P. Mark Link, jesuita.
Día cinco
“Cuando cruces las aguas yo estaré contigo; la corriente no te arrastrará” Isaías 43,2
Cerca de un lugar llamado Arroyo del Cojo, en Colorado, Estados Unidos, hay
una mina donde el oro y el telurio se encuentran mezclados. Los métodos de
refinación no podían separar los dos elementos.
Un día, un minero se confundió y en vez de agarrar un pedazo de carbón,
tomó un pedazo de mineral y lo echó en la estufa. Luego, mientras sacaba las
cenizas, encontró el mineral con trozos de oro. Al tiempo que los recogía
observó fijamente y no podía creer lo que estaba viendo. Los trozos eran oro
puro. El horno había quemado el telurio, dejando el oro en estado puro.
Nosotros somos como el telurio; sólo que necesitamos que el fuego del dolor nos
purifique. El minero, sin presagiarlo, había encontrado una fortuna.
Hay una lección importante aquí. Nosotros somos como el telurio. La gente
nos deja de lado pensando que no tenemos valor. Pero dentro de nosotros hay oro
puro.
Recuerda un episodio de tu vida en el que una tragedia se convirtió en bendición a pesar de todo. Habla con Dios acerca de la última finalidad de las tragedias de la vida.
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Referencia bibliográfica: Desafío. P. Mark Link, jesuita. Ejercicios Espirituales de San Ignacio
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