P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
IV. JESÚS REGRESA A GALILEA Y MARCHA A TIERRAS DE PAGANOS PASA DE NUEVO POR GALILEA
PASA DE NUEVO POR GALILEA
(Junio - Setiembre, año 29)
115.- PROMESA DE
CRISTO DE FUNDAR SU IGLESIA: PRIMADO DE PEDRO
TEXTO
Mateo 16, 18-20
"Y yo a mi
vez te digo que tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las
puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del
Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y
lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos." Entonces
mando a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.
INTRODUCCIÓN
Inmediatamente
después de la confesión de Pedro, vimos cómo el Señor le llamaba
"bienaventurado" porque había recibido de su Padre esta revelación.
Y a continuación es cuando el Señor promete fundar su Iglesia sobre la roca, y
esa roca será Simón. Desde entonces Simón se llamará también Roca, Piedra,
Pedro.
Se suele hablar de
que el Señor cambió el nombre de Simón por Pedro. No es del todo exacto.
Propiamente no fue cambio de nombre, sino más bien un calificativo añadido al
verdadero nombre de Simón. Cristo mismo sigue, llamando Simón al apóstol hasta
el final (Cfr. Mt 17, 25; Mc 14, 37; Jn 21, 15-17). Los evangelistas empiezan a
llamarlo Simón Pedro. La palabra original del Evangelio: "Kephas",
que traducimos por roca o piedra grande, no se usa nunca ni como nombre, ni
como sobrenombre. Por lo tanto, hay que señalar que parece extraño que tal
nombre "Kephas", "Pedro" llegase a desplazar el nombre
propio original de Simón. La Iglesia primitiva consagra ya este nombre
definitivamente: Le llamará Pedro, sin más.
La única
explicación posible de este hecho es que Cristo impuso este nuevo nombre a
Simón como expresión de una función especial que había de desempeñar. Y
comprueba también la historicidad del hecho.
MEDITACIÓN
1) Simón es la "Roca" sobre la que
Cristo fundará su Iglesia
Cristo, al estilo
oriental, se vale de una metáfora para indicarnos la función de Pedro en su
Iglesia. Pedro será el fundamento rocoso de la nueva comunidad mesiánica querida
por Cristo. Jesús va a edificar su Iglesia a la manera de un edificio, una
casa. Se trata de la comunidad visible de sus discípulos. La metáfora de la comunidad
como una casa era familiar en el mundo judío. La comunidad es llamada
"casa de Dios" (Cfr. Jer 12, 7; Os 8, 1; 9, 8-15; Num 12, 7); y el
Pueblo de Dios, el Pueblo Judío es llamado "Casa de Israel" (Cfr. Rut
4, 11; Am 9, 11). Jesús empleó en varias ocasiones este modo de hablar (Cfr.
Mt 10,6; 15,24).
Jesús que acaba de
ser reconocido como Mesías, Hijo de Dios, por la magnífica confesión de Pedro,
piensa en su comunidad mesiánica. Constituida por hombres y enviada a los
hombres, necesitará de una firmeza y consistencia visible que la mantenga
unida en la fe que Pedro acaba de confesar. Y para ello elige a Pedro. Pedro
será la roca que dé consistencia y firmeza y unidad a la Iglesia como comunidad
de fe en Jesús. (Cfr. Mt 7, 24-26)
Esta roca firme
que da estabilidad a la comunidad de los fieles es la que Cristo ha buscado en
Pedro. Es decir, Cristo es el que ha transformado a Simón, hijo de Jonás, el
vacilante, el temeroso, el humilde pescador de Galilea, en roca de la Iglesia.
Por eso le ha añadido el sobrenombre de Roca. La misión de Pedro, consiguientemente,
será la de dar firmeza, seguridad, unidad y duración a la Iglesia fundada por
Cristo. Y por esta misma razón, la Iglesia, fundada sobre esta roca, no podrá
ser vencida por la muerte, que es lo que significan las palabras de Cristo:
"Y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella."
"Las puertas"
es una expresión para significar el poder, ya que las puertas de una ciudad
eran la parte más fortificada. El "Hades" era el lugar de los
muertos. Por lo tanto, el sentido verdadero de las palabras de Cristo es que el
poder de la muerte no vencerá a la Iglesia, es decir, que durará para siempre
hasta el final de los tiempos.
2) "A ti te daré las llaves del Reino de los
Cielos."
Esta nueva
metáfora esclarece la anterior. En efecto, la expresión bíblica de "dar
las llaves" tenía un significado bien determinado y preciso, como símbolo
de investidura de una autoridad.
Sebná, prefecto
del palacio de rey Ezequías, ha caído en desgracia. En su lugar le sucede
Elyakim. Isaías muestra el valor simbólico de las llaves: "Aquel día
llamaré a mi siervo Elyakim... y le daré a él el poder. El será un padre para
todos los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá. Pondré sobre sus
hombros la llave de la casa de David. "(Is 22, 20-22)
Con la llave que
se colgaba al hombro se simbolizaba el poder, la autoridad para ordenar la
casa del Rey; más bien, para regir el reino entero en nombre del Rey: "
Será padre para todos los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá".
El Apocalipsis definirá al Mesías como aquel que tiene "las llaves de
David"; "abre y nadie puede cerrar; cierra y nadie puede abrir"
(Apoc.3, 7) Y el mismo Apocalipsis nos dirá de Cristo que "tiene las
llaves de la muerte", indicando el pleno poder y autoridad de Cristo sobre
la vida y la muerte.
La entrega de las
llaves significa, pues, la entrega de un poder, de una autoridad delegada que
ejerce en nombre de otro. Jesús, confesado Mesías por Pedro, promete a Pedro
las llaves del Reino, es decir, le hace su representante, su vicario, le
concede toda la autoridad que sea necesaria para regir la Iglesia que va a
fundar.
3) La metáfora de "atar" y
"desatar"
Significa también
una autoridad para dirigir la comunidad eclesial y que en la mentalidad judía
significaba principalmente tres cosas:
Declarar una cosa
prohibida o permitida. Imponer una obligación o eximir de ella. Excluir de la
comunidad o readmitir en ella.
En virtud de esta
autoridad se pueden dictar normas convenientes para defender la fe y la vida
de los discípulos de Cristo; e incluye también el caso extremo: puede llegar
hasta el castigo de expulsar de la comunidad eclesial a los que constituyan un
verdadero peligro para ella. Y estas normas son ratificadas en el cielo, es
decir, delante de Dios. Dios las refrenda.
Entra, pues,
dentro de esta facultad entregada a Pedro el supremo poder legislativo,
judicial, y coactivo en la Iglesia, dentro siempre de los límites de la
naturaleza espiritual de la misma Iglesia.
El Señor después
extenderá a todos los apóstoles este poder de "atar" y
"desatar"; pero considerando en su conjunto las tres metáforas que
señalan la autoridad concedida a Pedro, no puede haber duda de que la jerarquía
apostólica no esta formada por un grupo igualitario. Por voluntad de Cristo,
está toda ella orientada hacia un último principio de unidad visible que es la roca
de Pedro.
Pero, por
supuesto, en la base de la autoridad de Pedro, y de todos los apóstoles está el
único Señor, la única fuente de toda autoridad en la Iglesia, cuya presencia
invisible, pero real, da consistencia al apostolado de los Doce y al Primado de
Pedro.
Otros dos textos del
Evangelio confirmarán el Primado de Pedro (cfr. Lc 22, 32; Jn 21, 15-17)
4) Actitud del cristiano ante la Iglesia y el
Primado de Pedro
La actitud del
cristiano ante la Iglesia debe ser de un aprecio y estima extraordinarios. Es
a través de esta Iglesia como Cristo llega a nosotros y todos los frutos de la
redención se hacen realidad en cada alma. Cristo ha depositado en esta Iglesia
todos los tesoros de magisterio, de santificación, de dirección cierta y segura
para todos los hombres de buena voluntad que quieren aceptarle a él como Hijo
de Dios y Redentor. Cristo sin la Iglesia sería un absurdo, una gran mentira.
El plan salvífico del Padre, llevado a cabo por Jesucristo, se centra en la
institución de la Iglesia, la comunidad mesiánica de los hijos de Dios. Es en
la Iglesia donde se hace posible el encuentro del hombre con Cristo.
Y por otra parte,
una confianza sin límites en esta Iglesia. Como institución compuesta por
hombres, aunque sea divina, podremos encontrar en ella muchas deficiencias y
limitaciones, pero sabemos que el Señor estará con ella hasta el fin de los
tiempos, y que no habrá enemigo, por poderoso que sea, que sea capaz de acabar
con ella. Y que ella permanecerá fiel a Cristo por la misma promesa del Señor.
Y dentro de esta
Iglesia ocupa un puesto de primer orden el vicario de Cristo, el sucesor de
Pedro. No por sus propios esfuerzos, ni siquiera por su propia santidad, sino
por la ayuda y presencia de Cristo que le acompaña en su función apostólica, hará
que la Iglesia permanezca siempre fiel a Cristo y a sus enseñanzas. Certeza
absoluta de que siguiendo el magisterio apostólico de la Iglesia nunca
andaremos errados. Fidelidad, gratitud y amor al Vicario de Cristo en la
tierra.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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