P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
III.- FIESTA DE PENTECOSTÉS EN JERUSALÉN
DISCURSO DE "AUTOREVELACION"
103.- PLENOS PODERES
DEL HIJO PARA DAR VIDA Y JUZGAR
TEXTO
Juan 5, 16-30
Los judíos
perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado. Pero Jesús les replicó:
"Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo". Por eso los judíos trataban
con mayor empeño de matarle porque no sólo quebrantaba el sábado sino que
llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a si mismo igual a Dios.
Jesús, pues,
tomando la palabra, les decía:
"En verdad,
en verdad os digo: El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, si no lo que ve
hacer al Padre: lo que hace él, eso también lo hace igualmente el Hijo. Porque
el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que El hace. Y le mostrará obras
aún mayores que éstas, y vosotros os asombraréis. Porque, como el Padre resucita
a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que
quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio lo ha entregado
al Hijo, para que todos honren al Padre que le ha enviado. En verdad, en verdad
os digo: llega la hora (ya estamos en ella) en que los muertos oirán la voz del
Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. Porque, como el Padre tiene vida en
sí mismo, así también le ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo y le ha dado
poder para juzgar porque es Hijo del hombre. No os extrañéis de esto: llega la
hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y los que hayan
hecho el bien resucitarán para la vida y los que hayan hecho el mal para la
condenación. Yo no puedo hacer nada por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y
mi juicio es justo porque no busco mi voluntad sino la voluntad del que me ha
enviado".
INTRODUCCIÓN
Es uno de los
textos donde Jesús se manifiesta con poderes divinos y, en cierto sentido se
hace igual al Padre en sus prerrogativas. Los escribas y fariseos no quieren
fijarse en los muchos milagros y señales que da Cristo de su divinidad; pero sí
saben fijarse, y exclusivamente en el hecho de que quebranta el día Sábado. Y
sus oídos los tienen cerrados para toda revelación de Cristo. Por eso, cuando
Cristo ahora se revele con toda claridad ante ellos, la consecuencia será el
aumento del odio hacia él y el deseo de llevar a cabo su muerte. Y comprenden
perfectamente el sentido de las palabras del Señor: "que llamaba a Dios su
propio Padre haciéndose a si, mismo igual a Dios". Las palabras de Cristo
tenían un solo sentido para los judíos y ese sentido era el de su misma
divinidad. Los judíos se cierran totalmente a esta revelación y será la causa
de la condenación y muerte de Jesús.
MEDITACIÓN
1) "Mi padre trabaja siempre, y yo también
trabajo"
En esta respuesta
de Jesús a los fariseos y escribas que le acusaban de quebrantar el día Sábado,
Cristo se equipara al Padre. El Padre siempre está trabajando, aunque sea en
día Sábado; así yo también al igual que mi Padre, trabajo aunque sea en día
Sábado. Jesús no niega el hecho de quebrantar los estatutos judíos que
regulaban el descanso del día Sábado; lo que niega es su culpabilidad. Jesús
está por encima de cualquier ley o regulación humana; tiene los mismos
derechos de su Padre a ejercer una actividad constante, permanente.
2) Relación esencial de Jesús con su Padre
Jesús se llama a
sí mismo "el Hijo". Esa expresión hace de Jesús "el Hijo
singular y único", que no puede compararse o equipararse con el resto de
los hombres, aunque por el mismo Cristo sean llamados "hijos de
Dios". Cristo no es un hijo entre una pluralidad de hijos, sino que es
absolutamente " el Hijo".
Y en esta relación
de Padre e Hijo lo que prevalece es el amor. El Padre ama al Hijo y le muestra
todo lo que él hace, todas las maravillas de su infinito poder; y el Hijo en
subordinación al Padre, manifestará el mismo poder y la misma autoridad del
Padre. El Hijo, por sí mismo, no hace nada. El Hijo renuncia, por amor a su Padre,
a una actuación independiente; no puede hacer ni hablar nada por propia
iniciativa, a su capricho.
(Cf. Jn 7,8;8,28;
14,10)
El Hijo en toda
actividad está siempre contemplando a su Padre y de él recibe el impulso para
la propia actuación. Pero la unidad de colaboración entre el Padre y el Hijo es
tan profunda, que el Hijo hace lo mismo que hace el Padre. Es una acción
simultánea y unitaria. Esto será lo que el mismo Jesús explique a
continuación.
3) Poderes absolutos para "dar vida" y
para "juzgar"
El Señor dice que
el Padre le mostrará todavía "obras mayores que éstas". Estas
"obras mayores" que el Padre va a confiar al Hijo, son las obras más
grandes reservadas exclusivamente a Dios. El Señor se está refiriendo a lo que
dice a continuación: "Porque como el Padre resucita a los muertos y les da
la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere". "El Padre
no juzga a nadie, sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo".
Lo que aquí nos
quiere indicar Cristo es que el Padre vivifica, resucita, da la vida eterna y
juzga a todos los hombres a través del Hijo. El Dios invisible y trascendente
"obra" a través del Hijo encarnado. Jesús se atribuye a sí estos
poderes y derechos soberanos de Dios, porque su Padre se los ha entregado sin límite
alguno y los ejercita en plena unión con su Padre: "Yo no puedo hacer nada
por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco
mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado". Siempre aparece
Cristo con el supremo ideal de cumplir la voluntad de su Padre.
Y Jesús nos da el
motivo esencial de la entrega total de estos poderes por parte del Padre:
"Para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al
Hijo, no honra al Padre que lo ha enviado". Palabras que expresan la divinidad
de Cristo. De la misma manera que hay que honrar, venerar, adorar al Padre, hay
que honrar, venerar y adorar al Hijo, que ha venido de junto al Padre, enviado
por él. Quien rechaza al Hijo está rechazando al Padre que lo ha enviado.
Hay que hacer notar
que el Señor habla de "dar la vida" y de "juzgar" en tiempo
presente, y es que esa nueva vida que da el Hijo y esa garantía de la
resurrección, lo mismo que su función judicial, se hallan ya presentes en la
hora actual. Cristo mismo y su enseñanza hacen presente la vida, la resurrección
futura y el juicio venidero.
4) Llamado a la conversión
La autorevelación
de Cristo en cuanto dador de vida y juez universal se convierte en un llamado
apremiante a la conversión, es decir, a que los judíos le acepten, le acojan a
él y sigan sus enseñanzas, condición imprescindible para obtener esa nueva
vida y resurrección y obtener en el juicio una sentencia favorable:
"Llega la
hora -ya estamos en ella- en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los
que la oigan vivirán... Llega la hora en que todos los que están en los
sepulcros oirán su voz, y los que hayan hecho el bien resucitarán para la
vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación".
"Oír la voz
de Cristo" no es una mera audición física. Se trata de una audición que
incluye plena aceptación y sumisión a esa palabra, a esa voz del Señor. Los que
hayan oído así la voz del Señor no tiene que temer el juicio y todos recibirán
la nueva vida, la resurrección de eterna bienaventuranza. Los que no
"oigan" esa voz, lo único que les espera es la condenación. Se trata
pues de una escucha en plena fe y de una fe manifestada en las obras.
Y Cristo parece
hablarnos de un juicio ya presente y de una resurrección ya presente. Hay que
entenderlo en el sentido que la voz de Cristo, la voz llena de poder para
vivificar y para juzgar, ya está presente; y los que en esta vida
"oigan" esa voz son los que resucitarán para la vida.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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