P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
IX. JESÚS SUBE A JERUSALÉN PARA LA FIESTA DE LA PASCUA
DESDE LA ENTRADA TRIUNFAL DE JESÚS EN JERUSALÉN HASTA LA ÚLTIMA CENA
(Fines de Marzo - Primeros de Abril, año 30)
191.- LOS CIEGOS DE JERICÓ
TEXTOS
Mateo 20, 29-34
Cuando salían de
Jericó, le siguió una gran muchedumbre. En esto, dos ciegos que estaban
sentados junto al camino, al enterarse que Jesús pasaba, se pusieron a gritar:
"¡Señor, ten compasión de nosotros, Hijo de David!". La gente les
increpó para que se callaran, pero ellos gritaron con más fuerza:"¡Señor, ten
compasión de nosotros, Hijo de David!" Entonces Jesús se detuvo, los
llamó y dijo: "¿Qué queréis que os haga?" Dícenle: "¡Señor, que
se abran nuestros ojos!" Movido a compasión Jesús tocó sus ojos, y al instante
recobraron la vista y le siguieron.
Marcos 10, 46-52
Llegan a Jericó. Y
al salir de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el
hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al
enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: "¡Hijo de David,
Jesús, ten compasión de mí!". Muchos le increpaban para que se callara.
Pero él gritaba mucho más: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!"
Jesús se detuvo y dijo: "Llamadle." Llaman al ciego diciéndole:
"¡Animo, levántate! Te llama." Y él, arrojando su manto, dio un
brinco y vino donde Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: "¿Qué
quieres que te haga?" El ciego le respondió: "Rabbuní, ¡que
vea!" Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado" Y, al instante,
recobró la vista y le seguía por el camino.
Lucas 18, 35-43
Al acercarse él a
Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que
pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús de
Nazaret, y empezó a gritar, diciendo: "¡Jesús, Hijo de David, ten compasión
de mí!". Los que iban delante le increpaban para que callara, pero él
gritaba mucho más: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!" Parándose
Jesús, mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado le preguntó:
"¿Qué quieres que te haga?" El le dijo: "¡Señor, que vea!"
Jesús le dijo: "Ve. Tu fe te ha salvado." Y, al instante, recobró la
vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo alababa a
Dios.
INTRODUCCIÓN
Hay algunas
diferencias en la transmisión de este milagro. Mateo nos habla de dos ciegos
que tienen el encuentro con Jesús a la salida de Jericó. Marcos nos habla de un
solo ciego. Y Lucas nos habla también de un solo ciego y coloca la escena
cuando el Señor entra en la ciudad de Jericó.
Pero estas diferencias
en nada cambian toda la transcendencia del milagro que Jesús realiza. El
milagro del Señor se transmitió según diversas tradiciones, como sucede en
otras ocasiones.
MEDITACIÓN
1) Oración de los ciegos
Es una oración
llena de fe en Cristo como el verdadero Mesías; por eso, le llaman "Hijo
de David". Pero esa fe está unida a una gran confianza en su bondad.
Conocen la bondad y compasión del Señor y le ruegan que tenga compasión de
ellos. Y aunque el Señor parece no atender a sus ruegos, sin embargo su fe y confianza
es tan grande que insisten en su oración, convencidos de que el Señor
terminaría por concederles lo que pedían. Ejemplo también de perseverancia en
la oración.
Se nos narra un
detalle de especial significado en la narración del milagro. Se nos dice que
toda la gente, que era "muchedumbre", increpa a los ciegos para que
callen. Pero los ciegos no hacen caso a esas increpaciones de la multitud y
continúan perseverantes en la oración. Su fe no desfallece ni se desaniman ante
la oposición de los demás.
Son muchos los
obstáculos que el hombre tiene que superar para hacer con fervor y con mucha fe
y confianza su oración al Señor. El ambiente del mundo en que vivimos, tan
materializado; las voces y los gritos que dan nuestras pasiones para apartarnos
del Señor; la excusa de las muchas ocupaciones que tenemos; todos estos son
grandes obstáculos para perseverar constantemente en la oración. Quien supera
todas estas dificultades y permanece constante en su oración al Señor acabará
obteniendo todo cuanto le pida. Este es el ejemplo que nos dan estos ciegos de
Jericó.
Y el contenido de
la oración de los ciegos se nos declara cuando responden a la pregunta del
Señor: "¿Qué queréis que haga con vosotros?". Ellos responden:
"¡Señor, que se abran nuestros ojos!" Esta era la gran necesidad que
sentían ellos en ese momento.
Pero esta súplica
de los ciegos debería ser una jaculatoria continua en los labios de todo
cristiano. Todos, de una manera o de otra, somos muy ciegos para comprender las
cosas de Dios. ¡Cuántas tinieblas en la vida de cada uno! ¡Cuántos momentos de
dudas, falta de comprensión de los misterios de Dios y de sus planes sobre
nosotros! ¡Cuántas cosas aparecen sin sentido a lo largo de nuestra vida!
Sólo la luz de
Cristo puede traernos la iluminación que necesitamos; y con la luz de Cristo en
nuestros corazones no sólo quedamos iluminados sino que también sentimos que
crece nuestra alegría, nuestra fe y nuestra esperanza. Y es luz, además, que
nos fortalece y nos hace caminar por la vida con toda seguridad, apoyados en el
Señor.
2) Jesús realiza el milagro
El Señor parece no
hacer caso a los primeros gritos de los ciegos. Quiere que manifiesten su
perseverancia en la oración, aunque desde el primer momento estaba ya dispuesto
a realizar el milagro.
El Señor los llama
y quiere que le expresen explícitamente su gran deseo, que por supuesto no era
otro que la curación de su ceguera: "Que se abran nuestros ojos."
El Señor les tocó
los ojos y quedaron sanos. Esas manos de Cristo devolvieron la vista a aquellos
ciegos, y comenzó para ellos una nueva vida llena de alegría y de felicidad. Al
abrir sus ojos todo se convirtió en novedad. Así será para nosotros, si nos
dejamos tocar por Cristo. El contacto con el Señor obra siempre los mayores
milagros en el corazón de la persona. Dejarse tocar por Cristo es la mayor
gracia que podemos recibir. Aquellos ciegos no desaprovecharon el paso de
Cristo por su vida y consiguieron que les tocase y renacieran a una vida nueva.
Y es tan fácil para el cristiano dejarse tocar por Cristo: Lo tenemos siempre
presente en la Eucaristía, y en la Comunión Cristo se hace presente en nuestra
alma. ¿Cómo son nuestras Eucaristías?
Al milagro
corporal de devolver la vista a los ciegos, se unió el milagro moral de la
justificación de sus almas. Las palabras que dice el Señor después de realizar
el milagro: "Tu fe te ha salvado", siempre tienen un sentido de
gracia espiritual, de perdón de los pecados, de nueva vida sobrenatural; la fe
en el Señor y la inmensa gracia recibida en el milagro, sin duda movió a
aquellos ciegos a un sincero arrepentimiento de los pecados, a una conversión
sincera; y el Señor, que con su gracia había movido el corazón de los ciegos,
completa su obra de misericordia concediéndoles la salvación de su alma. Todo
don y gracia del Señor, aun en el campo terreno y humano, debe llevarnos
siempre a una mayor conversión y arrepentimiento de nuestros pecados.
3) Reacción de los ciegos ante el milagro
Los dos ciegos
habían encontrado al Señor y de él habían recibido la plena salud de alma y
cuerpo. Comprenden que su felicidad está en seguir siempre al Señor. Y esta es
la reacción de los ciegos que se nos describe en el Evangelio: "Le
siguieron por el camino".
Nuestro encuentro
con el Señor debe ser definitivo. Una vez encontrado, no debemos nunca
separarnos de él. En él tenemos todo lo que necesitamos y todo lo que podemos
desear. Como dijo San Pedro en una ocasión: "¿Adónde iremos? Tú solo
tienes palabra de vida eterna." (Jn 6,68)
Y también se nos dice que alababan y glorificaban a Dios. Actitud fundamental de todo cristiano es la de vivir en continua alabanza y acción de gracias. Son innumerables los beneficios que estamos continuamente recibiendo del Señor; y cada alabanza y acción de gracias que elevemos en nuestra oración es motivo para que el Señor, en su infinita generosidad, nos colme de nuevas gracias.
...
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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