P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA
(Mayo 28 - Mayo 29)
E. ULTERIOR MINISTERIO EN GALILEA: HASTA LA FIESTA DE PENTECOSTES
(Hasta fines de mayo del Año 29)
99.- JESÚS, PAN DE
VIDA
b) DISCURSO EN LA SINAGOGA DE CAFARNAUM
1ª Parte: ORIGEN DIVINO DE CRISTO, PAN DE VIDA
TEXTO
Juan 6,41-51
Pero los judíos
murmuraban de él, porque había dicho: "Yo soy el pan que ha bajado del
cielo". Y decían: "¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y
madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?" Jesús les
respondió: "Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no le
atrae; y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: 'Serán
todos enseñados por Dios'. Todo el que escucha al Padre y aprende su enseñanza
viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de
Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene
vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el
desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que lo coman y no
mueran, Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá
para siempre; y el pan que yo le voy a dar es mi carne por la vida del
mundo".
INTRODUCCIÓN
La mayoría de
autores cree que el diálogo de Jesús con la turba, que hemos considerado en la
meditación anterior, lo tuvo Cristo yendo caminando hacia la sinagoga, el
sábado por la mañana.
Las enseñanzas que
Cristo imparte ahora, debió pronunciarlas ya en la misma sinagoga, pues al final
de todo este discurso nos dice el Evangelista: "Esto lo dijo enseñando en
la sinagoga en Cafarnaúm".
Como podemos comprender de la sola lectura de
este pasaje, las enseñanzas de Cristo son muy parecidas a las anteriores, pero
ahora son pronunciadas con la solemnidad propia del ejercicio litúrgico en la
sinagoga. Aclara más las ideas antes declaradas, añade nuevos matices a su
autorevelación, y al final preanuncia ya el misterio Eucarístico.
MEDITACIÓN
1) Rechazo de los judíos
Se nos dice que
los "judíos murmuraban". Aquí la palabra "murmurar" tiene
un sentido de protesta, de rebelión (Cfr. Mt 20,11; Jn 6, 41.61). Y la palabra
"judíos" en el Evangelio de San Juan, donde se repite sesenta veces, casi
siempre se refiere a los dirigentes del pueblo judío, adversarios de Jesús. En
Hechos de los apóstoles setenta veces y también se refiere siempre a los
adversarios de Jesús o a los adversarios del cristianismo.
Estos
"judíos" no podían aceptar el origen divino de Jesús; ellos conocían
su origen pobre y humilde: hijo de María y José, el artesano. Y ellos acabarán
influyendo en la muchedumbre para que también rechacen a Jesús.
Todas las obras de
Cristo, sus milagros, sus enseñanzas, su testimonio de sí mismo, su misma vida,
en vez de abrir los corazones de los "judíos", lo cerraban más y más
por su obstinación, soberbia e hipocresía.
Y tremenda
responsabilidad la de ellos, que señalará Cristo más adelante: "¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de
los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les
dejáis entrar" (Mt 23, 13-14)
2) Origen divino de la fe en Cristo: Es don del
Padre
Ante el rechazo y
rebeldía de los judíos, responde Jesús con la misma enseñanza que había dado
anteriormente. El mismo Dios Padre es el que actúa en el corazón del hombre y
quien le atrae hacia su Hijo. Acción misteriosa del Padre en el alma que se
abre a su gracia; y al final de su vida, Cristo nos revelará también el magisterio
interior del Espíritu Santo en todo creyente. (Cfr. 4° punto de la meditación
anterior)
Y el Señor añade una cita de la Escritura:
"Serán todos enseñados por Dios". El Señor alude al profeta Jeremías
cuando habla de la Nueva Alianza y dice: "Pondré mi Ley en su interior, y
sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo".
(Jer. 31,33) Y también Isaías dice: "Todos tus hijos serán discípulos de
Yahvé, y será grande la dicha de tus hijos".
Estaba, pues,
anunciado que con la llegada del Mesías y la realización de la Nueva Alianza, existiría
un magisterio interior de Dios en el corazón del hombre; pero todo ese
magisterio, dice Cristo, tiene como finalidad llevar a los hombres hacia él:
"Todo el que escucha al Padre y aprende su enseñanza viene a mí".
Todo cristiano debe
mostrar una actitud de infinito agradecimiento hacia el Padre. Aunque el
cristiano no lo sepa y atribuya su fe a otras causas, en definitiva, sólo
porque el Padre le ha atraído hacia Cristo, ha llegado a la fe en él. Es regalo
inapreciable de Dios nuestro Padre; y consiguientemente, debemos valorar esa
fe como el gran tesoro de toda nuestra existencia.
Con la fe en
Cristo todo tiene sentido y todo tiene una solución en su providencia amorosa;
sin la fe en, Cristo, este mundo y todo lo que hay en él, incluyendo mi propia
existencia, deja de tener sentido, y los verdaderos problemas profundos del
ser humano quedan sin posible solución.
Fundamento de la
divinidad de Cristo y fruto de la fe en El Cristo fundamenta su divinidad en su
propio testimonio que nos confirma que nadie ha visto nunca al Padre. Sólo el
Hijo ha visto al Padre, y sólo el Hijo ha venido del Padre y ha bajado del
cielo. Clarísimamente nos está hablando de su preexistencia divina junto al
Padre y de su conocimiento y trato inmediato con el Padre. Y ha sido enviado
por el Padre para que todos los que crean en el Hijo, tengan vida eterna.
En otros diálogos
con los fariseos, Cristo demostrará con evidencia, para quien tenga un corazón
abierto a la gracia de Dios, que su propio testimonio es siempre verdadero y
que es el Padre quien confirma su testimonio. En sus lugares correspondientes
meditaremos esos diálogos de Jesús de autorrevelación personal, que con tanta
abundancia nos ha conservado el Evangelista Juan.
Aquí debemos
profundizar en el fruto de esa fe en Cristo, que él mismo nos enseña.
"Tiene vida eterna". Y sin fe en Cristo no hay "vida
eterna".
La vida eterna,
esa plenitud de felicidad y realización humana y divina por toda la eternidad,
depende de nuestra correspondencia a ese don de la fe que con tanto amor nos ha
otorgado el Padre. Se trata de una fe de total aceptación de su mensaje y
enseñanzas; y de total abandono y confianza en su amor redentor. Fruto de esta
fe es el regalo infinito de la Vida Eterna.
3) Preanuncio de la Eucaristía
En todo este
discurso y en el diálogo que lo ha precedido, Cristo pide a sus oyentes una fe
en él como Pan de Vida. "Yo soy el Pan de Vida" es la revelación
nueva que Cristo hace de su persona; pero ahora va a concretizar más el sentido
de que él es el Pan de Vida. El pan es un alimento básico que se come en todas
las casas de Palestina. El maná fue un pan milagroso que Moisés dio a los
Israelitas durante los largos arios de travesía por el desierto. Jesucristo
dice a los judíos que el mismo maná era un pan perecedero. Todos comieron de él
y todos murieron.
Hasta ahora, podía
considerarse que el sentido de la revelación de Cristo: "Yo soy el Pan de
Vida bajado del Cielo", era una metáfora. Cristo él mismo, su persona, su
enseñanza, eran un verdadero alimento espiritual para todos los hombres, en el
mismo o parecido sentido a cuando él mismo decía: "mi alimento es hacer la
voluntad del que me ha enviado" (Jn 4,34). Pero es en estos momentos
cuando Jesús llega a lo más profundo y misterioso de su revelación:
"Yo soy el
pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el
pan que yo le voy a dar es mi carne por la vida del mundo".
Jesús, pues, nos
habla de él como de pan que se come, y concretamente indica que ese pan es su
misma carne, es decir su cuerpo, que va a entregar por la vida del mundo.
Aparece ya aquí el carácter sacrifical en la entrega de ese pan.
Pero si solamente
hubieran sido estas frases de Jesús las que anunciasen la Eucaristía, muchos
autores opinan que ellas todavía podrían entenderse en un sentido metafórico.
Cristo, en cuanto ofrecido en sacrificio en la cruz, era ese verdadero pan de
vida que daba la vida del mundo. Comer a ese Cristo, significaría creer en él
como Redentor, aceptar su sacrificio en la cruz, y recibir todos los
beneficios de esa redención admirable.
Pero sí podemos conocer con certeza que Cristo en estas palabras anuncia ya la Eucaristía, por la respuesta que va a dar a continuación a los que se habían escandalizado de sus palabras que habían interpretado en un sentido realista. Cristo reafirmará mucho más claramente todo el misterio de la Eucaristía, y quedará plenamente confirmada esta interpretación al considerar los textos de la misma institución de la Eucaristía.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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