La Iglesia - 27º Parte: Propiedades esenciales de la Iglesia - Es Apostólica

P. Ignacio Garro, S.J.

SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


27.4 LA IGLESIA ES APOSTÓLICA


La apostolicidad de la Iglesia es la cuarta nota del símbolo de la ­Iglesia. (Niceno-Constantinopolitano. S. IV). Es una nota esencial de la Iglesia y designa la identidad de la Iglesia con la institución de los Doce Apóstoles por Jesucristo como cimiento del ser de la Iglesia. En efecto, siendo ella la humanidad organizada socialmente en Cristo (visibili­dad de la Iglesia), es decir, jerárquicamente en Pedro y en el Colegio de los Doce, la Apostolicidad forma la espina dorsal de su constitu­ción, la garantía de su continuidad, (sucesión apostólica), la condición de su fecundidad. La apostolicidad es la garantía de la verdad de la Iglesia frente a las otras comunidades cristianas.  

S. Juan, al autor del 4º evangelio es el que mejor ha vivido y desarrollado una teología del apostolado que parte del misterio de la Encarnación del Verbo divi­no en las entrañas de María. La Encarnación es una revelación de Dios que lo abarca todo y que se dirige a todos los hombres. Con la "encar­nación" del Logos preexistente, se ha sometido a las condiciones de la existencia humana. Y para que, a pesar de eso, la universalidad de su mensaje no sufra menoscabo, Jesús  tiene que servirse de colaboradores humanos (los apóstoles). Como la encarnación es una unión por la que Dios se hace visible en forma humana bajo las categorías del es­pacio y del tiempo, después de Cristo, los Doce juntamente con Pablo se convierten en mediadores y testigos de la revelación, dentro de un orden concreto y jerárquico. Ellos participan de la autoridad que Cristo mismo les ha dado, (Jn 20, 21), la cual, a su vez, procede de la auto­ridad del Padre, Jn 12, 44. Según S. Juan, lo esencial del apostolado es que:

  • La unión con Cristo asegura a los discípulos el amor entrañable del Padre, Jn 1, 12; 16, 27.
  • La unión con Cristo esta garantizada por el don del Espíritu Santo. El Espíritu Santo ilumina a los discípulos para que su doctrina sea verdadera, Jn 14, 16; 16, 13.
  • La elección de los discípulos desemboca en la mi­sión de los mismos. Cristo constituye a los  Doce en representantes suyos. En sus manos deposita la plenitud de poderes que El ha recibido del Padre, Jn 14, 27; 15, 15; 17, 2; 18, 22.



A la unión indisoluble de Cristo con los Doce se debe el que, en su Iglesia:

  • El mensaje de los apóstoles sea la palabra mis­ma, que a su vez es la sabiduría inconmensurable del Padre, Jn 21, 15.
  • Los apóstoles sean testigos fidedignos de Cristo.
  • Los apóstoles sea delegados de Cristo, cuyos oficios mesiánicos de maestro, sacerdote y pastor les han sido transmitidos. Estos “poderes fueron transmitidos realmente" para que la obra salva­dora de Cristo tuviera una prosecución visible, pero a la vez, lo fueron a título de "representación" y para que no quedara lesionada la "uni­dad de la misión", que está reservada al único mediador entre Dios y los hombres, Cristo. Por consiguiente, La puesto que la transmisión del oficio fue real, el oficio apostólico significa la “presencia invi­sible" de Cristo en su Iglesia.

         
El Concilio Vaticano II, en Lumen Gentium, Nº 18,b, dice: "Este Santo Sínodo, siguiendo las huellas del Concilio Vaticano I, enseña y declara con él, que Jesucristo, Pastor eterno, edificó la santa Iglesia enviando a su Apóstoles lo mismo que El fue enviado por el Padre, Jn 20, 21, y quiso que los sucesores de aquéllos, los Obispos, fuesen los pas­tores en su Iglesia hasta la consumación de los siglos".
         
En el Nº 19, dice : "Los Apóstoles . . . predicando en todas partes el E­vangelio, Mc 16, 20 recibido por los oyentes bajo la acción del Espí­ritu Santo, congregan la Iglesia universal que el Señor fundó en los Apóstoles, y edificó sobre el bienaventurado Pedro, su cabeza, sien­do el propio Cristo Jesús la piedra angular", Apoc  21, 24 ;Mt  16, 18.
         
El Magisterio de la Iglesia enseña : "La Iglesia fundada por Cristo es apostólica", (de fe).
         
Estas cuatro notas distintivas de la Iglesia: Una, Santa, Católica y Apostólica, como se manifiestan al exterior y son fácilmente cognos­cibles, no son únicamente propiedades esenciales de la verdadera Igle­sia de Cristo, sino que al mismo tiempo  son notas distintivas.
         
El Santo Oficio hizo la siguiente declaración durante el pontifica­do de Pío IX, (1864): "La verdadera Iglesia de Cristo es constituida y discernida, en virtud de la autoridad de Dios, por la cuádruple nota que confesamos como objeto de la fe en el símbolo de la Iglesia". Denz 1686.
         



28. LA PERTENENCIA A LA IGLESIA



Después de haber explicado las propiedades esenciales de la Iglesia o sus notas distintivas vamos a explicar la necesidad de la pertenencia a la Iglesia para participar de la obra de la redención.



La Doctrina de la Iglesia dice: "Miembros de la Iglesia son todos aquellos que han recibido válidamente el sacramento del bautismo y no se han separado de la unidad de la fe, ni de la unidad de la comunidad jurídica de la Iglesia", (senten­cia cierta).

Conforme a esta declaración, tienen que cumplirse tres requisitos para ser miembros de la Iglesia:

         a.- Haber recibido válidamente el sacramento del bautismo .
         b.- Profesar la fe verdadera
         c.- Hallarse unido a la comunidad de la Iglesia.   
         
Cumpliendo estos tres requisitos, el hombre se somete al triple mi­nisterio de la Iglesia: al sacerdotal (bautismo), al doctrinal (profesión de fe) y al pastoral (sumisión a la autoridad de la Iglesia).
         
Como los tres poderes transmitidos en estos tres ministerios de la Iglesia: el de enseñar, santificar y gobernar, constituyen la unidad y visibilidad de la Iglesia, es claro que el someterse a todos estos poderes es requisito necesario para pertenecer a la Iglesia.
         
El Magisterio de la Iglesia enseña: "Todos los hombres tienen la necesidad de pertenecer a la Iglesia para conseguir la salvación", (de f e ) .

         
Cristo ordenó que todos los hombres pertenecieran a la Iglesia, pues la fundó como una institución necesaria para alcanzar la salvación. Cristo revistió a los apóstoles de autoridad, les dio el encargo de enseñar y bautizar a todas las gentes, haciendo depender la sal­vación eterna de que éstas quisieran recibir su doctrina y ser bau­tizadas; Lc 10, 16 Mt 10, 40; 28, 19; Mc 16, 15.Todos aquellos que "con ignorancia inculpable" desconocen la Igle­sia de Cristo, pero están prontos a obedecer en todo a los mandamientos de la Ley de Dios, no son condenados, como se deduce de la jus­ticia divina y de la universalidad de la voluntad salvífica de Dios de la cual existen claros testimonios en  1 Tim 2, 3- 5.


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Agradecemos al P. Ignacio Garro S.J. por su colaboración.




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