¿Qué es el Año Litúrgico? - 2° Parte

P. Rodrigo Sánchez Arjona Halcón, S.J.

1.  MISTERIO DE CRISTO Y AÑO LITÚRGICO

     (...Continuación)


El valor redentor de la vida de Jesús radica en el hecho de que el hombre que la vivió era el mismo Hijo de Dios. No fue un judío de aquella época, quien nació pobre y murió en la cruz, sino el Hijo de Dios, que tomó forma humana para unir consigo a todos los hombres y dar así  culto digno a Dios quitando y borrando del corazón humano el pecado, que ofrece al mismo Dios.

Entre los ciclos de Navidad y de Pascua hallamos el Tiempo Ordinario, parte del Año Litúrgico, que nos recuerda el trabajo  silencioso de la gracia salvadora en los corazones de los hombres, pues la Historia de la Salvación llega hasta los tiempos presentes, ya que el Espíritu Santo, brotado del Costado de Cristo en forma de agua, y derramado en los pechos de los fieles con el agua del Bautismo, hace germinar y florecer en ellos la fe, la esperanza y la caridad cristianas.

Precisamente las fiestas de la Virgen María y los Santos, introducidas por la iglesia en el Año Litúrgico, nos vienen a recordar el poder salvador de la gracia redentora de Cristo, que hace posible el prodigio de la santidad heroica en medio de un mundo dominado por valores totalmente opuestos a los caminos señalados por Dios a los hombres desde el alba de la humanidad.

De ahí que el Año Litúrgico, al comenzar con el primer domingo de Adviento y al terminar con la fiesta de Cristo Rey y la semana que le sigue, nos recuerde el mundo eterno de Dios, hacia donde los cristianos se dirigen como peregrinos. Así los fieles podrán conformarse con el supremo misterio de Cristo expresado por él, cuando dijo: “Salí del Padre y he venido al mundo; ahora dejo el mundo y me voy al Padre” (Jn. 16,28)

Al Año Litúrgico de la Iglesia, que tanto ayuda a los fieles para configurarse con Cristo pasando de este mundo al Padre, se va plasmando día tras día en las celebraciones litúrgicas de la Eucaristía y de las Horas. Por ello pienso que no pocos lectores me agradecerán si recuerdo ahora la estructura fundamental de ambas celebraciones antes de comenzar a explicar con detalle las diversas etapas del Año Litúrgico.

1.   La Misa nos es a todos más familiar, y como sabemos, consta de las partes siguientes:
·         Los ritos iniciales están compuestos del canto o “antífona” de entrada, del saludo del celebrante al altar y al pueblo, del acto penitencial, del Señor ten piedad, del gloria y de “la oración colecta” con la que se expresa el sentido religioso de la celebración del día.
·         La liturgia de la Palabra tiene como parte principal las lecturas de la Sagrada Escritura con los cantos intercalados del salmo o del aleluya y como partes integrantes la homilía, la profesión de fe y la oración de los fieles. Cada día del año tiene sus lecturas y cantos señalados.
·         La liturgia de la Eucaristía comienza con la preparación de los dones y culmina con la “oración sobre las ofrendas”. Preparados los dones, el celebrante invita a los presentes a elevar sus corazones a Dios y a darle gracias, después canta o recita la Plegaria Eucarística, oración de alabanza y de consagración. Ella comienza por “el Prefacio” que es un himno de acción de gracias a Dios por los diversos aspectos de la obra redentora de Cristo y cambia según los variantes del día, de la fiesta o del tiempo litúrgico; en ella, mediante la repetición de las palabras y gestos de Jesús, se realiza el sacrificio instituido por Cristo en la última Cena.
El rito de la comunión se abre con la recitación del Padre Nuestro y continúa con el saludo de paz. Mientras el sacerdote y los fieles reciben el sacramento tiene lugar el canto de la comunión. Si no hay canto, se recitará la “antífona” de la comunión propuesta por el Misal. En la “oración después de la comunión” el sacerdote ruega inspirado por la celebración del día para que los fieles obtengan los frutos del misterio celebrado.
·         El rito de conclusión consta del saludo, de la bendición sacerdotal y de la despedida con la que se disuelve la asamblea litúrgica.

2.   La Liturgia de las Horas u Oficio Divino fue creado por la Iglesia para que las alabanzas y súplicas a Dios broten del pueblo cristiano a lo largo del día. Las Horas Litúrgicas tienen una estructura comunitaria, aunque pueden ser recitadas en privado y están perfectamente programadas para cada día del Año Litúrgico.

Hoy están obligados a recitar diariamente el Oficio Divino todos los que han recibido las órdenes sagradas y una serie de religiosos y religiosas. A los laicos está recomendado, cuando se reúnen en asambleas de oración y de apostolado, el recitar parte de la liturgia de las Horas, de modo especial las Vísperas.

El número de las Horas cada día es de siete, las dos principales son los laudes como oración matutina y Vísperas como oración vespertina. El Oficio de lecturas se orienta a ofrecer a los fieles abundante meditación tomada de la Biblia y de los mejores autores espirituales. Las Horas de Tercia, Sexta y Nona se mantienen para los que recitan el oficio en común. A los que lo rezan en privado se les permite elegir de las tres una, llamada Hora Intermedia. Las Completas son la última oración del día, que se hace antes del descanso nocturno.

Los elementos del Oficio Divino son los siguientes:

Los salmos y otros himnos bíblicos son cantos insignes compuestos bajo la inspiración del Espíritu Santo y forman la base de la Liturgia de las Horas.

Todos los días se recitan los cánticos evangélicos del Benedictus en Laudes y del Magnificat en Vísperas.

Las Antífonas son como sentencias breves colocadas antes y después de cada salmo, himno o cántico bíblico y ayudan a descubrir el mensaje religioso de ellos y el sentido espiritual de la celebración litúrgica del día.

Las lecturas de la Sagrada Escritura pueden ser breves o largas según las diversas Horas; las lecturas de Santos Padres o Escritores Espirituales y las hagiógrafas son propias del Oficio de lecturas y suele explicar el sentido teológico – litúrgico del día o el mensaje del santo celebrado.

Los Responsorios son frases breves que se dicen y se repiten después de las lecturas, para subrayar su enseñanza principal.

Los himnos y otros cantos no bíblicos constituyen el principal elemento poético creado por la Iglesia, para manifestar el carácter propio de cada Hora o de cada una de las fiestas litúrgicas.

Las preces son las oraciones de súplica del Oficio Divino elaboradas por la Iglesia; en Laudes se hacen invocaciones para encomendar a Dios el nuevo día y en Vísperas se hacen en forma de intercesiones. A continuación de estas preces se reza el Padre Nuestro.

Todas las Horas Litúrgicas terminan con la oración conclusiva y en completas, después de esta oración, se recita una antífona a la Virgen.



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Bibliografía: P. Rodrigo Sánchez Arjona Halcón S.J. Año Litúrgico y Piedad Popular Católica. Lima, 1982

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