entrañas.
María será así nuevo tabernáculo de Dios, el Arca de la nueva Alianza. En ella,
en su interior, va a habitar Dios durante nueve meses, tomando de ella nuestra
naturaleza humana.
-
"Por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de
Dios" . Esta es una respuesta
a la dificultad expresada por María, a saber: El que ha de nacer será el
Verbo de Dios que toma carne de la naturaleza humana de María, y durante nueve
meses recibirá la vida humana y lo que saldrá de su seno, es Dios mismo, el
Verbo divino encarnado, la segunda Persona de la santísima Trinidad: "Por
eso el que ha de nacer será llamado Hijo de Dios". Lucas proclama el
misterio de la encarnación del Hijo eterno de Dios (El Verbo); llevado en el
seno materno, es Él quien nace de María. En el fondo Lucas está proclamando la
esencia más íntima del dogma de la maternidad divina de María.
-
"Dijo María: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu
palabra”. Con la señal que le da el ángel de que su pariente Isabel ya está
de seis meses la que antes llamaban estéril, la Virgen María da su respuesta
última, llena de humildad y de fe: “He aquí la esclava del Señor, hágase en
mí según tu palabra". Así María, proclamándose "esclava del
Señor" entra en la obra de la redención con sentimientos de
disponibilidad total, son los sentimientos espirituales que más tarde
desarrollará y expresará de manera profética y jubilosa en el Magnificat. En el
"sí" de María hay una cooperación positiva e inmediata a la
Encarnación redentora, en el sentido de que su "sí" va a
permitir su realización. Pablo VI en su Alocución del 30 de mayo de 1973 decía:
"En efecto la cooperación de María no fue puramente instrumental y física,
sino como factor predestinado, pero libre y perfectamente dócil". En este "sí"
de la Virgen María deberá centrarse toda la teología de la cooperación de María
en la obra de la salvación,
María
aceptando ser Madre de Jesús, se une indisolublemente a la vida de salvación de
su Hijo. A lo largo de toda su vida mantuvo el "si" de la
Anunciación hasta el pie de la cruz. El Concilio Vaticano II L.G. nº 57:
"Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se
manifiesta desde el momento de la concepción hasta su muerte".
c. El "Magnificat"
Lc 1, 46-55: «Proclama mi alma la grandeza del
Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador; porque ha mirado la
humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es santo, y su
misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con
su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los
poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a
los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la
misericordia - como lo había prometido a nuestros padres - en favor de Abrahán
y su descendencia por siempre».
La
Virgen María una vez que en la Anunciación acepta ser la Madre del Salvador y
ante la señal que le dio el Arcángel Gabriel que su pariente Isabel ya estaba
encinta desde hace seis meses, decide ir a visitarla desde Nazaret hasta la
aldea de Ain Karim al sur de Jerusalén que dista unos 120 Kms, para ayudarla en
el parto. El encuentro entre ambas mujeres: María y su pariente Isabel, produce
la reacción humana, afectiva, espiritual de María que movida e inspirada por el
Espíritu Santo, expresa en el cántico del Magnificat su corazón de
elegida de Dios y nos dejó este hermosísimo himno lleno de fe, esperanza y
expresión de la misericordia amorosa de Dios con Israel y con todo el género
humano.
Los cánticos de la
protohistoria cristiana (Magnificat, Benedictus, Nunc dimitis) tienen la
finalidad de ilustrar en sentido histórico - espiritual el acontecimiento de la
Encarnación del Verbo. Así, María en el Magnificat es la "esclava"
del Señor, la elegida del acontecimiento escatológico, que ahora experimenta y
vive junto al pueblo de Dios. No solamente canta por ella, sino también por el
pueblo mesiánico: Israel.
Los
himnos de acción de gracias son un prototipo que hay que tener en cuenta por su
expresión salvífica, ya sea a nivel individual o colectiva. El esquema es muy
simple: breve introducción que contiene el deseo de alabar y dar gracias Dios
por un favor concedido, sigue la motivación y el cuerpo doctrinal del cántico,
que desarrolla tres puntos: el fiel agraciado, se dirigió a Dios y fue
escuchado.
En
el caso de la Virgen María el Magnificat recoge y expresa la riqueza interior
de María, que después de la Resurrección profundizó mejor el misterio de Dios
manifestado en su Hijo Jesucristo y también su función de madre de una nueva
familia. La Iglesia naciente en Pentecostés. También en su formulación
teológica, el Magnificat se presenta como la relectura meditada del diálogo de
la Anunciación, que a su vez es puntualización del pasado de Israel y
anticipación de nuevos y futuros desarrollos imprevistos de la sabiduría y
omnipotencia de Dios.
Visto
el texto del cántico más en concreto, se pueden descubrir en él afirmaciones
teológicas muy importantes. Ante todo, María, invitada por el ángel, ya en la
primera palabra de la anunciación, a la alegría mesiánica, es declarada
invadida por esa alegría con estas palabras: "Proclama mi alma la
grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador". Fuente
de esa alegría es el hecho de que Dios ha elegido a María. Pero esa elección
recae sobre una cualidad espiritual de María: su pobreza, en el sentido
religiosos de la palabra, en hebreo "anawim" = significa los
pobres que lo esperan todo de Dios, son profundamente religiosos, piadosos,
viven poniendo su fe y esperanza sólo en Dios, buscan en todo la voluntad de
Dios, son fieles a la ley y son transparentes y ponen su confianza sólo en
Dios, porque no tienen nada en que poder confiar: "porque ha mirado la
humillación (pobreza) de su esclava".
La
elección que Dios ha hecho de María es la causa de su grandeza. Ello hará que a
lo largo de los siglos se tribute a María homenaje en la Iglesia; así lo
profetiza ella misma de modo explícito: "Desde ahora me felicitarán
todas las generaciones".
Como
consecuencia de la elección, Dios ha hecho en María cosas maravillosas. En su
vivencia personal tiene que pesar, en primer término, su experiencia mística
del "fiat" de la anunciación y la encarnación del Hijo de Dios
que ha tenido ligar en ella."porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí".
El
Magnificat es el cántico del alma llena de agradecimiento que, en la austeridad
de una vida sencilla, pone su dicha en sentirse predilecta de Dios. El
Magnificat celebra la pobreza de María, la predilección de Dios por los
hambrientos, los humildes, los pobres y destaca la fidelidad de Dios para con
ellos.
Con
el Magnificat la Virgen María nos abre caminos de esperanza, que culminan en la
mayor vivencia de fe. Hay una semejanza tipológica entre María y Abraham: "para
Dios nada hay imposible", Lc 1, 37 y Gen 18, 14; "Bienaventurada
tú que has creído" Lc 1, 45 y Gen 15, 6; "Has hallado gracia
ente Dios", Lc 1, 30 y Gen 15, 1.
En
esta comparación y similitud entre Abraham y María, hay un título que se merece
la Virgen María - el amor de Dios para con ella, la hace su amiga - y esta
amistad también se da entre Dios y el patriarca Abraham, éste es amigo por
antonomasia de Dios, como lo llama el mismo Yahvé, Is 41, 8: "Y tú
Israel, siervo mío, Jacob, a quien elegí descendencia de mi amigo
Abraham". Y en Sant 2,23: "Creyó
Abraham en Dios y le fue reputado como justicia y fue llamado amigo de
Dios". María es la amiga de Dios transformada por su gracia, Lc 1, 28
y por eso la Liturgia de la Iglesia le aplica las palabras del Cantar de los
Cantares, 4,1: "¡Qué bella eres amiga
mía, qué bella eres!".
A
continuación vamos a escoger algunos textos del Antiguo Testamento en la que la
Virgen María inició su piedad, y en los que se inspiró en el Magnificat:
-
"Proclama mi alma la grandeza del Señor": Salm 16, 9: "Por
eso se me alegra el corazón, mis entrañas se alegran"; Salm 33, 21:
"En Él se alegra nuestro corazón"; Salm 34, 4: "Engrandeced
conmigo a Yahvé, ensalcemos su nombre todos juntos".
-
Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador": "Sal 35,
9-10: "Y mi alma exulta en Yahvé, en su salvación se gozará ... Yahvé
¿quién como Tú para librar al débil del más fuerte, al pobre de su expoliador?;
1 Sam 2,1: "Mi alma salta de júbilo en Yahvé"
-
"Porque ha mirado la humillación de su esclava": Salm 31, 8:
"¡Exulte yo y en tu amor me regocije! Tú que has visto mi miseria y has conocido las angustias de mi
alma"; 1 Sam 1, 11: "¡Oh Yahvé Sebaot! Si te dignas mirar la
aflicción de tu sierva y acordarte de mí ...": Salm 102, 18: "Volverá
su rostro a la oración del despojado, su oración nos despreciará"; Salm
138, 6: "Yahvé atiende al humilde".
-
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones": Malaq 3, 12:
"Todas las naciones os felicitarán porque seréis una tierra de delicias,
dice Yahvé Sebaot".
-
"Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí": Deut 10,
21: "Él, tu Dios, que ha hecho por ti esas cosas grandes maravillosas que
tus ojos han visto"; Salm 98, 1: "Cantad a Yahvé un cantar nuevo,
porque ha hecho maravillas. La victoria se la ha dado su diestra y su santo
brazo".
-
"Su nombre es santo": Salm 111, 9: "Santo y temible es su
nombre"; 1 Sam 2, 2: "No hay santo como Yahvé".
-
"Su misericordia llega de generación en generación: "Salm 103,
1. 7: "Bendice a Yahvé, alma mía. El amor de Yahvé desde siempre hasta
siempre para los que le temen"
-
"Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de
corazón": Salm 89, 11: "A tus enemigos dispersaste con tu potente
brazo".
-
"Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes: Salm 147, 6:
"Yahvé sostiene a los humildes, hasta la tierra abate a los impíos";
1 Sam 2, 7: "Yahvé enriquece y despoja, abate y ensalza".
-
"A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió
vacíos": Salm 34, 11: "Los ricos quedan pobres y
hambrientos, mas los que buscan a Yahvé de ningún bien carecen"; 1 Sam 2,
5: "Los hartos se contratan por pan y se holgaron los hambrientos".
-
"Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia:.
Salm 98, 3: "Se ha acordado de su amor y lealtad para con la casa de
Israel. Todos los confines de la tierra han visto la salvación de nuestro
Dios".
-
"Como había prometido a nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia
por siempre": Salm 71, 19: "Y tu justicia, Oh Dios, hasta los
cielos"; Sal 118, 15-16: "Clamor de júbilo y salvación en las tiendas
de los justos: "La diestra de Yahvé hace proezas, excelsa la diestra de
Yahvé, la diestra de Yahvé hace proezas".
Meditando
el Magnificat, el cántico de los cánticos del Nuevo Testamento, María bajo la
inspiración del Espíritu Santo, formula la ley misteriosa que rige la historia
de la salvación: la elección de lo más bajo y pobre para cumplir sus planes más
sublimes; 1 Cor 1, 26-29: "Mirad hermanos, quiénes habéis sido
llamados. No hay muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos de
la nobleza. Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo, para confundir a los
sabios. Y ha escogido Dios los débil del mundo para confundir alo fuerte. Lo
plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a
la nada lo que es. Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de
Dios".
Así
el texto del Magnificat es como un bello mosaico de citas y alusiones al
Antiguo Testamento que María ha escuchado muchas veces en la sinagoga de
Nazaret y que ha meditado frecuentemente en su corazón hasta asimilar el
sentido profundo que expresa, y que ahora se reproducen con una fuerza
inusitada ante el inesperado anuncio del ángel. Las palabras de acogida y
saludo de su pariente Isabel le acaban de emocionar de tal manera que se abren
sus labios para proclamar las grandezas del Señor. María es el prodigio máximo
de las divinas misericordias que, después de volcarse sobre ella, llegan hasta
nosotros de generación en generación.
Con el Magnificat, María
expresa la grandeza de Dios y su presencia real y activa en la historia humana. Ningún himno podrá decir
más de Dios. El Dios de María es el más cercano; está ahora con ella como
estuvo cerca de Abraham, de Moisés y de todos los profetas. La presencia de
Yahvé nunca se apartó de su pueblo, ni de día ni de noche, Ex 13, 22. Pero
ahora, en la plenitud de los tiempos, Gal 4,4, la Palabra se ha hecho carne y
puso su morada entre nosotros, Jn 1, 14, en el vientre de la Virgen María, y hace de ella el arca de la Nueva Alianza,
éste es el poder de Dios
d. Profecía de Simeón
Profecía de la "Mater dolorosa": Lc 2, 34-35: "Simeón les
bendijo y dijo a María su Madre: Este está puesto para caída y elevación de muchos
en Israel y para ser señal de contradicción; - ¡y a ti misma una espada te
atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de
muchos corazones". El misterio de la participación de la Virgen María
como madre dolorosa en la pasión y muerte de su Hijo es probablemente el
acontecimiento evangélico que ha encontrado más eco más amplio e intenso en la
religiosidad popular, y también en la Liturgia cristiana.
En general, se suele
considerar el dolor de la Virgen María en la infancia de Jesús y no sólo en su
Pasión. Este pasaje de Lc 2, 34-35, es uno delos más significativos en cuanto
anuncio profético de lo que luego iba a realizarse en la vida de la infancia de
Jesús y por lo tanto de su madre. La frase: "¡Y a ti misma una espada te
atravesará el alma!" , es el anuncio de la progresiva revelación que
Dios le hace de la suerte de su Hijo; espada que penetrando en María le hará sufrir; esa espada es símbolo del
camino doloroso de la Virgen María, que en la tradición posterior será asumida
como signo de los dolores sufridos por la Madre del Redentor y será
representada en los siete puñales en el corazón de María.
Ya en la infancia de Jesús, María sufre por el aviso del
ángel en el que le avisa que Herodes quiere matar a su Hijo. La huída a Egipto.
La pérdida por tres días del niño Jesús en el Templo de Jerusalén, son
realidades que la Virgen María llevó con verdadero dolor santificador y
redentor.
El versículo de: "una
espada te atravesará el alma", es conocido teológicamente como el de
la "transfixión" del Mesías que había profetizado el Antiguo
Testamento en los cánticos del Siervo de Yahvé, en Is 53, 5: "fue
traspasado por nuestros pecados", unido al Salmo 22, 17: "han
traspasado mis manos y mis pies"; y en el Salmo 22, 21: "Libra
mi alma de la espada"; y en Zac 12, 10: "En cuanto a
aquél a quien traspasaron, harán lamentación por él como lamentación por hijo
único, y le llorarán amargamente como se llora a un primogénito".
En estos anuncios
proféticos, lo importante es que el tema de la "transfixión"
se refiere a los sufrimientos futuros del Mesías en su pasión Las palabras de
Simeón, al usar incluso la misma terminología, aplicándola a María, profetiza
la participación de ésta en la pasión de Jesús. Ya Gen 3, 15, había hablado de
asociación de María al Mesías en su lucha contra Satanás. En Lc 2, 35, nos
descubre la prolongación de esa asociación hasta una comunidad de dolores en la
pasión y el Calvario. Por eso, María no es sólo la Madre de Jesús, sino la "Madre
dolorosa" que acompaña a su Hijo, participando de sus sufrimientos, de
pie junto a la Cruz, Jn, 19, 25.
e. La Mariología de San
Juan
Las bodas de Caná: Jn 2, 1-11: "Tres días después se celebraba
una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también
a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había
acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: "No tienen
vino". Jesús respondió: "Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti?. Todavía no
ha llegado mi hora". Dice su madre a los sirvientes: "Haced lo que él
os diga". Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las
purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús:
"Llenad las tinajas de agua" Y las llenaron hasta arriba. "Sacadlo
ahora, les dice, y llevadlo al maestresala". Ellos lo llevaron. Cuando el
maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los
sirvientes los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el
maestresala al novio y le dice: "Todos sirven primero el vino bueno y
cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta
ahora". Así, en Caná de Galilea dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria,
creyeron en él sus discípulos".
El episodio de las bodas de
Caná es de todos conocido. Caná de
Galilea estaba muy cerca de Nazaret, como a una hora y media de camino. Sin
duda, los esposos que celebraban su boda conocían a María y a Jesús, puesto que
les invitaron al banquete. Hacía muy poco que Jesús había comenzado su vida pública
apostólica y le acompañaban ya sus primeros discípulos: Pedro, Andrés, Santiago
y Juan, Natanael y algunos más. Era costumbre que los nuevos esposos invitaran
a comer y beber a todos los huéspedes que iban llegando durante una semana que
duraban las fiesta de la boda.
No sabemos si ser por ser pobres o porque habían llegado
más invitados de los previstos, las reserva de vino destinada a los huéspedes
se había terminado antes de tiempo. Si esto se hubiera descubierto, habría
ocasionado una gran humillación a los esposos y sus familiares, puesto que el
vino era un elemento indispensable en las fiestas de los judíos.
María que probablemente
había estado ayudando a las demás mujeres en los preparativos del banquete, se
dio cuenta de la situación: faltaba vino. Entonces, María llevada de su
exquisita delicadeza y de la bondad de su corazón, acudió con tacto y prudencia
a su Hijo Jesús para que interviniera en ayuda de los esposos. Podemos afirmar
que María tenía plena confianza en los recursos y poderes que tenía su Hijo,
porque se limitó decirle confidencialmente a decirle lo que pasaba, sin añadir
ninguna petición explícita solamente: "No tienen vino". Jesús
respondió: "Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti?. No es llegada aún mi
hora".
Las palabras: "Mujer,
¿qué nos va a mí y a ti?. No es llegada aún mi hora", tienen el
significado, no despectivo, o de despreocupación de las necesidades ajenas,
significan sencillamente que ellos no tienen nada que ver con la falta de vino.
Y en cuanto a que todavía: "No es llegada aún mi hora", parece
una franca negativa a realizar en aquel trance un milagro. Pero debió decirlo
Jesús en un tono tan cordial y lleno de mansedumbre que María vio con toda
claridad en la aparente negativa de su Hijo la concesión de la gracia que ella
le pedía. María que conocía tan bien a su Hijo, leyó la respuesta afirmativa en
algún gesto, en la expresión de su cara, en la luz de sus ojos, en su sonrisa y
quizás también por inspiración del Espíritu Santo. Lo cierto es que María dijo
con plena seguridad y delicadeza dijo a los servidores: "Haced lo que
él os diga". Consigna preciosa que los santos han celebrado como una
actitud dentro del camino espiritual del seguimiento de Cristo.
Este fue el primer milagro
que nos narra San Juan, que pone de manifiesto su poder sobrehumano y la
delicadeza exquisita del corazón de María, siempre atenta a las necesidades de
los demás, empleando su poder de intercesión ante su Hijo para sacar de una
situación a una familia amiga y a la que amaban.
Ante las palabras: "No
es llegada aún mi hora", María estará también presente con su Hijo en
la "hora de Jesús" Jn 19, 25, en el Calvario cuando Jesús
entrega su vida al Padre por amor a los hombres. A partir de ese momento María
volverá a tener un puesto preeminente junto a Jesús en la obra de la salvación
universal y en la Iglesia que es la continuadora dela obra de Cristo. Se
comprende así la reaparición de María junto a la cruz del Señor, lo mismo que
está junto a los apóstoles en el día de Pentecostés a la espera del Espíritu
Santo, Hech 1, 14. Es decir, la presencia
de María en la Iglesia naciente, como presencia que se prolongará en la
Iglesia a lo largo de la Historia.
f. María: "Mater
dolorosa", junto a Jesús en la Cruz
Jn 19, 25, s.s.: "Junto
a la cruz estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y
María Magdalena. Jesús viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien
amaba, dice a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". Luego dice al
discípulo: "Ahí tienes a tu madre". Y desde aquella hora el discípulo
la acogió en su casa". En el Evangelio de San Juan ya no se vuelve a
hablar de María de manera explícita hasta que la encontramos al pie de la cruz
acompañada de su hermana, María Magdalena y el discípulo Juan. En este pasaje
se cumple la profecía del anciano Simeón en el Templo al comienzo de la vida de
Jesús. Ha llegado el momento de la "Mater dolorosa". La "hora
de Jesús" ha llegado, es el momento de la entrega total en sacrificio "hasta
la muerte y muerte de cruz", Filp 2, 8. Allí está su madre
acompañándolo en el dolor, en el sufrimiento redentor, fiel, obediente, a su
misión de madre, junto a su Hijo en la hora más difícil, obediencia, fidelidad,
llena de amor, no de desesperación, ira u odio. María también escucho: "Padre,
perdónales porque no saben lo que hacen", y ella también perdonó.
En las palabras de Jesús
dirigidas a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo". "Luego
dice al discípulo: "Ahí tienes a tu madre". Y desde aquella hora el
discípulo la acogió en su casa". Es el propio San Juan, el discípulo
amado de Jesús, quien nos refiere en su evangelio la emocionante escena que se
le quedó grabada en el alma. Jesús le acababa de confiar el cuidado de su
madre, ahora que iba Él a morir y a dejarla sola en el mundo. Era el encargo de
Jesús como buen Hijo, que cumple con el cuarto mandamiento de la Ley de Dios,
que nos manda honrar al padre y a la madre y preocuparnos por el porvenir de
sus vidas. Este es el sentido primario de las palabras de Jesús.
Pero todos los Santos Padres
y expositores sagrados están de acuerdo en decir que San Juan era en aquel
momento el representante de toda la humanidad creyente y redimida, Juan nos
estaba representando a todos y cada uno de nosotros. Poro eso las palabras
dirigidas a San Juan iban también dirigidas a cada uno de nosotros en
particular. Por eso podemos decir con toda verdad que María es nuestra Madre en
el orden espiritual, porque es la Madre de Cristo, y Cristo es la Cabeza de su
Cuerpo que es la Iglesia.
La tradición de la Iglesia
ha visto en estas palabras a Jesús entregando a su madre, María de
Nazaret, a la Iglesia, pues Juan,
representa a todos los miembros creyentes de la Iglesia. Y en las palabras
dirigidas al discípulo Juan: Ello implica que María es Madre espiritual de
todos los fieles, pues todos los bautizados en el nombre de Cristo son hijos de
Dios en el único Hijo Jesucristo. Si María fue madre de Cristo también lo es
nuestra, pues todos los bautizados somos hermanos de Cristo y por lo tanto en
Cristo tenemos la misma madre. De ahí la verdad teológica que todos los fieles
debemos venerar a la Virgen María como verdadera madre espiritual.
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Agradecemos al P. Ignacio Garro S.J. por su colaboración.
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