P. Bernardo Francisco de Hoyos, S.J.



Beatificación de un sacerdote jesuita




El 18 de abril de 2010, a las 10.30 h de la mañana, en la Plaza de Colón y Acera de Recoletos, se realizó la celebración de la Eucaristía en la que se proclamó al P. Bernardo Fco. de Hoyos SJ como nuevo beato de la Iglesia católica.

Presidió la ceremonia Mons. Angelo Amato, Prefecto de la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos, en calidad de legado del Papa Benedicto XVI.

Con tal motivo compartimos con ustedes un extracto de la vida del P. Bernardo publicada en la web oficial de su beatificación.



Su vida


Murió muy joven (apenas 24 años). Había nacido en Torrelobatón (21-ago-1711). De allí, con 11 años, pasó a Villagarcía de Campos como colegial. Ingresó después en el noviciado que tenía en esa localidad la Compañía de Jesús, a punto de cumplir los 15, y pasará después por Medina del Campo (estudios de Filosofía) y Valladolid (estudios de Teología y ordenación sacerdotal). Todo, ya se ve, muy poco especial.

En su caso lo especial va por dentro: su vida de fe y amor con Cristo alcanza cotas poco comunes, con un perfil de vida mística semejante al de otros grandes santos (Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, M. Ángeles Sorazu…), viviendo ya con apenas 19 años lo que los teólogos llaman el desposorio espiritual con Jesús, en el contexto de una vida exterior de lo más común.

Es en ese marco donde hay que situar los acontecimientos que le suceden en mayo de 1733, cuando Bernardo cuenta con 21 años: Jesús le introduce en el misterio de su amor redentor por los hombres, y le pide que lo dé a conocer.

A ello dedicará sus energías mientras le dure la vida, pues dos años y medio después contrae unas fiebres malignas, y muere.Su proceso de beatificación no se introducirá hasta 1895, debido a los condicionamientos de la circunstancia histórica (dificultades que atraviesa en ese momento la Compañía de Jesús en España, y su posterior expulsión en 1767, etc.) que coincidieron, además, con los momentos más propicios para que prospere una causa (testigos contemporáneos, investigación directa de los hechos, escritos, etc).

Eso mismo explica por qué ha tardado tanto, pues tras comenzar la fase diocesana del proceso en 1895 y concluirla en 1899, enviando toda la documentación resultante a Roma para que diera comienzo la fase apostólica, la causa solo cobró ritmo a partir de la norma de la Santa Sede para las llamadas “causas históricas” (1930), en los que la falta de testigos contemporáneos se suple con una exhaustiva investigación historiográfica.





Su misión


Bernardo no tuvo misión propia. Le fue dada por el Señor. Una carta de su buen amigo, el también jesuita P. Cardaveraz, poco mayor que él, desencadenará los acontecimientos que le suceden en mayo de 1733 (contaba con apenas 21 años): descubre con asombro un libro donde está escrito mucho de lo que él está viviendo, y unos días después -nos cuenta- recibe del Señor un encargo y una promesa: la promesa, “Reinaré en España, y con más veneración que en otras partes”; y el encargo “que no se me daban a gustar -dice- las riquezas de este Corazón [de Jesús] para mí sólo, sino para que por mí lo gustasen otros”.

Desde entonces no vivirá para otra cosa. Procura la publicación de El Tesoro escondido, primer libro en español sobre el Sagrado Corazón de Jesús, escrito a instancias suyas por su director espiritual, el P. Juan de Loyola SJ; hace traer desde Italia dos moldes con los que imprime y difunde miles de estampas con la Novena; conquista para su causa al misionero popular P. Calatayud SJ, que comienza a fundar en cada pueblo por donde pasa un Cofradía del Sagrado Corazón de Jesús, como fruto precioso de la misión; contacta con obispos y miembros de la familia real para que ayuden a la extensión de este culto, y pidan al Papa la celebración de esta fiesta para España; celebra la primera novena pública al Corazón de Jesús en el Colegio de San Ambrosio...

Aquí comienza la historia de la impresionante difusión del culto al Corazón de Jesús en toda España (la de entonces, que con las regiones de Filipinas y más de medio continente americano, era casi medio mundo), con un resultado asombroso ya en vida de Bernardo, y que no dejará de crecer en lo sucesivo (gran cantidad de cofradías, imágenes, congregaciones, consagración del género humano al Corazón de Jesús…).

El núcleo de este culto se reduce a lo siguiente: Dios ama a cada ser humano. Con una pasión y una riqueza de matices que se ha dejado ver en el amor humano-divino de Jesucristo. Con un deseo inmenso de que yo corresponda a ese amor (consagración), y colabore activamente con él para que otros descubran este amor y correspondan también a él (reparación). Y ese Dios-hombre que nos ama así, está en la Eucaristía, vivo. Allí es donde puedo singularmente encontrarme con él, descubrir su amor, y corresponder a él.

Por eso la figura de Bernardo, su misión, son tremendamente actuales: hoy como nunca el mundo, desengañado de tantos sueños ideológicos y decepcionado de la propia capacidad de imprimir al progreso tecnológico, económico, etc. un rumbo genuinamente humano, necesita descubrir el rostro misericordioso de un Dios que viene a buscarnos, para ayudarnos.


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Tomado de la página web oficial.

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Para más información visite la página oficial de su beatificación:

http://www.padrehoyos.org/01_1_padreHoyos.php


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