Steve Mosher regresó a la Iglesia luego de ver el infierno del aborto en China
Por JOAN FRAWLEY DESMOND
FRONT ROYAL, Va.
Steve Mosher era un prometedor investigador social en formación y su punto de vista venía siendo modelado según los criterios “académicos” sobre aborto y “derecho a decidir” que la Universidad de Stanford podía ofrecerle. Pero un día, súbitamente fue expulsado de esa casa de estudios.
Era 1980, Mosher fue aceptado como el primer científico social de EE.UU. que estudiaría el impacto de los cambios políticos en los remotos pueblitos del interior de China. La política de un solo hijo del Partido Comunista chino estaba en pleno vigor y Mosher decidió seguir a las mujeres con embarazos en el tercer trimestre hasta las instalaciones donde se llevaban a cabo los abortos forzados.
"Ellas lloraban pidiendo misericordia y rogando por sus hijos a punto morir o que fallecían delante de sus ojos apenas extraídos de sus vientres. Ahora sé que una cosa es pensar o discutir sobre el aborto en abstracto y otra muy distinta es ver a un bebé de siete meses de gestación, de quien nadie podría decir que no es verdaderamente uno de nosotros", dijo Steve Mosher, actual presidente del Population Research Institute, recordando esos momentos fatídicos.
"Era como si el abismo del infierno se abriera ante mí. Todas las racionalizaciones sobre el aborto fueron barridas de mi mente por la brutalidad de los hechos: la indiscutible humanidad de estos niños que estaban siendo asesinados sin piedad. Instantáneamente me di cuenta de que el aborto es acabar con una vida humana… y me convertí en pro-vida".
La lucha interna que muchos libran para dar sentido al sufrimiento humano de vez en cuando mueve a alguno de ellos a convertirse. Otros vuelven su mirada a Roma cuando los valores del mundo dejan sus almas desnutridas. Pero el movimiento pro-vida también hace lo suyo. Atrae a gente como Mosher, que finalmente se arrodillan ante la Eucaristía después de una larga búsqueda acerca del origen de la bondad y la verdad.
Mientras algunas enseñanzas en moral y fe provocan incomprensiones y disenso teológico en algunos sectores de la Iglesia o ataques por parte de sus adversarios, los activistas pro-vida como Mosher se sienten atraídos por esas mismas enseñanzas. Y es precisamente porque ofrecen una defensa consistente y coherente de la vida humana inocente contra el poder brutal de la Cultura de la Muerte.
Haciendo un análisis retrospectivo, Mosher dice que la visita a las instalaciones de abortos en China le obligó a abandonar su superficial y no cuestionada adhesión al relativismo moral para embarcarse en una inesperada peregrinación espiritual.
"En una escala del mal de 1 a 10, esto fue sin duda un 10. Y si se podía llegar a un mal tan horrendo, llegué a la conclusión de que debería haber una forma mayor de hacer el bien. O el universo sería una verdadera locura".
Me sentí atraído
Después de una serie de intentos fallidos, Mosher descubrió que "si buscas el bien sinceramente, tarde o temprano encontrarás a Dios, que es la fuente de todo bien en el Universo".
Fundamentalmente encontró que la "única organización coherente en defender la sacralidad de la vida desde la concepción hasta la muerte natural es la Iglesia Católica, que había conservado la plenitud de la verdad. Otras religiones cristianas habían abandonado partes de esa verdad, cuando no toda".
En parte su búsqueda espiritual se dinamizó por las consecuencias prácticas de su extraordinario trabajo académico que documentó los abortos coercitivos en China. Mientras que en 1985 varios editoriales de prensa aplaudieron el valor y la independencia intelectual de Mosher, el gobierno chino aplicó descaradamente una tremenda presión sobre la Universidad de Stanford logrando que la universidad rompiera su vínculo con el estudiante.
Entonces Mosher se dedicó a escribir y a trabajar en centros de investigación. Él y su esposa Vera, católica de cuna, habían comenzado a asistir a la Iglesia juntos después de una visita casual a la Misión de San Luis Obispo en California. Sin embargo, el experto todavía no había encontrado su vocación profesional y se sentía a la deriva.
Fue en ese momento que recibió una llamada del padre benedictino Paul Marx, fundador de Vida Humana Internacional, quien lo invitó a hablar en una conferencia pro-vida. Mosher estaba poco dispuesto a participar, pero dado que no tenía otras ocupaciones apremiantes, aceptó la invitación.
Como él mismo reconoce, se sorprendió al descubrir que los participantes de la conferencia eran "muy cálidos, cariñosos e inteligentes. Me sentí inmediatamente atraído por ellos".
A partir de ese momento Mosher se volvió un conferencista habitual de Vida Humana Internacional y el Padre Marx llegó a ser su mentor espiritual. "Él nos enseñó, a mi esposa y a mí, la planificación familiar natural. Nosotros ya éramos algo mayores y desde entonces hemos utilizado la Planificación Familiar Natural para tener todos los hijos que hemos podido".
El sacerdote benedictino llegó al rescate cuando Mosher, inscrito en el catecismo para adultos, ya estaba harto de la teología inadecuada del instructor. Mosher le dijo al sacerdote que estaba pensando en dejar las clases pero fue entonces que recibió por correo urgente, cortesía del Padre Marx, un ejemplar del catecismo católico del jesuita John Hardon.
"Steve se sintió tan comprometido con el catecismo del Rito de Iniciación Cristina para adultos que terminó dando él mismo las clases. Ya tenía dentro de sí el fuego de la fe", recordó Vera Mosher que educó en su hogar a la mayor parte de sus ocho hijos.
Ella es consciente de que la experiencia de su marido en China ha tenido un impacto duradero en su propia vocación a la paternidad. Con los años ha involucrado a sus hijos en el trabajo pro-vida y todos ellos lo acompañan eventualmente a sus conferencias.
"Ver a un bebé abortado lo tocó de una manera profunda –agregó Vera–. Él tenía un padre mucho menos que perfecto, pero encontró a nuestro Padre en el Cielo y el gran amor y el perdón que Él ofrece. Quería hacerlo mejor con sus hijos… y consiguió un modelo perfecto a seguir".
Batalla espiritual
Poco después Mosher comenzó a trabajar para Vida Humana Internacional. Se trasladó con su familia a una granja en el valle de Shenandoah, cerca de la oficina de la organización en Front Royal, Virginia. Su misión distintiva se centró en el desarrollo de argumentos basados en la data científica disponible que pongan en evidencia la falsedad del “mito de la sobrepoblación”, así como en exponer públicamente los abusos contra los derechos humanos cometidos en los programas de control poblacional y comunicar a todos los niveles que las personas son el recurso más importante del mundo.
En 1996 estos objetivos se convirtieron en la misión y visión el Population Research Institute (PRI), que fue fundado como parte de Vida Humana Internacional pero que se hizo independiente poco después . El más reciente libro de Mosher se titula “Population Control: Real Costs and Illusory Benefits” (Control Poblacional: Costos Reales y Beneficios Ilusorios). Hace poco contribuyó con un capítulo en un libro que recoge varias historias de conversión, donde cuenta su peregrinaje espiritual “Chosen: How Christ Sent Twenty Three Surprised Converts to Replant His Vineyard” (Escogidos: cómo Cristo envió veintitrés conversos para replantar su viña).
Si bien la decisión de Mosher de trabajar a tiempo completo en una organización pro-vida hubiera sido impensable en la década de los 70s, mientras desarrollaba su carrera académica en Stanford, una vez tomada la decisión el investigador social nunca más volvió la mirada hacia atrás.
"Él ha dicho más de una vez, ‘¿De qué sirve al hombre ganar un doctorado si, al hacerlo, pierde su alma inmortal’. Él realmente cree eso. Cambió de rumbo porque Dios lo estaba guiando", señaló Vera Mosher.
Joel Bockrath, vicepresidente ejecutivo del PRI ha trabajado con Mosher desde 2005 y ha sido testigo de los sólidos cimientos espirituales de su trabajo pro-vida.
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Tomado de:
Boletín Nº 135 - Population Research Institute
Lunes 06 de febrero del 2012.
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