P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
IX. JESÚS SUBE A JERUSALEN PARA LA FIESTA DE LA PASCUA
DESDE LA ENTRADA TRIUNFAL DE JESUS EN JERUSALÉN HASTA LA ÚLTIMA CENA
(Fines de Marzo - Primeros de Abril, año 30)
188.- PETICIÓN DE LOS
HIJOS DE ZEBEDEO
TEXTOS
Mateo 20,20-28
Entonces se le acercó
la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle
algo. El le dijo: "¿Qué quieres?" Dícele ella: "Manda que estos
dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu
Reino." Replicó Jesús: "No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el
cáliz que yo voy a beber?" Dícenle: "Sí podemos." Díceles: "Mi
cáliz, sí lo beberéis; pero, sentarse a mi derecha y a mi izquierda no es cosa
mía el concederlo, sino es para quienes está preparado por mi Padre.
Al oír esto los otros
diez se indignaron contra los dos hermanos. Más Jesús los llamó y les dijo:
"Sabéis que los jefes de las naciones las gobiernan como señores
absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre
vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será
vuestro servidor.
Y el que quiera
ser el primero entre vosotros, será esclavo vuestro; de la misma manera que el
Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como
rescate por muchos."
Marcos 10,35-45
Se acercan a él
Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: "Maestro, queremos nos
concedas lo que te pidamos." El les dijo: "¿Qué queréis que os
conceda?" Ellos le respondieron: Concédenos que nos sentemos en tu gloria,
el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda." Jesús les dijo: "No
sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo voy a beber, o ser
bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?" Ellos le
contestaron: "Sí, podemos."
Jesús les dijo:
"El cáliz que yo voy a beber, sí lo beberéis y también seréis bautizados
con el bautismo con que yo voy a ser bautizado; pero, sentarse a mi derecha o a
mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está
preparado."
Al oír esto los
otros diez empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. Jesús, llamándoles,
les dice: "Sabéis que los que son tenidos por jefes de las naciones, las
gobiernan como señores absolutos y los grandes las oprimen con su poder. Pero
no ha de ser así entre vosotros; sino que el que quiera llegar a ser grande
entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre
vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del hombre ha venido a
ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate de muchos."
INTRODUCCIÓN
Los apóstoles no
habían entendido el misterio de la Pasión y Muerte de Jesús; sin embargo,
creían que llegaría a triunfar y a establecer el Reino que predicaba. El Señor,
al final del anuncio de su Pasión, que consideramos en la meditación anterior,
había dicho que resucitaría al tercer día. Y esta promesa de Resurrección y
Gloria del Señor es lo que mueve a dos de los apóstoles, a Santiago
y Juan, a pedirle el supremo privilegio de estar sentados a su derecha y a su
izquierda en su Reino. Petición que nacía de un corazón ambicioso, que no había
comprendido nada de las enseñanzas del Señor sobre la humildad y sobre la
naturaleza espiritual de su Reino. Tampoco habían entendido cuando el Señor
acusaba a los escribas y fariseos de buscar los primeros puestos.
En Mateo, es la
madre de los hijos de Zebedeo la que presenta la petición al Señor; en Marcos,
son los mismos hijos de Zebedeo los que hacen la petición. Quizá, la petición
fuese echa por la madre, pero a instigación de los hijos. De hecho, cuando el Señor
conteste el ruego que se le hacía, se dirigirá exclusivamente a Santiago y
Juan, y no a la madre.
MEDITACIÓN
1) La respuesta de Jesús
La respuesta de
Jesús debió desconcertar a los dos apóstoles, Santiago y Juan. El Señor les
dice: "No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo voy a beber,
o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?"
Santiago y Juan no
entendieron a cabalidad el profundo contenido de la respuesta del Señor; pero,
de alguna manera, comprendieron que el seguimiento a Cristo incluía tener que
pasar muchas adversidades. El Señor se refería si estaban dispuestos a
participar con él en el cáliz de su Pasión y ser bautizados con un bautismo de
sangre, como él mismo iba a ser bautizado. El Señor, sin saberlo ellos, estaba
profetizando el martirio de Santiago y las grandes persecuciones y tormentos
que tendría que sufrir Juan.
Si la pregunta de
Santiago y Juan mostraba que su corazón ansiaba honores y glorias mundanas, su
respuesta era clara señal de que, a pesar de sus ambiciones, sentían un gran
amor por el Señor.
No dudan en
responderle que sí están dispuestos. Eran débiles, imperfectos, pero
valoraban por encima de todo el seguimiento al Señor; creían en él, le amaban,
y querían seguirle aunque fuese por un camino de persecuciones y sufrimiento.
Al escuchar la
respuesta el Señor sentiría una gran alegría. Nadie como él conoce el corazón
de los hombres, y sabía que la respuesta de sus apóstoles era sincera; conocía
sus imperfecciones, sus debilidades, el escándalo que iban a sufrir con su
Pasión; pero con visión profética conocía también que un día, después de haber
trabajado con una entrega total a él y a su Reino, morirían mártires, testigos
de su amor en el mundo. Y el Señor les confirma que sí, que beberán su cáliz y
serán bautizados en su propia sangre.
La segunda parte
de la respuesta del Señor encierra también una enseñanza muy importante. Les
dice: "Sentarse a mi derecha y a mi izquierda no es cosa mía el
concederlo, sino para quienes está preparado por mi Padre."
El sacerdocio, el
episcopado, el papado, que son los grados distintos de la jerarquía de la
Iglesia, Reino de Dios, nunca deben ser causa de ambiciones humanas, de
honores, de privilegios; el acceder a esos puestos de la jerarquía se debe exclusivamente
a la vocación divina, al llamado que Dios hace a algunos para que sean sus
representantes en la tierra y puedan, con su gracia, enseñar, santificar y
regir al Pueblo de Dios. Cristo no ha designado a sus apóstoles motivado por preferencias
humanas; recordemos que cuando eligió a los Doce, se nos dice en el Evangelio
que pasó toda la noche anterior en oración a su Padre. (Lc 6,12)
Y la finalidad del
tal llamamiento la concretiza el Señor en esta frase: "Para que estuviesen
con él, y para enviarlos a predicar, con poder de expulsar los demonios."
(Mc 3, 14)
No se trata, pues,
de honras humanas, sino de servicio totalmente desinteresado en bien de los
hombres. Sólo después de Pentecostés entenderán los apóstoles estas enseñanzas
del Señor, y toda su vida apostólica será un ejemplo de esta actitud de
servicio que llegará hasta el sacrificio de sus vidas.
2) Reacción de los otros diez apóstoles y
enseñanza de Jesús
Los otros diez
apóstoles, que habían oído la petición que Santiago y Juan hicieron al Señor,
se sienten como ofendidos, y brota en ellos la envidia y hasta la cólera contra
aquéllos. Reacción muy humana, pero muy poco evangélica. El Evangelio no nos
oculta las muchas imperfecciones que tuvieron los apóstoles antes de Pentecostés.
El Señor las conocía, pero con una gran paciencia y condescendencia se esfuerza
en enseñarles su doctrina de salvación.
El Señor no les
reprende directamente ni muestra para con ellos una actitud de intolerancia,
sino que aprovecha este incidente para darles a ellos y al mundo entero una de
las lecciones más maravillosas de todo el Evangelio, que, si se cumpliese, el
mundo cambiaría totalmente.
Primero pone el
ejemplo de los que gozan de autoridad en la tierra, los poderosos y jefes de
los pueblos. Ellos se aprovechan de su autoridad para abusar de sus súbditos en
beneficio propio. Y a continuación añade el Señor: "No ha de ser así entre
vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será
vuestro servidor; y el que quiera ser el primero entre vosotros, será su servidor."
Es la definición
más sublime de autoridad que se ha dado a través de toda la historia. La
autoridad es puro servicio, es hacerse siervo, criado de todos. Es el
privilegio de poder servir a los demás, y no de servirse del cargo para sus
propios intereses explotando a los demás. El mundo entero se transformaría en
un mundo de paz y solidaridad, si se cumpliese con esta enseñanza de Cristo.
Y lo que dice el
Señor no se refiere solamente a la autoridad religiosa, sino que tiene valor
para toda otra autoridad, autoridad civil, autoridad militar, autoridad
familiar.
3) Ejemplo de Cristo
Al final de esta
escena, el Señor se presenta a sí mismo como el verdadero servidor de todos
los hombres:
"De la misma
manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir, a dar
la vida en rescate de muchos."
El modelo que
deben imitar cuantos son llamados a participar de la autoridad en la Iglesia y
en cualquier sociedad es el mismo Cristo. Cristo, la suprema autoridad del mundo:
"Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra" (Mt 28, 18),
puso toda su autoridad al servicio del hombre hasta entregar su vida por la
redención de la humanidad. Cristo jamás buscó privilegios para sí ni procuró su
propio interés en el desempeño de su autoridad. Se hizo el siervo de todos y
sacrificó su honra, su cuerpo, su vida entera por el bien de los hombres. Sólo
por ser verdadero Dios pudo llegar hasta el extremo de despojarse totalmente de
sí en el sacrificio de la Cruz, para enriquecer con los bienes de la redención
y salvación a todos los hombres. Supone tal infinitud de amor y de desprendimiento,
que sólo siendo Dios pudo Cristo ejercer esa autoridad con la perfección máxima
que nos muestra. Verdaderamente, Cristo es verdadero hombre y verdadero Dios.
Notemos que la
palabra "rescate" que usa el Señor es una manera metafórica de
hablar. La palabra "rescate" significa el precio que había que pagar
para dar libertad a un esclavo; Jesucristo con su muerte nos libera de la esclavitud
de la muerte y del pecado, y compara su muerte con el precio que había que dar
para liberar a los esclavos y cautivos. Y la palabra "muchos" no hay
que entenderla en sentido restringido, como si el Señor no hubiera muerto por
todos. La palabra original griega "polloi", que se traduce aquí por
"muchos", tiene muy frecuentemente el sentido de totalidad, todos.
Cristo ofrece su salvación a todos. Ha muerto en la Cruz por todos los hombres.
...
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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