P. Rodrigo Sánchez Arjona Halcón, S.J.
6. EL PUEBLO DE LA MISA CATÓLICA
En el Misal Romano del Concilio Vaticano II la palabra Pueblo aparece de continuo. Pero en este libro litúrgico la expresión Pueblo toma su significado humano y alude, por tanto, a la cultura, a las costumbres, a la fuente perenne de formas nuevas, en las que se manifiesta a través de los altos y de los bajos la vitalidad inagotable de una raza.
Sólo que esta raza aludida por el Misal Romano es una estirpe de hombres que por la redención de Cristo han llegado a ser “partícipes de la naturaleza divina” y por lo mismo se han convertido “en linaje escogido, nación santa, y en Pueblo de Dios” (1 Pet. 2,9-10; 2 Pet. 1,4). Este Pueblo de Dios está formado por la congregación de quienes, “creyendo, ven en Jesús al autor de la salvación y el principio de la unidad y de la paz” (Vaticano II, LG. 9).
Con el fin de deslindar posiciones y de aclarar a los fieles cuál es el Pueblo de la Misa Católica presento en este apartado, primero el Pueblo diseñado por el Misal Romano y después algunas visiones teológicas que llevan necesariamente a la secularización y a la profanación de la Misa.
6.1. EL PUEBLO DISEÑADO POR EL MISAL ROMANO
Ante todo el Misal Romano nos hace caer en la cuenta de que la fuente del Pueblo de la Misa está más allá de toda técnica y de todo cálculo humano, ella mana sólo del corazón de Dios. De ahí que nos haga confesar:
“Por el único sacrificio de Cristo, tu Unigénito, te has adquirido, Señor, un Pueblo de hijos” (T.O. dom. 21).
Consciente que este Pueblo camina envuelto por la tentación diabólica, por la oscuridad de las pasiones, por la seducción del pecado, el Misal Romano pide para él protección, iluminación, perseverancia, crecimiento y restauración en la vida cristiana:
- “Ven, Señor, en ayuda de tu Pueblo" (miércoles, 2° Sem. Pascua)
- “Ven, Señor, y protege con amor solícito al Pueblo que has santificado” (lunes santo)
- “Señor, preserva de toda maldad a tu Pueblo" (jueves, 3° Sem. Cuaresm.)
- “Concede, Señor, a tu Pueblo perseverancia y firmeza en la fe” (lunes, T. de Navidad)
- “Ten misericordia, Señor, de tu Pueblo y concédele propicio un respiro en las pruebas que lo abruman sin cesar” (Oración sobre el pueblo, martes, 4- Sem. Cuaresm.)
- “Concede a tu Pueblo que la meditación de tu doctrina le enseñe a cumplir lo que te agrada” (T.O. dom. 7)
- “Dios de misericordia infinita, que reanimas la fe de tu Pueblo, acrecienta en nosotros los dones de tu gracia para que comprendamos mejor que el Bautismo nos ha purificado, que el Espíritu nos ha hecho renacer y que la Sangre nos ha redimido” (2° dom. de Pascua)
- “Señor, que renazca tu Pueblo, al celebrar el nacimiento de tu Hijo” (misa vesp. 24, XII)
- “Mira con amor a tu Pueblo Penitente y restaura con tu misericordia a los que estamos hundidos bajo el peso de la culpa” (3 dom. de Cuaresm.)
Así, pues, para el Misal Romano el Pueblo, que celebra la Eucaristía, ha de estar integrado por mendigos de Dios, por “pobres de espíritu”, porque a la luz de Dios este Pueblo siente su incapacidad para hacer el bien, su inclinación a toda maldad, su debilidad ante toda tentación y su ceguera para las seducciones de Satanás y además tiene la certeza invencible de que Dios el Padre por Cristo en el Espíritu puede ser para todo cristiano luz bienhechora, fuerza indomable, roca inconmovible, alcázar inexpugnable, y fuente perenne de santidad, de vida y de paz. Por estas vivencias el Misal llama al “Pueblo Cristiano”, “Pueblo Penitente”, “Pueblo Suplicante”, “Pueblo Devotísimo”, “Pueblo Fiel”, “Pueblo Purificado”, “Pueblo Santo de Dios”, “Pueblo de hijos…”
Además de ser un Pueblo formado por “pobres de espíritu”, el Pueblo diseñado por el Misal Romano es una congregación de “peregrinos sin alojamiento estable en este mundo pasajero y con la mirada puesta en la ciudad eterna del Dios vivo. Esta experiencia religiosa se trasluce en nuestro Misal por oraciones cargadas de emoción humana y de piedad profunda:
- “Que tu Pueblo, Señor, dirigido por tu ayuda continua, reciba de tu piedad los auxilios presentes y futuros, y alentado —pues lo necesita— del consuelo de las cosas pasajeras busque con más confianza los bienes eternos” (31, XII)
- “Da a tu Pueblo amar lo que mandas y desear lo que prometes, para que en medio de los varios acontecimientos del mundo nuestros corazones estén fijos, en donde está la verdadera alegría”... “Dios protector de los que en ti esperan, multiplica sobre nosotros tu misericordia, para que siendo tú, Guía y Maestro, de tal manera usemos ahora los bienes pasajeros, que podamos ya adherirnos a los eternos” T.O. dom. 17,21)
- Señor, Dios nuestro, que te has dignado congregar a tu Pueblo y darle el nombre de Iglesia, haz que cuantos se reúnen en tu nombre, te veneren, te amen, te sigan, y guiados por ti alcancen el Reino que les has prometido” (Aniv. Dedic. Iglesia)
A estas notas descriptivas citadas hasta ahora, el Misal Romano añade que el Pueblo es Católico, en donde tiene un puesto toda clase de personas, de gentes, de razas y de naciones, que aceptan con humildad el don de Dios y la guía de los legítimos pastores, como lo advierte la liturgia del día de Pentecostés al hablar de la “Iglesia Universal". De ahí se deduce que toda reducción de la Iglesia a un grupo humano, sea él cual sea, falsea la figura de Pueblo definida por el Misal Romano y por consiguiente una Eucaristía celebrada con semejante visión de la Iglesia ya no sería la Misa Católica.
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Referencia bibliográfica: P. Rodrigo Sánchez Arjona Halcón, S.J. "La Misa en la religión del pueblo", Lima, 1983.
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