131. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - Jesús abandona Galilea y se encamina a Jerusalen



P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


IV. JESÚS REGRESA A GALILEA Y MARCHA A TIERRAS DE PAGANOS PASA DE NUEVO POR GALILEA

PASA DE NUEVO POR GALILEA

(Junio - Setiembre, año 29)

131.- JESÚS ABANDONA GALILEA Y SE ENCAMINA A JERUSALÉN

TEXTOS

Mateo 19, 1-2

Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán. Le siguió mucha gente, y los curó allí.

Marcos 10, 1

Partiendo de allí (Galilea), se fue a la región del Judea al otro lado del Jordán.

Lucas 9, 51

Como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su vo­luntad de ir a Jerusalén.

Juan 7, 1-10

Después de esto, Jesús andaba por Galilea, y no podía andar por Judea, porque los judíos le buscaban para matarle.

Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Y le dijeron sus hermanos: "Sal de aquí y vete a Judea para que también tus discípulos vean las obras que haces, pues nadie actúa en secreto cuando quiere ser conocido. Si haces estas cosas, muéstrate al mundo". Es que ni siquiera sus hermanos creían en él. Entonces les dice Jesús "Todavía no ha llegado mi tiempo, en cam­bio vuestro tiempo siempre está a mano. El mundo no puede odiaron; a mí me aborrece, porque doy testimonio de que sus obras son perversas. Subid vosotros a la fiesta; yo no subo a esta fiesta porque aún no se ha cumplido mi tiempo." Dicho esto se quedó en Galilea. Pero después que sus herma­nos subieron a la fiesta, entonces, él también subió, no manifiestamente, sino de incógnito.

INTRODUCCIÓN

Es San Lucas quien con mayor solemnidad anuncia la partida de Jesús para Jerusalén, abandonando definitivamente Galilea. Con este anuncio de la subida a Jerusalén empieza la llamada "sección lucana", porque gran parte de ella es exclusiva de Lucas, y se extiende hasta el cap. 18, 4. No es fácil coordinar esta sección propia de Lucas con los otros evangelistas. Pero en ella encontrarnos hechos y enseñanzas del Señor muy fundamen­tales; no es necesario aceptar el orden cronológico con que se nos narran.

Lucas considera este viaje de Jesucristo a Jerusalén bajo la perspectiva de su pasión y muerte y de su posterior resurrección y ascensión a los cielos.

San Lucas vuelve a hablar de la subida del Señor a Jerusalén en otras dos oportunidades (Lc 13, 22 y 17, 11). No se trata de viajes distintos sino que se refieren al mismo viaje que se va prolongando por Judea, Perea, pero que la meta no es otra que Jerusalén, la ciudad decidida. Pero antes de la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén, preludio de su Pasión, el Señor visitará dos veces más la ciudad. Acudirá a Jerusalén para la fiesta de los Tabernáculos, y para la fiesta de la Dedicación del Templo.

Creemos, con muchos autores, que este viaje, que señala San Lucas co­rresponde también al viaje que nos señalan Mateo y Marcos en los textos citados (Mt 19, 1-2; Mc 10,1)

El texto de San Juan (Jn 7, 1-10) hay que entenderlo en coordinación con el texto de San Lucas.

Nos dice San Juan que "después de esto, Jesús andaba por Galilea, y no podía andar, por Judea, porque los judíos le buscaban para matarle". Este texto empalma con el final del capítulo cinco de San Juan, como ya expli­camos en la meditación 102. Juan se refiere a la vuelta de Jesús a Galilea después de celebrar la Fiesta de Pentecostés en Jerusalén, donde Cristo fue calumniado y perseguido por, los escribas y fariseos. Pero Juan, no nos nana la actividad de Jesús en Galilea; no repite lo que ya está narrado en los Evangelios sinópticos. E inmediatamente pasa a narrarnos la subida de Cristo a Jerusalén para celebrar la fiesta de los Tabernáculos. Y esta subida de Jesús a Jerusalén concuerda con lo que los sinópticos nos dicen, que Jesús abandona Galilea para dirigirse a Judea, a Jerusalén. Pero los sinópticos no nos hablan de la actividad de Jesús en Jerusalén. Juan es quien suple esta carencia.

MEDITACIÓN

1) "Como se iban cumpliendo los días de su asunción, el se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén"

Este texto de Lucas nos revela la actitud del Señor: Su decisión firme de ir a Jerusalén para cumplir con su obra redentor. Es lo que significa la pala­bra que usa Lucas: "Asunción". Significa la salida de este mundo y com­prende su pasión y su muerte, sin excluir la resurrección y la ascensión.

El Señor vive en deseos de ir al sacrificio de la Cruz para cumplir la vo­luntad de su Padre y para mostrar a los hombres su infinito amor. Su acti­tud es la que manifestó a sus discípulos: "Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!" (Lc 12, 50)

Tenía que ser bautizado con el bautismo de su sangre y estaba como ator­mentado por el deseo que tenía de que se cumpliera ese bautismo. Es el deseo de padecer, de amar, de redimir a los hombres, lo que le impulsa a Jesús a ir con toda valentía y decisión al encuentro de su cruz.

¡Qué diferente es nuestra actitud, que ante cualquier sacrificio retrocede­mos!

2) Jesús y sus parientes

Los parientes de Jesús -llamados hermanos (Cfr. Med. 84)- no entendían su actitud de retraimiento en su actividad apostólica; ya no predicaba a las multitudes y se dedicaba casi exclusivamente a la instrucción a sus apósto­les. Conocemos por otras meditaciones la razón de esta actitud del Señor, que no era sino la hostilidad producida contra él, después del Sermón del Pan de Vida.

Se nos dice que sus parientes no creían en él como Mesías. Ellos también, al igual que todos los judíos, tenían muy arraigada la idea de un Mesías glorioso y triunfador, mientras que Jesús se mostraba siempre en una acti­tud de rechazo a todo lo que pudiera ser gloria y triunfo terrenos. Pero lo que no podían negar era su poder para hacer milagros. Por eso le dicen que vaya a Jerusalén, que muestre allí ese poder, que se haga conocer por los milagros, y así logrará obtener reconocimiento de todos. "Muéstrate al mundo" hay que entenderlo en el sentido de que haga ostentación de su poder de hacer milagros. Y ahora se presentaba una ocasión muy especial: Se iba a celebrar la fiesta de los Tabernáculos.

Es la misma tentación con la que quiso seducir el demonio al Señor en el Desierto; es la misma tentación con que los escribas y fariseos le pedían que hiciese un milagro espectacular, para poder creer en él; es la misma tentación con que la multitud quiso proclamarle rey para liderar la libera­ción socio-política del pueblo judío.

Pera Jesucristo, Hijo de Dios, que conocía los caminos que su Padre tenía en su providencia para redimir el mundo, rechazó siempre estas tentacio­nes; y siguió el camino de la humillación y de la cruz. Y éste será el cami­no para todos los que quieran con sinceridad seguir a Cristo. La tentación para todos los cristianos será siempre huir de la cruz. Aprendamos del Se­ñor a rechazar con decisión y energía esta tentación.

El Señor rechaza la invitación de sus parientes; pero en su respuesta pare­ce que hay contradicción. Les dice que no sube, porque su tiempo no ha llegado y, sin embargo, irá a Jerusalén mediada la fiesta. Lo que quiso in­dicar el Señor es que no iría a Jerusalén con el propósito que tenían sus parientes; y además les añade que su tiempo de manifestarse al mundo no había llegado, refiriéndose probablemente a su entrada triunfal en Jerusa­lén, días antes de su Pasión. Pero sería un manifestarse al mundo con la gloria del Mesías, pero de un Mesías humilde montado en un asno, y que los pocos días colgaría del madero de la Cruz.



Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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