P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA
(Mayo 28 - Mayo 29)
B. SERMÓN DE LA MONTAÑA
50.- LA REGLA DE ORO
TEXTOS
Mateo 7,12
"Por tanto,
todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros;
porque ésta es la Ley y los Profetas."
Lucas 6,31
"Lo que
queráis que los hombres os hagan, hacédselo vosotros igualmente."
INTRODUCCIÓN
Hemos querido hacer
una meditación exclusiva de esta muy breve sentencia del Señor, por la
transcendencia y profundo significado que tiene para todos los cristianos.
Tenemos que notar
que San Mateo es el único que añade; "porque ésta es la Ley y los
Profetas." Está plenamente de acuerdo con las palabras que el Señor
pronunció en otra ocasión, cuando le preguntaron cuál era el mandamiento
principal de la Ley, y respondió con palabras del Deuteronomio (6,5) y del
Levítico (19,18) que era el amor a Dios sobre todas las cosas y el amor al
prójimo. Y añadió: De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas."
"La Regla de
Oro" se refiere a la actitud fundamental de amor fraterno que hemos de
tener unos con otros; pero queda sobreentendido que ese amor fraterno, tal como
Cristo lo manda y explica, presupone y se basa en el amor a Dios.
Pero es de
extraordinaria importancia que Cristo quiera hacer de esa "Regla de
Oro" un resumen de toda la moral contenida en el Antiguo Testamento, que
es lo significado por "La Ley y los Profetas". Nos manifiesta todo el
espíritu del Evangelio y el contenido fundamental de esa Ley evangélica que
Cristo hará más explícita, cuando nos de su mandamiento Nuevo al celebrar la
última Pascua con sus discípulos: "Este es el mandamiento mío: que os améis
los unos a los otros como yo os he amado." (Jn 15,12)
MEDITACIÓN
Muchas veces se
habla del amor fraterno, y cuántas veces se comentará el mandamiento de Cristo
del amor mutuo entre los hombres al igual que El nos ha amado. Esta sentencia
de Cristo viene a ser una auténtica explicación práctica de lo que ese
mandamiento significa. Tenemos el peligro de quedarnos en la teoría, y de
quedarnos en un amor de sentimientos sin pasar a las verdaderas obras de
caridad fraterna.
En esta enseñanza
de Cristo se nos da la regla, la norma suprema de un amor verdadero basado en
obras. El verbo que usa Jesucristo es "hacer", y "hacer"
significa siempre realizar alguna obra, algún trabajo, llevar a cabo actos
concretos que tengan su eficacia de crear algo nuevo.
Pero notemos que
el Señor aquí no nos da ningún precepto concreto, sino un precepto general que
debe aplicarse a cualquier actuación del hombre. Es la manera más concreta de
examinar con verdadero realismo si estamos cumpliendo con el precepto del amor
al prójimo. El criterio fundamental de este examen de conciencia radica en examinar
si nuestra manera de actuar con los hombres es como quisiéramos que ellos
actuasen con nosotros. Y esto referido a cualquier clase de prójimo, desde los
más cercanos, como serían los miembros de la familia y los amigos más íntimos,
hasta los mas alejados como podrían ser nuestros enemigos; y también todos
aquellos por los que de ordinario tenemos una actitud de indiferencia, como son
los pobres y necesitados.
En toda relación humana tendríamos que preguntarnos si nuestra manera
de actuar con ellos es la que quisiéramos que fuese la de ellos con nosotros.
Nadie es egoísta consigo mismo, sino todo lo contrario: El gran pecado del
hombre es el egoísmo y el buscar siempre lo mejor para él mismo. Esta enseñanza
de Cristo arranca de raíz el egoísmo humano, al poner como criterio de acción,
no lo que a mí me agrada, no lo que sea mejor para mí, sino lo que agrada al
prójimo, lo que es mejor para él.
Y el principio de
Cristo está formulado no de una manera negativa, no hacer a los demás lo que
no quisiéramos que hagan con nosotros, sino está formulado de una manera
positiva: nos obliga a pensar, a discernir, a buscar positivamente lo que más
conviene a los otros, porque eso es lo que quisiéramos que hagan con nosotros.
Aquí tenemos una
materia de examen de conciencia para conocer si realmente nos podemos llamar
discípulos de Cristo, que puso como distintivo para ello el amor mutuo
fraternal: "En esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos, si os
tenéis amor unos a otros." (Jn 13,35)
El cumplimiento de
esta Regla de Oro solucionaría todos los problemas de relaciones humanas desde
la familia hasta los problemas gravísimos por los que atraviesa el mundo de
hoy.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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