Los siete Sacramentos de la Iglesia
Los sacramentos de la Nueva Ley fueron instituidos por
Cristo y son siete, a saber, Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia,
Unción de los enfermos, Orden sacerdotal y Matrimonio. Los siete sacramentos
corresponden a todas las etapas y todos los momentos importantes de la vida del
cristiano: dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la vida de fe de
los cristianos. Hay aquí una cierta semejanza entre las etapas de la vida
natural y las etapas de la vida espiritual (cf. Santo Tomás de Aquino, Summa
theologiae 3, q. 65, a.1, c). (CIC 1210)
Siguiendo esta analogía se explicarán en primer lugar
los tres sacramentos de la iniciación cristiana, luego los sacramentos de la
curación, finalmente, los sacramentos que están al servicio de la comunión y misión
de los fieles. Ciertamente este orden no es el único posible, pero permite ver
que los sacramentos forman un organismo en el cual cada sacramento particular
tiene su lugar vital. En este organismo, la Eucaristía ocupa un lugar único, en
cuanto "sacramento de los sacramentos": "todos los otros
sacramentos están ordenados a éste como a su fin" (Santo Tomás de Aquino, Summa
theologiae 3, q. 65,a. 3, c). (CIC 1211)
1.
SACRAMENTOS DE INICIACIÓN CRISTIANA
La iniciación cristiana se realiza mediante el conjunto de tres sacramentos: el Bautismo, que es el comienzo de la vida nueva; la Confirmación, que es su afianzamiento; y la Eucaristía, que alimenta al discípulo con el Cuerpo y la Sangre de Cristo para ser transformado en Él. (CIC 1275)
1.1. EL SACRAMENTO DEL BAUTISMO
El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu ("vitae spiritualis ianua") y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión (CIC 1213)
I. El nombre de este sacramento
Este sacramento recibe el nombre de Bautismo
en razón del carácter del rito central mediante el que se celebra: bautizar (baptizein
en griego) significa "sumergir", "introducir dentro del
agua"; la "inmersión" en el agua simboliza el acto de sepultar
al catecúmeno en la muerte de Cristo, de donde sale por la resurrección con Él
(cf Rm 6,3-4; Col 2,12) como "nueva criatura" (2 Co
5,17; Ga 6,15) (CIC 1214)
Este sacramento es llamado también “baño de
regeneración y de renovación del Espíritu Santo” (Tt 3,5), porque
significa y realiza ese nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual
"nadie puede entrar en el Reino de Dios" (Jn 3,5) (1215)
El Bautismo «es el más bello y magnífico de los
dones de Dios [...] lo llamamos don, gracia, unción, iluminación, vestidura de
incorruptibilidad, baño de regeneración, sello y todo lo más precioso que hay. Don,
porque es conferido a los que no aportan nada; gracia, porque es dado
incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es sepultado en el agua;
unción, porque es sagrado y real (tales son los que son ungidos); iluminación,
porque es luz resplandeciente; vestidura, porque cubre nuestra
vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos guarda y es el
signo de la soberanía de Dios» (San Gregorio Nacianceno, Oratio 40,3-4).
II. El Bautismo en la historia de la salvación
El Bautismo de Cristo
Nuestro Señor se sometió voluntariamente al
Bautismo de san Juan, destinado a los pecadores, para "cumplir toda
justicia" (Mt 3,15). Este gesto de Jesús es una manifestación de su
"anonadamiento" (Flp 2,7). El Espíritu que se cernía sobre las
aguas de la primera creación desciende entonces sobre Cristo, como preludio de
la nueva creación, y el Padre manifiesta a Jesús como su "Hijo amado"
(Mt 3,16-17) (CIC 1224)
El Bautismo en la Iglesia
Desde el día de Pentecostés la Iglesia ha
celebrado y administrado el santo Bautismo. En efecto, san Pedro declara a la
multitud conmovida por su predicación: "Convertíos [...] y que cada uno de
vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros
pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hch 2,38). Los
Apóstoles y sus colaboradores ofrecen el bautismo a quien crea en Jesús:
judíos, hombres temerosos de Dios, paganos (Hch 2,41; 8,12-13; 10,48;
16,15). El Bautismo aparece siempre ligado a la fe: "Ten fe en el Señor
Jesús y te salvarás tú y tu casa", declara san. Pablo a su carcelero en
Filipos. El relato continúa: "el carcelero inmediatamente recibió el
bautismo, él y todos los suyos" (Hch 16,31-33) (1226)
Según el apóstol san Pablo, por el Bautismo el
creyente participa en la muerte de Cristo; es sepultado y resucita con Él:
«¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados
en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Fuimos, pues, con él
sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue
resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también
nosotros vivamos una vida nueva» (Rm 6,3-4; cf Col 2,12).
Los bautizados se han "revestido de
Cristo" (Ga 3,27). Por el Espíritu Santo, el Bautismo es un baño
que purifica, santifica y justifica (cf 1 Co 6,11; 12,13) (CIC 1227)
El Bautismo es, pues, un baño de agua en el que
la "semilla incorruptible" de la Palabra de Dios produce su efecto
vivificador (cf. 1 P 1,23; Ef 5,26) (CIC 1228)
...
Extractos del Catecismo de la Iglesia Católica.
...
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