Historia de la Salvación: 26° Parte - Los libros Históricos



P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


12. LIBROS HISTÓRICOS

En el canon griego y latino llámase libros históricos a aquellos libros que narran la Historia de Israel desde la conquista de la Tierra Prometida (Canaán), sobre el año 1180 a.C. hasta Juan Hircano 135-104 a.C. Comprende los siguientes libros: Josué, Jueces, Ruth, 1 Samuel, 2 Samuel, 1 Reyes, 2 Reyes, 1 Crónicas o (Paralelipómenos), 2 Crónicas (Paralelipómenos), Esdras, Nehemías, Tobías, Judit, Ester, 1 Macabeos, 2 Macabeos.

En estos libros se narra la Historia del pueblo elegido de una manera muy desigual, esquemática, parcial, selectiva. Escrita con métodos históricos muy diferentes, comparados con los de hoy día y, sin embargo, es una historia superior a la de los otros pueblos de Oriente Medio. Lo que sí hay que destacar es que se trata de describir una Historia santa, tal y como la vivió Israel, presentada a base de hechos históricos concretos pero en función de una visión y vivencia profundamente religiosa, el nivel hermenéutico del hecho histórico se vivencia y expresa desde una visión teológica y religiosa. Hablando con propiedad, más que hablar de una historia de Israel en el sentido moderno de la palabra, se nos narra la historia del comienzo y progreso de la revelación de Dios para con su pueblo elegido, orientado hacia la salvación mesiánica universal.

Enjuiciada globalmente y en su intencionalidad general se destaca su carácter didáctico, pedagógico y figurativo. Intervienen en la elaboración de estos libros varios elementos, en primer lugar la fe, después la tradición oral y escrita, la idea de la Alianza, Gen 17, 9; Deut 9, 26, y finalmente la reflexión teológica de todo un pueblo, o de un sector escogido del mismo, del cual los escritores sagrados se sienten sus representantes. Dicha reflexión enjuiciaba el presente de un momento histórico y religioso a la luz de un pasado glorioso, el cual, aunque desfigurado por la falta de correspondencia e infidelidad del pueblo de Israel a la Alianza, Is 1, 4, este pueblo resurgirá en un futuro más o menos próximo por una conversión total de un resto de este pueblo al Dios fuerte, Is 10, 21 y misericordioso, siempre fiel a su promesa, Ez 16, 8; Jer 25, 5; Os 14, 2-9. De ahí el optimismo religioso y la esperanza profunda de un futuro mejor y que se manifiesta en la lectura de estos libros históricos.

Los historiadores sagrados, hijos de la comunidad hebraica, asumieron la tarea de señalar las raíces de esta fe optimista que aparece en las antiguas tradiciones populares, en escritos preexistentes, en los anales que el pueblo conservaba celosamente en sus archivos, en las mismas listas genealógicas, incluso se valían de libros de autores paganos o en el mismo curso de los acontecimientos de la historia universal cuyos hilos mueve Dios en su providencia en vistas a la consecución de sus designios de salvación universal.

Al escribir esta historia religiosa del pueblo elegido, cada uno de los autores sagrados dejó en su libro huellas de su personalidad, que se manifiesta en el enfoque diverso del pasado histórico, en la peculiar proyección hacia el futuro y en los métodos históricos propios de cada uno de los autores y de los tiempos y ambientes en que se desenvolvieron. En efecto, unos emplean un género histórico algo parecido al de nuestra historiografía moderna: Samuel, 1 Reyes, 2 Reyes, 1 Macabeos.  Otros un género histórico profético: Josué.  Otros anecdótico - didáctico : Jueces, o narrativos: 1 Crónicas, 2 Crónicas, Esdras, Nehemías, o patético - oratorio: 2 Macabeos, o midráshico - novelesco: Ruth, Tobías, Judit y Ester.

Estos libros transmiten en forma sencilla y popular el mensaje divino en la diversas etapas del pueblo elegido : Israel.  Pueblo por medio del cual Dios, un día había de establecer una Alianza perfecta y definitiva con todo el género humano, Jer 31, 31-34; Hebreos 8, 6-13, mediante la sangre de la Cruz, Hebr  9, 15-28.


12.1. LIBRO DE JOSUÉ 

Josué era hijo de Nun, Jos 24, 29, de la tribu de Efraín, 1 Cron 7, 27. Durante la peregrinación por el desierto se distinguió en la batalla contra los amalecitas, Ex 17, 9. Participó como explorador en la expedición que desde el oasis de Cades penetró en la región meridional del país de Canaán, Num 14, 6-38, el libro de Josué, a pesar de su unidad actual, deja entrever que en él están recogidas diversas tradiciones orales, (2 al 9) y tradiciones escritas, algunas muy antiguas, 21, 1-41. En las dos etapas de redacciones deuteronomistas, posteriores al año 622 a.C. se hizo uso de ellas y luego experimentaron una reelaboración sacerdotal, acompañada de un incremento de materias, 3, 6.15.17; 6, 1-16).

En forma esquemática y épica a veces, 6 - 8; 8, 1-29; en las que se describe la conquista rápida y total de la tierra de Canaán por Josué, 2 12, si. bien algunos textos como 13, 1-6, y el Libro de los Jueces nos dicen que esta conquista fue más bien larga y llena de dificultades.  Además se le atribuyen victorias conseguidas por otros, 12, 10. El objetivo del libro de Josué es probar la fidelidad de Yahvé a su promesa de entregar su tierra, 3, 11, en herencia a su pueblo Deut 4, 1. Dios estará con Josué en esta empresa, 1, 5-9, a condición de que tanto él como el pueblo elegido permanezcan fieles a la Ley, 1, 6-9, reconociendo a Yahvé como a su único Dios, 24, 14-28.  En caso de mezclarse con las gentes del país y postrarse ante sus ídolos, 23,12-16). Yahvé se irritará contra ellos, arrebatándoles con la cooperación de estas mismas gentes la tierra buena que El les ha dado, 1, 1-5, y en la cual habita Israel en calidad de huésped, Lev 25, 23.

Así todo el libro resalta el significado religioso de los acontecimientos: la conquista de Canaán por Israel y su reposo en esta tierra es un episodio de la historia de la salvación muy importante pues hay que entenderlo como una figura de aquel Reino, Hebr 4, 8-9, en el que Cristo, el otro Josué, nos introducirá una vez que hayamos triunfado del pecado, 1 Cor 6, 9-11.


12.2. LIBRO DE LOS JUECES

Este libro se divide en tres partes:

  • Doble introducción histórica:  1, 1 - 2, 5 y  doctrinal: 2, 6 - 3, 6
  • Cuerpo del libro  3, 7- 16, 31
  • Dos apéndices 17-21.

A base de antiguas tradiciones orales, locales y populares, diversas veces retocadas coleccionadas y escritas por redactores de diversa condición, mentalidad y procedencia (algunos son del Reino del Norte, otros son del Reino del Sur) y sometidas a una revisión deuterocanónica capítulo 2 y sacerdotal capítulos: 17 - 21.

Su autor, (siglo V a.C.), describe el estado precario de Israel en la conquista y posesión de Canaán, debido a su infidelidad a Yahvé, Jos 23, 15-16). Pero Dios no ha rescindido el pacto de la Alianza, sino que permanece inactivo hasta que el pueblo retorne a El. El libro desarrolla la tesis pragmática de la escuela deuteronomista en cuatro tiempos:  2, 11-19:

  • Prevaricación
  • Castigo
  • Arrepentimiento
  • Perdón. Con la restauración del orden por obra de los jueces carismáticos que actúan según las exigencias del momento.

El misterioso período de los Jueces es un capítulo dramático de la teología de la historia de la salvación, 2 Cron 15, 3-6, en la cual Dios, justo y misericordioso a la vez, castiga y busca al pecador para moverle al arrepentimiento y perdonarle. Para la salvación de su pueblo penitente Dios escoge a "jueces" que, si bien por ser hijos de su tiempo tienen una moral común o vulgar Aod, Jefté, Sansón, sin embargo, por su fe, Hebr 11, 12, y su fidelidad a Dios, Ecltco 46, 11-12, realizan el designio divino de asegurar a Israel una posesión pacífica de la tierra prometida.


12.3. LIBROS: PRIMERO Y SEGUNDO DE SAMUEL

Los libros de Samuel en la Biblia hebrea no formaban más que una sola obra. La obra no tiene un desarrollo uniforme pues combina y yuxtapone diversas tradiciones sobre los comienzos del período monárquico. Estos dos libros de Samuel, los compuso un autor anónimo en la cautividad de Babilonia (587-538), para invitar a los exiliados a la reflexión sobre las causas por las que acarrearon la trágica situación de Israel en tierras extrañas, el autor es de la escuela deuteronomista y las compiló junto con otras obras, 1 Sam 7 y 12.

Tras una historia del arca, cautiva de los filisteos, 1 Sam 4-6, tenemos la versión monárquica de la institución de la realeza judía, 1 Sam 9; 10, 1-16, que prepara la guerra de liberación, 13-14. El profeta Samuel aparece como un inspirado, instrumento de Dios en la elección de Saúl. El rechazo de Saúl, 15, 1,s.s, que prepara la unción de David, 16, 1-13. Sobre los comienzos de David y sus desavenencias con Saúl, se han recogido tradiciones paralelas y, al parecer, de igual antigüedad en 1 Sam 17 y 2 Sam 1, 1,s,s,  donde los duplicados de datos son muy frecuentes.

El rey David es el centro de la obra, con derivaciones hacia el pasado y el porvenir. David es el rey fiel que a diferencia de lo sucedido anteriormente con Saúl, su desobediencia, y después  su persona y su reino no desplazaron a Yahvé, que era el verdadero rey de Israel. David era sólo el lugarteniente de Yahvé el Rey de Israel. Con David la antigua Alianza se concreta en forma de reino de Dios. Dios, por el pacto, Salm 132, 17, con la casa de David, cuyos descendientes son hijos adoptivo de Dios, 2 Sam 7, 14, durará eternamente. Sí ellos obran el mal, "serán castigados con varas de hombres", pero la misericordia de Dios no se apartará de su pueblo por amor a David 2 Sam 7, 14-15, de quién él hará surgir un vástago, Jer 23, 5, un Ungido del Señor que ocupará el trono de Israel,  Jer 33, 17.

Estos dos libros de Samuel traen un mensaje marcadamente religioso; enuncian las condiciones y las dificultades de un reino de Dios sobre la tierra. El ideal sólo lo ha conseguido de alguna manera el rey David, un hombre según el corazón de Dios. Este logro parcial ha sido precedido del fracaso de Saúl, terco y desobediente y que serían luego secundados por todas las infidelidades de la monarquía y que atraerían la condenación de Dios, y provocarán la ruina de la nación.


12.4. LIBROS: PRIMERO Y SEGUNDO DE LOS REYES

En estos libros se describen a grandes rasgos, con ideas de la escuela deuteronomista, y del profeta Jeremías, la marcha de los dos reinos: Judá e Israel. Escrito desde la cautividad, el autor desarrolla la tesis religiosa citando los hechos más importantes que él ha recogido en diversas fuentes histórico e proféticas y también sapienciales, 1 Reyes 14, 19-29; 2 Reyes 1-13, enjuiciándolas a la luz de la teología de la Alianza y de la teocracia judía. Describen los hechos de los reyes de Israel, reino del Norte, empezando por el pecado de Jeroboam I, 1 Reyes 15, 26-30, y sus sucesores que siguiendo con la idolatría pública y formal, 1 Reyes, 16, 26, terminaron dando culto al dios asirio Baal, 1 Reyes 16, 25-33, sufriendo la humillación por sus pecados de idolatría con la deportación a Nínive, 721. En el reino del Sur, Judá, pocos reyes imitaron la conducta de su antecesor David, 2 Reyes 18, 3; la mayoría de ellos o fueron remisos en abolir los lugares altos de adoración a los ídolos, 1 Reyes 15, 11-14, o fueron directamente inmorales y perversos, 2 Reyes 8, 18-19. Este proceder idolátrico explica por qué Dios los arrojó de la tierra prometida, 2 Reyes 23, 27.

El exilio en Babilonia, 587-538, hay que considerarlo como una cura medicinal. La liberación y rehabilitación del rey Joaquín, 2 Reyes 25, 28-29, preanuncia que no faltará en Judá una lámpara que luzca perpetuamente, 2 Reyes 8, 19, en un futuro glorioso, cuando habrá un sólo Dios, un sólo Templo, un sólo pueblo y una Nueva Alianza con una comunidad israelita unida a todas las razas y a todos los pueblos del género humano, la prefiguración de la Iglesia,  Rom 11, 4.


12.5. LIBROS PRIMERO Y SEGUNDO DE LAS CRÓNICAS (PARALELIPÓMENOS)

Estos libros fueron escritos entre los años 400 al 300 a.C. El autor escribió con la intención de defender la superioridad y el carácter definitivo de la Alianza con David frente a la Alianza del Sinaí. De ahí que su tema principal es la insistencia en el mesianismo real, presente ya en el deuteronomista y en los mismo salmos. Ciertamente el cronista espera un cumplimiento futuro (escatológico), de las promesas hechas a David, justamente para evitar que las esperanzas ligadas a esta dinastía decaigan por culpa de la mezquindad de sus representantes.

Los libros de las Crónicas constan de un preámbulo o listas genealógicas, con marcado interés por las tribus de Judá, Leví y Benjamín, 1 Cron 1-9, seguido de las historias del reinado de David, 1 Cron 10-29, del rey Salomón, 2 Cron l-9, y de los sucesores de ambos en Judá, 2 Cron 10-36. Las genealogías de la comunidad merecen ser cuidadosamente conservadas, pues a través de ellas se han ido canalizando unos acontecimientos que corresponden a la voluntad salvífica de Dios.

La composición literaria de estos libros es de tipo "midráshico", utilizando fuentes bíblicas, las cuales se hallan incorporadas sin que se haga mención de ellas, y fuentes extrabíblicas, que están citadas explícitamente. Unas y otras son manejadas con libertad; y se las interpreta bajo la luz de la tradición y de la reflexión teológica; dichas fuentes relatan la historia de la teocracia o sea, la historia de la elección de Israel y de Jerusalén, por parte de Dios y donde David y sus sucesores tienen su trono, y Yahvé su Templo.

Después de David y de Salomón, este reino teocrático estuvo en peligro por la infidelidad de los reyes y del pueblo a la Ley y sobre todo por sus desviaciones idolátricas. Si Yahvé se hubiera guiado por su justicia, El habría terminado con ese reino, pero, movido por su bondad y misericordia conservó  lo que habla instaurado por una gracia especial. La fidelidad a la Ley divina y el celo por el culto aseguran la continuidad eterna de la dinastía davídica y la prosperidad de la nación. Todos, reyes, sacerdotes, levitas, escribas y pueblo elegido se hallan bajo la perspectiva de la salvación y el reinado universal del futuro hijo de David: Jesús de Nazaret. Salvador del género humano.


12.6. ESDRAS Y NEHEMÍAS

Las únicas fuentes que informan sobre el primer siglo que sigue al exilio en Babilonia, 587-538, son los libros de Esdras y Nehemías. Tras una etapa de florecimiento religioso, que culmina con la consagración del Templo de Jerusalén, en el año 515, Esdr 6, 15, el fervor religioso parece haberse extinguido pronto. Las desilusiones del pueblo repatriado fueron demasiado grandes.  Parece que surgieron diferencias y tensiones entre los mismos repatriados y aun violenta oposiciones, en el sentido de que por una parte estaban los defensores del ideal de la piedad y de la fe alcanzadas en el exilio babilónico, y de otra parte los que estaban dispuestos a abrirse a una inteligencia y tolerancia en las relaciones con los gentiles. En esta dialéctica religiosa es menester colocar los libros de Esdras y Nehemías. Ambos, descendientes de familias judías exiliadas en Babilonia, y por tanto, defensores fervientes del judaísmo ortodoxo. Siguiendo el orden cronológico de su aparición en Palestina nombraremos primero a Nehemías y después a Esdras.


12.7. NEHEMÍAS

Como judío en la corte del rey persa Artajerjes gozó de una posición distinguida y elevada, Neh 2, 1-4, se dirigió a Jerusalén hacia el año 455 a.C. Era un gran organizador político religioso, que aspiraba a ofrecer seguridad política a los refugiados.  Por obra suya la Judea fue erigida en provincia autónoma y hecha independiente de la provincia de Samaria. Fue nombrado gobernador de Judea y bajo su mandato y dirección se reconstruyeron las murallas de Jerusalén, Neh 4, 11-14. El puso las bases humanas y ambientales para la próxima obra de Esdras.


12.8. ESDRAS

Llegó a Jerusalén en el año 423 a.d.C. Era, al igual que Nehemías, un judío de alto cargo que alcanzó el oficio de secretario de estado para los asuntos religiosos de los judíos en la cancillería persa, Esd 7, 12-21. Esdras tuvo la misión de reanimar la confianza y la vida religiosa de la comunidad judía en Jerusalén después del exilio. Y lo hizo recuperando el cumplimiento y respeto por la Ley, Torah, y haciendo que se respeten y se cumplan las santas tradiciones del pueblo elegido.

Podemos decir que los libros de Esdras y Nehemías relatan el regreso del exilio babilónico a la tierra prometida. Las tareas principales fueron: la reconstrucción de las murallas de Jerusalén y la repoblación de Judá, Esd 4, 6-23; Neh 1, 13. La reconstrucción del Templo, Esd 1-6, y fundamentalmente el restablecimiento de la Ley, Esd 7-10. Durante el tiempo del exilio Israel meditó sobre su pasado histórico que se presentaba como un tejido continuo de transgresiones. La historia de este pueblo y la acción de los profetas les invitaban a proyectarse hacia el futuro aprendiendo de las experiencias del pasado, y puesto que fue castigado de manera tan drástica por sus muchos pecados, el resto del pueblo bueno y justo, se decide meditar más profundamente sobre el contenido de la Ley, que la toman como norma de fe y de sus costumbres, Neh 10, 29-41. Así, el sentimiento religioso se arraiga, el yahvismo se perfecciona y se comienza a ensayar un culto sin relación al templo visible. Israel, de la cautividad, saldrá con un espíritu nuevo, Ez 11, 19, y con un corazón nuevo, Ez 6, 9; 11, 19,  el cual pactará una nueva Alianza con Yahvé,  Ez 11, 20.

La vuelta a su heredad por el decreto del rey Ciro, 538, hace entrever el resurgimiento de un Israel más santo, más humilde, más purificado, orientado hacia una concepción más universal y espiritual del verdadero Reino de Dios.


12.9. LIBROS PRIMERO Y SEGUNDO DE LOS MACABEOS: (175 - 68)

12.9.1.- LIBRO PRIMERO DE LOS MACABEOS

La historia que cuenta el Primer Libro de los Macabeos cubre un período de 40 años, del 175 al 135 a.C. es decir, desde el advenimiento del rey Antíoco IV, de la familia de los Seléucidas, al trono de Siria hasta la muerte de Simón, de la familia judía de los asmoneos, último superviviente de los hermanos de Judas Macabeo.

Ambientación histórica: El rey Antíoco IV, rey de Siria, tenía sometida a Palestina. Fue un rey inepto y simpatizante acérrimo de la cultura helena, y quiso por todos los medios helenizar Jerusalén y a todo el pueblo judío, para llevar esto a cabo tuvo que invertir grandes sumas de dinero que pagaba con robos que hacia al Templo. Con aprobación de Menelao, se apoderó de vasos sagrados, arrancando así mismo las láminas de oro que cubrían la facha da del recinto sacro, 1 Mac 1, 12-24. Después de haber fracasado en una expedición contra los egipcios regresó a Jerusalén y se encontró con que el  pueblo judío se ha rebelado contra el comisario general que había dejado en su ausencia. La razón del descontento y de la rebelión era, la helenización de las costumbres, los robos del Templo.

A todo esto hay que añadir el decreto que Antíoco IV dio, aboliendo oficialmente el judaísmo 1 Mac 1, 43-53, humillando al pueblo con un acto totalmente provocador y absurdo, colocar en medio del Templo una estatua del dios griego Zeus para ser adorado en vez de Yahvé, 2 Mac 6, 1-2. Tal acto calificado de "abominación desoladora", 1 Mac 1, 54, hizo estallar la insurrección. La cual encabezó el sacerdote Matatías, jefe de la familia de los Asmoneos quien junto a sus 5 hijos: Juan, Simón, Judas, Eleazar y Jonatán, organizaron la rebelión y dieron la señal de protesta ante el abuso y humillación a los que les estaba sometiendo el rey Seláucida.

Cuando Matatías muere por causa de la rebelión deja a sus hijos un testamento espiritual que es una inflamada exhortación a luchar hasta morir por el pueblo y por el cumplimiento fiel de la Ley divina. En efecto, los hijos de Matatías cayeron sucesivamente en la brecha. De los 5 hijos de Matatías sólo 3 destacan en la acción reivindicatoria: Judas, apodado el Macabeo, y de aquí el nombre del libro y de la insurrección, Jonatán, y Simón.

  • Judas: Es el héroe de las batallas. Anima a sus tropas con un impulso irresistible por las arengas religiosas que brillan en sus exhortaciones y también en sus oraciones antes del combate 1 Mac 3, 18. 22. 59-59. Habiendo derrotado a los ejércitos sirios entra victorioso en Jerusalén, donde purifica el Templo, 1 Mac 3-4. Desde allí sale a todas las partes del territorio nacional donde haga falta vencer al enemigo. La batalla más famosa fue contra el rey seléucida Nicanor. Derrota que se conmemora con la dedicación de dos fiestas llamadas del día de Nicanor, 1 Mac 4, 59; 7,49. Murió en pleno combate de una manera valiente.
  • Jonatán: No tiene la grandeza heroica de su hermano Judas. Es ante todo un hábil político. Gracias a sus cualidades personales logra gobernar a Israel durante siete años, 1 Mac 9, 23-73. Finalmente cayó en manos de Trifón, 1 Mac 12, 39-54, y murió.
  • Simón: No aguardó a la muerte de Jonatán para tomar en sus manos la situación.  Combatiendo y negociando a la vez, logra arrojar a Trifón de Palestina y se entiende con el rey Demetrio II, que le reconoce como jefe de la nación judía, 1 Mac 13, 1-42. Este acontecimiento señala el comienzo de una nueva era, la era de la "liberación".

Tras un plebiscito popular Simón fue declarado Sumo Sacerdote a la vez que general y dirigente de la comunidad judía, 1 Mac 13, 42. De esta forma, aun sin recibir el título de rey asumió todos los poderes, 1 Mac 14, 4-49. Así quedó ahuyentado todo peligro de un posible conflicto interno. La comunidad judía se supo libre de cualquier vasallaje optando por una auténtica independencia. Simón ordenó acuñar monedas en lengua hebrea, como símbolo de su autonomía e independencia, y restauró las costumbres del pueblo judío, especialmente las religiosas y las ligadas al culto del Templo y la observancia de la Ley. Este glorioso anciano muere asesinado en un banquete a los golpes de un asistente a la fiesta.

El libro primero de los Macabeos deja una enseñanza para el pueblo judío: "Observad la Ley y poseeréis la tierra". La Ley es el centro de todo; la Ley divide a los hombres en dos campos. La lucha no es entre seléucidas y asmoneos, ni siquiera entre reyes paganos y el estado judío; es más bien una lucha entre los que observan la Ley y sus adversarios, los que no la cumplen, no la observan o no la aprecian. La gloria suprema consiste en morir, incluso con las armas en, la mano, por causa de la Ley. Esta historia exalta los valores humanos al mismo tiempo que los valores sobrenaturales: la fe engendra heroísmo, el servicio de la patria se confunde con el Dios único.

12.9.2. LIBRO SEGUNDO DE LOS MACABEOS

El período que abarca este libro es desde 179 a 160 a.C.  Es decir cronológicamente abarca menos que el libro anterior. Escrito en griego hacia el año 120 a.C, describe en tono patético la lucha religiosa entre el judaísmo, 2 Mac 2, 21, y la influencia cultural y religiosa del helenismo 2 Mac 4, 13, en torno al Templo de Jerusalén, que es el más célebre del mundo 2 Mac 2, 23, el santuario más importante de los judíos 2 Mac 15, 18, ha sido saqueado y profanado por los reyes seléucidas y por los apóstatas judíos, aprovechándose de que Dios estaba irritado por los pecados de su pueblo, Mac 5, 17. Pero la muerte de los mártires aplacará la ira divina, 2 Mac 4, 7, y restaurará con todo esplendor el lugar santo, 2 Mac 5, 20. Con la ayuda de Dios 2 Mac 5, 21, Judas Macabeo sale victorioso de la lucha y lo purifica, 2 Mac 8, 1-10. Los enemigos del Templo fueron castigados 2 Mac 3, 24-29, y obligados a confesar la santidad del lugar 2 Mac 3, 2; 13, 25. El triunfo de la Ley, de la religión ,del judaísmo es total. No cabe ningún compromiso entre el helenismo impío y la ley santa 2 Mac 6, 23-28, el Dios santísimo, 2 Mac 14, 36, el sagrado Templo 2 Mac 2, 22,  y el pueblo santo de Dios, 2 Mac 15, 24, que es herencia suya, 2 Mac 1, 26.

Dios envía sus ángeles buenos, 2 Mac 11, 6, al servicio de los que luchan por la fe judía; los justos ya glorificados, interceden por ellos, 2 Mac 15, 12-16; y si los soldados caen en la lucha envueltos en alguna impureza 2 Mac 12, 40, se benefician de las oraciones de los vivientes, 2 Mac  12, 41-46,  mientras esperan la resurrección, 2 Mac 7, 9; 9, 11-14, y la retribución en la otra vida 2 Mac 6, 26. En cambio los impíos recibirán en el juicio divino el justo castigo por su soberbia, 2 Mac 7, 36. Los santos no sólo luchan por poseer aquí la tierra prometida, sino también por conseguir una magnífica recompensa, 2 Mac 7, 14,45.

Este libro tiene importancia, como acabamos de ver, por las afirmaciones que contiene sobre la resurrección de los muertos, 2 Mac 7, 9, las sanciones de ultratumba, 2 Mac 14, 46, la oración por los difuntos, 2 Mac 6, 26, el mérito de los mártires, 2 Mac 6, 18. La intercesión de los santos, 2 Mac 15, 12-16. Estas enseñanzas, que tienen por objeto puntos que los demás escritos del Antiguo Testamento no aclaraban, justifican la autoridad que la Iglesia le ha reconocido. Con este libro segundo de los Macabeos finaliza la etapa de los libros genuinamente históricos.


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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.

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