P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
IX. JESÚS SUBE A JERUSALÉN PARA LA FIESTA DE LA PASCUA
DESDE LA ENTRADA TRIUNFAL DE JESÚS EN JERUSALÉN HASTA LA ÚLTIMA CENA
(Fines de Marzo - Primeros de Abril, año 30)
JESÚS ENTRA EN EL TEMPLO DE JERUSALÉN
195.- EXPULSA A LOS MERCADERES DEL TEMPLO. ENSEÑA - REALIZA MILAGROS - RECIBE LA ALABANZA DE LOS NIÑOS
TEXTOS
Mateo 21, 12-17
Entró Jesús en el
Templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo; volcó
las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas. Y les
dijo: "Está escrito: Mi casa será llamada casa de oración. ¡Pero vosotros
estáis haciendo de ella una cueva de ladrones!"
También en el
templo se acercaron a él algunos ciegos y cojos, y los curó.
Mas los sumos
sacerdotes y los escribas, al ver los milagros que hacía, y al oír que los niños
gritaban en el Templo: "¡Hosanna al Hijo de David!", se indignaron y
le dijeron: "¿Oyes lo que dicen éstos?" "Sí -les respondió
Jesús- "¿No habéis leído nunca que de la boca de los niños y de los que
aún maman te preparaste alabanza?"
Y dejándolos, salió
fuera de la ciudad, a Betania, donde pasó la noche.
Marcos 11,11; 11,15-19
Entró en
Jerusalén, en el Templo, y después de observar todo a su alrededor, siendo ya
tarde, salió con los Doce para Betania.
Llegan a
Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a
los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos
de los vendedores de palomas y no permitía que nadie transportase cosas por el
Templo. Y les adoctrinaba diciendo: "¿No está escrito: Mi Casa será llamada
Casa de oración para todas las gentes? ¡Pero vosotros la habéis hecho cueva de
ladrones!" Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y
buscaban cómo podrían matarle; porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba
asombrada de su doctrina. Y al atardecer, salió fuera de la ciudad.
Lucas 19, 45-48
Entrando en el
Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían, diciéndoles: "Está
escrito: Mi Casa será Casa de oración. ¡Pero vosotros la habéis hecho cueva de
ladrones!"
Enseñaba todos los
días en el Templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas, y también
los notables del pueblo, buscaban matarle, pero no encontraban cómo hacerlo,
porque todo el pueblo le oía pendiente de sus labios.
INTRODUCCIÓN
Jesús llega en triunfo
a Jerusalén y se dirige directamente al Templo. Según Mateo y Lucas, la
primera acción que hace Jesús es expulsar a los mercaderes del Templo; Marcos,
sin embargo, pone esta escena al día siguiente. Es más probable que la tradición
que nos transmiten Mateo y Lucas sea la más exacta.
Conocemos que Juan
también nos habla, y con más detalle, de otra expulsión de los mercaderes del
Templo que tuvo lugar durante la Primera Pascua de la vida pública de Jesús,
dos años antes de esta expulsión. Aceptamos, con muchos autores, la
probabilidad de que Jesús en dos ocasiones distintas realizase esta acción
profética en defensa de la honra de su Padre. (Cfr. Introducción al pasaje de
Juan en la meditación 10)
Una vez que Cristo
expulsó a todos lo mercaderes, se puso a enseñar a la gente allí congregada, y
de nuevo obró milagros. Mateo añade la escena de la aclamación de los niños al
Señor.
Todas estas
actividades de Jesús incitaron más todavía el odio de los sumos sacerdotes,
escribas, fariseos contra Jesús.
Al atardecer,
Jesús abandona el Templo, acompañado de los apóstoles, y se encamina hacia
Betania, a casa de sus amigos Lázaro, Marta y María para descansar.
MEDITACIÓN
1) Expulsión de los mercaderes del Templo
Los textos que
cita el Señor los encontramos en Isaías 56,7 y Jeremías 7,11; donde se da al
Templo de Jerusalén el calificativo de "Casa de Oración". Todo el
Templo era considerado como lugar santo y todas las actividades que allí se
realizasen debían estar orientadas exclusivamente al culto a Yahvé.
El Señor, al ver
que los atrios del Templo se utilizan para toda clase de negocios profanos
aprovechando la fiesta de la Pascua, se indigna y expulsa a todos los
mercaderes. Su indignación está motivada por el amor y reverencia a su Padre. Es
una de las pocas veces que el Señor manifiesta en hechos concretos su suprema
autoridad por encima de los sumos sacerdotes, escribas y fariseos, que
permitían tal abuso. El Señor no transige con un comportamiento falto de
piedad y reverencia en las cosas que se refieren a Dios, al culto a Dios.
Esta manera de
actuar de Cristo debe hacer reflexionar a todos los cristianos sobre su
comportamiento en la Iglesia y Templos consagrados exclusivamente al verdadero
culto a Dios. Si tanta veneración, reverencia y respeto merecía el Templo de
Jerusalén, cuanto más merecen nuestras Iglesias y Templos, donde se encuentra
presente, en cuerpo y alma, Jesús sacramentado, una actitud por parte nuestra
de adoración, reverencia, piedad y fervor. Y esta actitud debe manifestarse en
el silencio, recogimiento y en la misma puntualidad con que se debe llegar a
participar de los actos litúrgicos, sobre todo, de la Eucaristía. Cristianos
laicos y sacerdotes, todos, necesitamos una mayor profundización en esta
enseñanza del Señor. Todo lo referente al culto a Dios debe realizarse con la
mayor dignidad posible.
Nos remitimos a la
meditación 10, donde consideramos el pasaje de la expulsión de los mercaderes
del Templo, narrada por Juan. En esa meditación intentamos dar una explicación
más teológica de todo el relato, que contiene también un diálogo de Jesús con
los fariseos, donde él mismo se proclama "Templo de Dios."
2) Enseñanza y milagros de Jesús
En este primer día
de la estancia de Jesús en el Templo, los Evangelistas no nos hablan de enseñanzas
concretas de Jesús, fuera de esa enseñanza en la acción de expulsar a los
mercaderes considerada anteriormente. Nos dice solamente que
"enseñaba" a todos aquellos que estaban en el Templo y querían oír su
mensaje.
El Señor hablaría
de lo que llevaba en su corazón y lo que había sido el centro de toda su
predicación: La llegada del reino de Dios en su persona. Y hablaba con tal
sabiduría y tal autoridad que todos los que le oían estaban "pendientes de
sus labios."
Pero los que le escuchaban
con esa actitud de admiración no eran, por supuesto, ni los sacerdotes, ni los
escribas y fariseos, sino "el pueblo", es decir, la gente sencilla y
humilde que había acudido de todas partes para celebrar la fiesta de la Pascua.
Y el Señor, como había
hecho a través de toda su vida pública, muestra una vez más su bondad y
misericordia realizando milagros de curaciones. Se nos dice en concreto que
curó a ciegos y cojos. Al mismo tiempo esos milagros servían para confirmar la
verdad de su doctrina; tales poderes sólo podían venir de Dios. El era el
enviado del Padre.
Hay que notar
también que, por la Ley, estaba prohibido que los enfermos y minusválidos
entrasen en el Templo. Al realizar Jesús estos milagros dentro del Templo,
revoca esa ley, que discriminaba a esta gente aquejada por enfermedades o que
tenía defectos físicos. El Señor termina con toda barrera de discriminación.
Para el Señor ya
no existirá otra discriminación que la que el mismo hombre, por su propia
voluntad, quiera adjudicarse. Será la discriminación de los que quieran
aceptarle a él y los que quieran rechazarle. Pero aun éstos serán ovejas
perdidas por las que el Señor hará todo lo posible para que vuelvan al
verdadero redil y todos formen un solo rebaño bajo un único Pastor (Cfr. Jn 10,16).
Debemos admirar en
todo este pasaje la fortaleza del Señor en cumplir hasta el último momento con
la misión que le ha confiado su Padre. Está ya en vísperas de su muerte; conoce
que su enseñanza en el Templo va a incrementar el odio de sus enemigos hacia él,
pero él no cesa en su misión de Salvador de los hombres transmitiéndoles su
doctrina, enseñándoles los misterios del Reino de Dios, y el camino para
llegar a él. Hasta que exhale su último suspiro en la Cruz seguirá predicando
su mensaje. Hará de la misma Cruz, Cátedra de sus enseñanzas.
Ejemplo admirable
de Cristo que todos debemos esforzarnos por imitar. Nuestra fidelidad al
servicio de Dios debe ser constante y perseverante, aun en medio de
persecuciones o de toda clase de dificultades, hasta que entreguemos nuestra
alma en sus manos, hasta la hora de nuestra muerte.
3) Alabanza de los niños al Señor
Los niños habían
sido, junto con los pobres y la gente humilde, los preferidos del Señor. En
esta oportunidad en que había tantos niños en el Templo, es muy probable que el
Señor mostrase alguna deferencia para con ellos. Y el que hubiese muchos niños
se explica porque las familias solían ir a celebrar la fiesta de la Pascua
acompañadas de sus hijos. Y el varón, desde que cumplía 12 años, tenía también
obligación de participar en la fiesta.
Estos niños
entenderían las cosas de acuerdo a su capacidad. Pero se contagiaron del
entusiasmo de la gente y, al ver al Señor expulsando a los mercaderes y
contemplar los milagros de curaciones que realizaba, movidos interiormente por
la gracia de Dios expresaron su entusiasmo entonando alabanzas al Señor y lo proclamaban
Mesías al decir: "Hosanna al Hijo de David."
La autoridad
profética del Señor expulsando a los mercaderes, los milagros que realizaba,
la atracción que ejercía sobre el pueblo impartiéndole su enseñanza, y
finalmente la alabanza de estos niños, provocó la indignación de los
sacerdotes, escribas y fariseos. Se consumían por dentro de odio hacia el Señor
y no hacían otra cosa que maquinar cómo podrían lograr matarle. Así nos lo
dicen los Evangelistas.
Y de nuevo
recriminan al Señor porque acepta la alabanza de los niños.
Al aceptarla el
Señor estaba admitiendo claramente que él era el verdadero Mesías.
El Señor les
responde con una cita del Salmo 8, 3: "Por boca de los niños, los que aún
maman, afirmas tú tu fortaleza." Es decir, los niños serán siempre una
prueba de la grandeza de Dios y manifestarán su gloria. Jesús, al igual que su
Padre Dios, encuentra también su gloria en la alabanza de los niños. El
"tú" del salmo se refería a Dios; al aplicárselo Jesús a sí mismo,
implícitamente está afirmando su divinidad igual a la del Padre. Y también
encierra una acusación contra sus adversarios: Si hasta los niños son capaces
de reconocerle, cuánto más debían reconocerle ellos.
Después de este
encuentro con sus adversarios, San Mateo nos dice que abandonó el Templo y
marchó a Betania para descansar allí en la noche. Casi con certeza podemos
decir que acudió a casa de sus buenos amigos Lázaro, Marta y María, que tantas
veces le habían acogido con sus discípulos.
Sin embargo, es
probable que antes de abandonar el templo tuviese lugar su encuentro con
aquellos griegos que querían ver al Señor, y que nos describe San Juan a
continuación de la entrada triunfal en Jerusalén. Será está escena el objeto de
la meditación siguiente.
...
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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