P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
IV. JESÚS REGRESA A GALILEA Y MARCHA A TIERRAS DE PAGANOS PASA DE NUEVO POR GALILEA
PASA DE NUEVO POR GALILEA
(Junio - Setiembre, año 29)
113.- CURACIÓN DE UN
CIEGO EN BETSAIDA
TEXTO
Marcos 8, 22-26
Llegan a Betsaida.
Le presentan un ciego y le suplican que le toque. Tomando al ciego de la mano,
le sacó fuera del pueblo, y habiéndole puesto saliva en los ojos, le impuso las
manos y le preguntó. "¿Ves algo?". El, alzando la vista, dijo:
"Veo a los hombres, pues los veo como árboles, pero que andan".
Después, le volvió a poner las manos en los ojos y comenzó a ver claramente y
quedó curado, de suerte que veía de lejos claramente todas las cosas. Y le
envió a su casa, diciéndole: "Ni siquiera entres en el pueblo".
INTRODUCCIÓN
Marcos es el único
evangelista que nos cuenta este milagro del Señor nada más desembarcar en
Betsaida, donde Cristo ya era conocido.
Al igual que en el
milagro del sordomudo (Cfr. medit. 109) el Señor utiliza algunos ritos
especiales y hace el milagro de una manera gradual. Esta manera de actuar del
Señor es contraria a su manera ordinaria de proceder en los milagros. Tampoco
aquí Cristo nos explica el sentido de su proceder extraordinario.
Al final de la
escena se nos repite la orden del Señor al ciego, que ha recobrado la vista,
de que no publique el milagro pasando por el pueblo, sino que directamente vaya
a su casa. La razón es guardar el secreto mesiánico.
MEDITACIÓN
El Señor, lleno de
misericordia, atiende la petición de los que piden la curación del ciego. Es
un milagro más, signo de la llegada del Reino, que el Señor realiza en favor de
este hombre, desvalido por su ceguera.
Todos los milagros
de curaciones de ciegos tienen el sentido transcendental que el mismo Señor
indica en el caso de la curación del ciego de nacimiento: "Yo soy la luz
del mundo; el que me siga no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de
la vida." (Jn 8, 12)
Ciertamente en las
cosas que se refieren a Dios, en todo lo referente a los misterios profundos de
nuestra fe y de nuestra vida cristiana, somos ciegos naturalmente; y
necesitamos que el Señor nos ilumine, que abra los ojos de nuestra alma para
poder comprenderlos y aceptarlos.
Los Santos Padres
consideran también con sentido simbólico la manera de actuar del Señor. Al
obrar de esa manera gradual creen que el Señor quiso significar la obra lenta y
difícil que supone para Jesús iluminar la mente de los hombres. Y también indicamos
que la gracia de Dios se deja sentir paulatina y progresivamente.
Oración constante
al Señor pidiéndole que siempre sea él la luz que nos ilumine en nuestra vida.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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