P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA
(Mayo 28 - Mayo 29)
D. DISCURSO DE LAS PARÁBOLAS
TEXTOS
Mateo 13,33
Les dijo otra
parábola: "El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una
mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo."
Lucas 13,20-21
Dijo también: ¿A
qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer
y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo."
INTRODUCCIÓN
La imagen de la
parábola está tomada de una escena familiar, que podía ocurrir en cualquier
casa de Palestina. Es la escena de la madre de familia amasando el pan para su
esposo e hijos.
No se conoce con
exactitud a qué corresponde en nuestras medidas lo que en el Evangelio se llama
"medida de harina". Parece, según algunos autores, que las tres
medidas de harina corresponderían a unos dos kilos de harina.
Algunos autores
ven una gran similitud entre esta parábola y la del grano de mostaza; aquí la
semilla pequeña crece en un gran arbusto, y en la parábola de la levadura,
basta un pequeño puñado de levadura para transformar toda una gran masa de
harina. Ciertamente, puede haber semejanza entre ambas parábolas, pero creemos
que el Señor, en la parábola de la levadura, quiso darnos otras lecciones.
MEDITACIÓN
1) Fuerza interna transformadora de la levadura
El término de
comparación con el Reino de Dios es la levadura. Y ¿en qué consiste la
comparación?: de la misma manera que un poco de levadura es capaz de
transformar una buena cantidad de harina, así el Reino de Dios —y aquí podemos
entender Reino de Dios por el Reino de Dios en el corazón de cada cristiano,
es Cristo habitando en el corazón del creyente— cuando entra en el corazón, en
el alma de un hijo suyo, transforma ese corazón y esa alma de tal modo que la
hace "nueva criatura", en frase de San Pablo (cfr. 2 Cor 5,17) Y la
levadura transforma toda la masa; de igual manera debe ser nuestra transformación
total en Cristo. También San Pablo nos hablará de la perfección de esta
transformación cuando nos diga: "Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien
vive en mí." (Gal 2,20).
Y esta es la meta
de todo cristiano, irse transformando en Cristo, pensar como Cristo, sentir
como Cristo, juzgar de las cosas con los criterios de Cristo, actuar como Cristo.
Y para esto sólo es necesario que nos dejemos transformar por él; él es la
levadura que ha entrado en el corazón, en la masa humana de mi ser, y si no
pongo obstáculos, El irá transformándome y haciendo de mí un testimonio vivo de
su presencia en el mundo.
2) La levadura añade nuevo sabor
La masa fermentada
adquiere un nuevo sabor y un sabor que la hace agradable y apetecible. La
comparación de la parábola podría indicarnos también que el Reino de Dios —Cristo
en el corazón del creyente, que lo transforma en sí—, le comunica el sabor
divino, sabor de las cosas de Dios, el sabor a El mismo. Ese corazón ya no
siente el agrado por las cosas mundanas, el apetito de las cosas terrestres.
Su agrado y su apetito están en las cosas de Dios y saborea y gusta internamente
de todas las enseñanzas de Cristo. San Pablo nos habla que el cristiano es
"olor de Cristo agradable a Dios" (2 Cor 2,15); siguiendo el símbolo
de la parábola diríamos nosotros que el Cristiano "sabe a Cristo",
tiene "sabor a Cristo". Y la misma experiencia nos confirma esta
realidad. Hay almas que viven plenamente esta parábola, quizá sin darse ellas
mismas cuenta, y que en su trato con la gente verdaderamente despiden un
"olor", un "sabor" a Cristo. Al momento se les nota que toda
su vida está centrada en Cristo y que toda su vida es un reflejo de sus
enseñanzas y de su misma persona.
Y al revés, cuando
no hay sabor por las cosas divinas, cuando se está muy apegado a las cosas
terrenas, cuando el compromiso con Cristo es muy superficial e inconstante,
entonces sabemos con certeza que la levadura del Reino de Dios, o no ha entrado
en nuestro corazón, o solamente hemos dejado que fermentara una mínima parte
de la masa de nuestro ser. ¿Llevamos en el alma la verdadera levadura del Reino
de Dios?
3) Convertirse en levadura
Los autores suelen
hacer notar una diferencia de la levadura real que fermenta la masa, y la
levadura considerada como Reino de Dios. En el caso de la levadura real, la
masa fermentada no se convierte en nueva levadura para otra masa de harina. Ya
cumplió su misión y ahí termina. En cambio, cuando la levadura es el Reino de
Dios en el corazón del hombre, y consigue transformarle, ese hombre se
constituye él mismo en otro tipo de "nueva
levadura" para los demás. La misión del Apóstol es transformar a otros
en Cristo, hacer que otros acepten en su corazón el Reino de Dios, es decir, a
Cristo mismo. Pues el verdadero apóstol, que ha sido transformado por Cristo y
vive de Cristo y se ha hecho "olor" y "sabor" de Cristo, se
ha convertido en verdadera levadura para otros. Esta parábola tiene, por tanto,
un significado muy especial para los que de una manera u otra, hacen
apostolado, y todos los cristianos deberían hacerlo, y es que, si primero no
admiten ellos la levadura de Cristo, jamás podrán convertirse ellos mismos en
levadura para los demás. Su apostolado será un fracaso. Y quizá sea ésta una
razón muy importante del fracaso de tanto apostolado. Quizá no sean muchos los
apóstoles que sean verdadera "levadura de Cristo".
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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