179. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - Parábolas del juez y la viuda


P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


VIII. JESÚS EN PEREA

(Diciembre año 29 - Abril año 30)

179.- PARÁBOLA DEL JUEZ Y LA VIUDA

TEXTO

Lc 18, 1-8

Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer. "Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respeta­ba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ' ¡Hazme justicia contra mi adversario!' Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: 'Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme’"

Dijo, pues, el Señor: "Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará jus­ticia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les va a hacer esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará fe sobre la tierra?"


INTRODUCCIÓN

La parábola está tomada de la vida real de Palestina. Las viudas eran con frecuencia despreciadas y tenían que sufrir muchos abusos e injusticias. Entre las leyes morales y religiosas del pueblo judío siempre encontramos el mandamiento de respetar a las viudas: "No vejarás a la viuda...; y si la vejas y dama a mí no dejaré de oír su clamor." (Ex. 10,20-21). Y el mis­mo Señor se refiere a una de estas injusticias que se cometían contra las viudas, y precisamente por parte de los fariseos: "Guardaos de los escri­bas... que devoran la hacienda de las viudas, so capa de largas oraciones." (Lc 20,47) Y también, en muchos pasajes de los profetas, encontramos muy graves condenas contra los jueces injustos, que se vendían por dine­ro. El profeta Isaías, hablando de los jueces, dice: "Cada cual ama el so­borno y va tras de los regalos. Al huérfano no hacen justicia y el pleito de la viuda no llega hasta ellos." (Is 1,23)

La parábola del Señor, en lo que tiene de escena gráfica entre el juez in­justo y la viuda, era, pues, muy fácil de entender para los judíos.

MEDITACIÓN

1) Eficacia de la oración perseverante

El Señor en la parábola nos pone el ejemplo de un juez que, aun siendo completamente injusto y teniendo una conciencia de desprecio hacia Dios y los hombres, sin embargo, ante la insistencia de la viuda, para evitar que siga molestándole, por fin accede a su petición.

La conclusión es evidente. Cuánto más Dios, que es Padre y que ama a sus elegidos, a sus discípulos, y es infinitamente bondadoso y misericordioso, escuchará las súplicas de los que le invocan.

Nadie puede dudar de la acogida que Dios hará a sus oraciones, y más si es constante y persevera en esa actitud de súplica.

Es lo que se nos dice en el Evangelio como introducción a la parábola: "Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre y no desfallecer."

En la meditación 49 considerábamos otros varios textos del Señor sobre la misma enseñanza de la importancia, necesidad y perseverancia en la ora­ción; y considerábamos también todas las cualidades que tiene que tener la oración para que sea agradable a Dios e infaliblemente escuchada.

Siempre será un gran consuelo para el cristiano conocer y experimentar la infinita voluntad y misericordia de Dios que siempre está dispuesto a escu­char nuestras oraciones.

2) Especial aplicación de la parábola a los que sufren injusticias

En la parábola el Señor pone especial énfasis en la atención pronta que Dios presta a la oración de sus discípulos que sufren injusticias. El Señor "les hará justicia pronto". El juez de la parábola tardó mucho en hacer jus­ticia a la viuda; Dios, en cambio, no demorará su intervención para hacer justicia a los que ruegan día y noche.

La palabra "hacer justicia" no parece que haya que interpretarla como una actuación de Dios Juez que castiga a los opresores de los elegidos; lo que el Señor nos quiere decir es la certeza con que serán escuchados los elegidos que son víctimas de injusticias, bien sean vejaciones o persecu­ciones. Siempre Dios hará que sus elegidos triunfen de sus enemigos. Es la certeza absoluta de que Dios está al lado de los oprimidos y que está presto siempre a socorrerles.

Esta es la confianza que siempre ha tenido la Iglesia en tiempo de tribula­ción y persecución. Los adversarios y enemigos de la Iglesia van desapa­reciendo, mientras la Iglesia siempre ha salido triunfante en todas las per­secuciones, y no habrá poder alguno humano que pueda destruirla. La ora­ción constante de la Iglesia asegura su perseverancia hasta el fin de los tiempos.

3) "Cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará fe sobre la tie­rra?"

La mayoría de autores cree que esta última sentencia del Señor no perte­nece a la parábola, sino que se refiere al pasaje anterior de Lucas en que se nos habla de la venida del Hijo del hombre al final de los tiempos (Lc 17,22-37). Nosotros hemos dejado la meditación de este pasaje de Lucas, pues considera­re­mos más tarde el Sermón Escatológico del Señor donde se repiten las mismas enseñanzas.

La sentencia del Señor tiene gran afinidad con lo que el mismo Señor nos dice en otro pasaje al referirse al final de los tiempos: "La caridad de la mayoría se enfriará" (Mt 24, 14): Son dichos del Señor que se refieren al tiempo inmediatamente anterior a su Parusía o Segunda Venida. Como ya hemos indicando, considera­re­mos estos textos al meditar el Sermón Escatológico de Cristo. (Cfr. Med.208-212)

Aquí solamente señalaremos que la fe es la fuente de toda oración. Y si falta la fe, necesariamente tiene que fallar la oración. La oración que escu­cha el Señor es la oración hecha con profunda fe en su bondad y miseri­cordia y con abandono total en su Divina Providencia. Cuando el Señor nos enseña en esta parábola la necesidad de orar siempre sin desfallecer, se refiere a esta oración que nace del corazón sinceramente creyente y lle­no de confianza en Dios.



Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.





 

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