
RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y ellos les dijeron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Recuerden cómo les habló estando todavía en Galilea, cuando dijo que el Hijo del Hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar". Y recordaron sus palabras. Habiendo vuelto del sepulcro, anunciaron todo esto a los Once y a todos los demás. Eran María la Magdalena, Juana y María, la de Santiago. También las demás, que estaban con ellas, contaban esto mismo a los apóstoles.
Lc 24, 1- 10
Apariciones
Se convirtió en faro
para muchos que vagaban
perdidos en la tormenta
y sacudidos por las olas.
Se convirtió en refugio,
lugar al que regresábamos
sabiendo que siempre encontraríamos
un abrazo sanador,
un plato en la mesa
y una palabra oportuna.
Se convirtió en mar
en el que nos zambullíamos
para recobrar la pasión primera.
Se convirtió en árbol,
con dos grandes ramas que apuntaban al cielo,
pero, dobladas por el peso de sus frutos,
nos envolvían a todos.
Se convirtió en canción,
y a veces sonaba muy dentro
reavivando memorias y proyectos.
Se convirtió en misterio,
una pregunta eterna
que nos libera para siempre
de la prisión de las certezas.
(José María R. Olaizola, SJ)
AMDG
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