206. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - Apóstrofe a Jerusalén


 P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


IX. JESÚS SUBE A JERUSALÉN PARA LA FIESTA DE LA PASCUA

DESDE LA ENTRADA TRIUNFAL DE JESÚS EN JERUSALÉN HASTA LA ÚLTIMA CENA 

(Fines de Marzo - Primeros de Abril, año 30)


JESÚS ENTRA EN EL TEMPLO DE JERUSALÉN

206.- APÓSTROFE A JERUSALÉN

TEXTOS

Mateo 23, 37-39

"¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una ga­llina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa. Pues os digo que ya no me volveréis a ver hasta que digáis:
¡Bendito el Que viene en nombre del Señor!"

Lucas 13, 34-35

"¡Jerusalén, Jerusalén!, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una ga­llina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que ya no me volveréis a ver hasta que di­gáis:
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!"

INTRODUCCIÓN

En otro pasaje meditamos las lágrimas de Cristo sobre Jerusalén, al pre­ver su destrucción (Cfr. medit. 194). Ahora, al final de su discurso contra los escribas y fariseos y de haberles anunciado el castigo para ellos y para todo el pueblo judío, el Señor vuelve a manifestar el profundo amor que tiene a todo su pueblo y lo que le duele el castigo que va a caer sobre él.


MEDITACIÓN

1) Apóstrofe a Jerusalén

El Señor, con profunda emoción y con palabras patéticas, apostrofa a la ciudad de Jerusalén, que representaba a toda la nación judía.

Muchas veces había acudido el Señor a la ciudad Santa, y en su Templo donde había dado los principales discursos de revelación de su persona y de su misión. Y en sus cercanías había obrado el mayor milagro de to­dos, la resurrección de Lázaro. Cristo había hecho todo lo posible por convertir al pueblo judío, por que le aceptase como el Hijo de Dios, el Enviado del Padre para traer la salvación al pueblo escogido. Y con la comparación de la gallina, que cobija a sus polluelos bajo sus alas, quie­re manifestar el amor y ternura con que quiso atraer hacia sí a todos los judíos. Pero Cristo fracasa en su intento, su amor y ternura son despre­ciados, su llamado es rechazado de tal manera que llegarán a crucificar­le. Podemos imaginar su profundo sentimiento de dolor y pena al experi­mentar este rechazo y prever el castigo que se cierne sobre toda la nación judía. Jerusalén será destruida, toda Judea será asolada, los judíos deja­rán de existir como pueblo y nación y quedarán dispersos en muchas otras naciones. Dios abandona a su pueblo, a su Ciudad Santa, a su Tem­plo. Sólo ruina y destrucción es lo que espera al pueblo judío.

Y no es pura imaginación pensar que Cristo, con la misma ternura y el mismo amor que sentía por el pueblo judío, ama ahora a toda alma redimi­da por él. Qué mayor amor y qué mayor ternura que Cristo en la Cruz ofre­ciendo su sacrificio por todos y cada uno de los hombres. Desgraciados nosotros si un día tenemos que oír las mismas palabras de reprobación que el Señor dirigió al pueblo judío.

2) Palabras de esperanza

Al final de su apóstrofe a Jerusalén, el Señor tiene palabras que se inter­pretan como palabras de esperanza sobre el destino definitivo del pueblo judío.

Dice a los judíos:" No me volveréis a ver hasta que digáis: "¡Bendito el que viene en nombre del Señor!"

¿A qué tiempo se refiere este hecho que profetiza Cristo, de que llegará un día en que los judíos se conviertan a él, le acepten y le aclamen como el verdadero Mesías? La gran mayoría de los comentaristas cree que Cristo se refiere a la conversión de los judíos al final de los tiempos. Lle­gará el día en que el pueblo judío arrepentido de su rechazo a Cristo, se convierta al Señor y entre en el redil. Esta interpretación está de acuerdo con lo que nos enseña también San Pablo: "No quiero que ignoréis, her­manos, este misterio...; el endurecimiento parcial que sobrevino a Israel, durará hasta que entre la totalidad de los gentiles, y, así, todo Israel será salvo." (Rom 11,25-26)

Son palabras de Cristo que abren la esperanza al pueblo judío.

La misericordia de Dios no ha terminado para ellos. Dios seguirá llaman­do a los judíos a la conversión. Llegará el día en que ese llamado sea efi­caz y los judíos correspondan al amor misericordioso de Dios, y ellos también puedan recibir los frutos de la Redención de su Hijo.

Esta profecía aliviaría en algo el profundo dolor que sentía Cristo por su pueblo. Cristo en el cielo sigue intercediendo por su pueblo. Infinita la misericordia y el amor de Cristo, que llega a superar todas las maldades y pecados de los hombres.


...


Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.





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