P. Ignacio Garro, S.J.
Seminario Arquidiocesano de Arequipa
La Muerte
1. El hecho y el concepto de la muerte
Hablamos de muerte en el
sentido corporal o físico, que consiste en que toda vida orgánica perece antes
o después. Esta muerte se produce en todo ser viviente. En el ser humano la
muerte consiste en la separación del alma (inmortal) del cuerpo (mortal). Nos
referimos, por tanto, a la muerte corporal o física, que es el más propio y que
la Sagrada escritura describe como la vuelta a ser polvo, Gen 3,19, la
disolución, Filp 1,23; 2 Tes 4,6, abandono de la morada terrestre, 1 Petr 1,14;
2 Cor 5,1.4, o dormición, Mt 9,24, o de
descenso, Apoc 14,13.
Está de más decir que la
muerte corporal de la raza humana, en el sentido explicado, es un hecho real,
natural que lo da la experiencia diaria, tan evidente, que no necesita
demostración.
2. Origen de la muerte
"La muerte en el actual orden de la
salvación, naturaleza caída y reparada, es consecuencia punitiva del pecado
original originante"
Explicación
El hombre es mortal por
naturaleza toda vez que consta de cuerpo y alma. El alma es inmortal, el cuerpo
es biológico y de suyo tiende a descomponerse. Sin embargo sabemos por la
Revelación, que Dios otorgó a nuestros primeros padres (Adán y Eva) el don
preternatural de la inmortalidad corporal, es decir, que si no hubiesen pecado,
ni ellos ni sus descendientes habrían muerto. Ahora bien, esa misma Revelación
sobrenatural nos enseña que nuestros primeros padres, de hecho, desobedecieron
al mandato que Dios les había impuesto para probarlos, con lo cual cometieron
el pecado original originante. A consecuencia de ello, el Señor le infringió la
muerte, según les había prevenido: "porque
el día que comieres de él, morirás sin remedio", Gen 2,7. Así pues, la
muerte adquiere el carácter de castigo o pena, en el sentido de que, a partir
del pecado original originante, toda naturaleza humana queda despojada del don
preternatural de la inmortalidad.
Magisterio de la Iglesia
Concilio de Trento: "Si
alguno no confiesa que el primer hombre Adán, después de haber transgredido el
mandamiento de Dios en el paraíso, perdió inmediatamente la santidad y justicia
en que había sido constituido e incurrió
por la ofensa de esta prevaricación en la cólera e indignación de Dios y, por
tanto, en la muerte con que Dios antes les había amenazado... sea anatema".
Denz 1511.
Adversarios
Pelagianos y Racionalistas:
que afirman que Adán no tuvo el don de la inmortalidad y por tanto la muerte es
sólo consecuencia de la naturaleza corruptible del cuerpo humano.
Sagrada Escritura
Gen 2,17: "Del árbol de la ciencia del bien y
del mal no comerás, porque el día que comieres de él morirás sin remedio"
Gen 3,19: "Con el sudor de tu rostro comerás el
pan, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella has sido tomado. Porque eres
polvo y polvo tornarás".
Sab 1,13: "Dios no hizo la muerte"
Rom 5,12: "Por tanto, como por un solo hombre
entró el pecado y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los
hombres".
Argumento teológico
Sto. Tomás
advierte que el cuerpo humano, como es un compuesto, se corrompe naturalmente
por la muerte. Vamos a señalar con toda precisión teológica las cuatro causas
productoras de la muerte: material, formal, eficiente y final:
a. Causa material: La causa material de la
muerte es la corruptibilidad intrínseca del cuerpo humano. Todo lo que
se compone de elementos contrarios es naturalmente corruptible, pues lleva en
sí mismo la causa de su corrupción. Pero tal es la condición del cuerpo humano
formado de elementos contrarios que
luchan entre sí para conservarse en la existencia. Luego, tarde o temprano,
esos elementos tendrán que disgregarse produciendo el fenómeno de la muerte.
b. Causa formal: La causa formal de la
muerte del hombre es la separación del alma de su propio cuerpo, dejando de
ser forma sustancial o principio vital. Hemos explicado que el alma es la
que da la vida al cuerpo con el que está unido sustancialmente como forma
sustancial del mismo. El cuerpo vive mientras el lama siga informándole; si el
alma se separa, sobreviene inmediatamente la muerte del cuerpo, que se
convierte en cadáver.
c. Causa eficiente: La causa eficiente primara,
remota y trascendente de la muerte del hombre es el mismo Dios, que ha
condenado a ella al género humano en castigo del pecado original. “De todos los árboles del paraíso puedes comer;
pero del árbol de la ciencia de bien y del mal no comas, porque el día que
comieres ciertamente morirás”, Gen2, 17.
“Por haber comido del árbol del que te prohibí comer . . . eres polvo y al polvo volverás”, Gen 3, 17-19.
La causa
eficiente secundaria, próxima y natural de la muerte del hombre es una
enfermedad o un accidente que le arrebata la vida.
d. Causa final: la causa final siendo la
muerte una privación, no tiene en sí misma, propiamente hablando causa final.
Pero teológicamente hablando, podemos considerar como causa final de la muerte
al hombre su estado de hombre viador
(homo viator) hombre pasajero, haciéndole llegar al estado de término
donde ya no puede merecer ni pecar.
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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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