P. Mark Link, jesuita.
Día siete
“Tú cambiaste mi duelo en danza, me quitaste el luto y me vestiste de fiesta”
Salmo 30,12
El violinista
inglés Peter Cropper fue invitado en 1981 a un un concierto muy especial en
Finlandia. La Real Academia de Música de Londres, en gesto sin igual, prestó a
Cropper un invalorable violín Stradivarius de 258 años de antigüedad. El violín
era reconocido por su impresionante sonido.
En el concierto
ocurrió una pesadilla. Cropper se 00tropezó en el escenario, cayó y el violín
se hizo pedazos. El retorno a Inglaterra lo hizo en estado de shock.
El maestro lutier Charles
Beare, pasó incontables horas juntando los pedacitos del violín y recomponiéndolo,
hasta que llegó la hora de la verdad. ¿Cómo sonaría el violín? El corazón de Cropper
se aceleró cuando tomó el arco y comenzó a tocar. Los presentes no podían creer
lo que escuchaban. El sonido del violín era inclusive mejor que antes.
La historia del Stradivarius
es la de cada uno de nosotros. El pecado puede parecer destruirnos, pero Dios, el
gran maestro lutier, une nuestras piezas que parecen dislocadas. Nuestro sonido
se vuelve más bello que el de antes.
¿Cómo es posible que nuestro sonido pueda ser mejor después de reconocer nuestra culpa? Habla con Dios sobre el misterio de su perdón.
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Referencia bibliográfica: Desafío. P. Mark Link, jesuita. Ejercicios Espirituales de San Ignacio
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