153. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - Fuego he venido a traer a la tierra

 


P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


VI. DESPUÉS DE LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS, HASTA LA FIESTA DE LA DEDICACIÓN

ACTIVIDAD DE JESÚS EN JUDEA Y PEREA

(Mediados de Octubre a Diciembre, año 29)

153.- FUEGO HE VENIDO A TRAER A LA TIERRA

TEXTO

Lucas 12,49-50

"He venido a traer fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuvie­ra encendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!"

INTRODUCCIÓN

El Señor bajo la metáfora del fuego y del bautismo nos expresa la misión que él lleva a cabo en la tierra. Y ambas metáforas se están refiriendo a su Pasión.

No se trata del fuego del Espíritu Santo en Pentecostés que descenderá so­bre los apóstoles; y mucho menos puede referirse al fuego como castigo del infierno en la vida eterna.

El fuego tiene un simbolismo grande de purificación; y el bautismo de que habla Jesús se refiere expresamente al bautismo de sangre que había de recibir en su Pasión. Entendidas así las metáforas podemos ya comprender el sentido tan profundo que tiene la autorrevelación que hace Cristo de su misión como Mesías y Salvador de los hombres.

MEDITACIÓN

El Señor trae como misión la purificación de todos los hombres. El Señor se ha de transformar en fuego que purifique todos los pecados de la huma­nidad, que purifique el corazón de todos los hombres de sus miserias y su­ciedades.

Y este fuego tiene relación íntima con su Pasión. El Señor, inmediatamen­te después de haber dicho que viene a "traer fuego a la tierra", nos dice que ha de ser bautizado con un bautismo de sangre, refiriéndose a su muerte en cruz. Recordemos las palabras que el Señor dirigió a los hijos del Zebedeo, Juan y Santiago, cuando le pedían los primeros puestos en su reino: "¿Podéis beber el cáliz que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?" (Mc 10,38) En esa respuesta habla de su Pasión y lo que les dice a los dos apóstoles es que tienen que estar dispuestos a participar en su cruz.

El fuego, pues, que Cristo viene a traer a la tierra y que purificará todos los corazones, se va a encender en la Cruz. Es a través de su Pasión y Muerte como Cristo redime al hombre de sus pecados. Quien se deja tocar por ese fuego quedará hecho criatura nueva, limpia de todo pecado; y al mismo tiempo quedará abrasada en el amor a Cristo, su Redentor, que tan duro rescate ha pagado por ella. De la misma manera que ese fuego purificador nace del infinito amor de Cristo a los hombres, así quien deje que Cristo abrase su alma con su fuego purificador, quedará también en­cendido en amor al Señor y él mismo querrá ser, a imitación de su Señor, víctima sacrifical en expiación de todos los pecados del mundo.

Y este es al anhelo máximo de Cristo. Su mayor deseo es que llegue la hora de entregar su vida en la cruz, ser bautizado con el bautismo de san­gre, para así redimir a los hombres y atraer a todos hacia sí.

"Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí." (Jn 12,32)

Estamos penetrando en lo más hondo que hay en el corazón de Cristo Re­dentor. Tanto ama su misión de redentor que desea que se cumpla lo antes posible y, consiguientemente, desea ardientemente llegar al sacrificio de la cruz. El corazón de Cristo se nos revela en toda su profundidad de amor insaciable por los hombres y en el deseo de que ellos correspondan a ese amor dejándose abrasar por su fuego purificador y de caridad.

Esta meditación no puede hacerse de una manera superficial. No se trata de entender el mensaje que Cristo nos da; se trata de llevar a cabo un pro­fundo examen de conciencia para reflexionar sobre nosotros mismos. ¿Hasta qué punto hemos sido tocados por el fuego purificador de Cristo? ¿Hasta qué punto nuestro corazón arde en gratitud y amor a Cristo Reden­tor? ¿Hasta qué punto queremos colaborar con Cristo a que ese fuego arda verdade­ramen­te en la tierra? ¿Hasta qué punto deseamos partici­par del bautismo de sangre de Cristo, de su Cruz?



Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.







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