P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
V. JESÚS EN JERUSALÉN
(Fines de Septiembre - comienzos de Octubre, año 29)
LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS
137.- DEBATE SOBRE
JESÚS EN EL CONSEJO SUPREMO
TEXTO
Juan 7,44-53
Algunos de ellos
querían detenerle, pero nadie le echó mano. Los guardias volvieron donde los
sumos sacerdotes y los fariseos. Estos les dijeron: “¿Por qué no le habéis
traído?” Respondieron los guardias: "Jamás un hombre ha hablado como habla
ese hombre." Los fariseos les respondieron: “¿Vosotros también os habéis
dejado embaucar? ¿Acaso ha creído en él algún magistrado o algún fariseo? Pero
esa gente que no conoce la Ley son unos malditos." Les dice Nicodemo, que era
uno de ellos, el que había anteriormente donde Jesús: "¿Acaso nuestra Ley
condena a un hombre haberle antes oído y sin saber lo que hace?" Ellos le
replicaron: ¿también tú eres de Galilea? Indaga y verás que de Galilea no sale
ningún profeta." Y se volvieron cada uno a su casa.
INTRODUCCIÓN
Los sumos
sacerdotes y los fariseos se habían reunido en consejo esperando que los
guardias del Templo trajesen preso al Señor para juzgarlo y condenarlo. Como
esta autoridad de juzgar y condenar la tenía solamente el Sanedrín, se deduce
que la reunión de sumos sacerdotes y fariseos se ere a una sesión de ese
consejo supremo.
Cólera e
indignación produjo en los miembros de ese consejo la llegada de los guardias
del Templo sin traer preso al Señor. Y la razón que dieron todavía incrementó
más su indignación. No es que no hubieran podido detenerle, sino que los
guardias mismos quedaron entusiasmados con las enseñanzas que Cristo impartía,
y consideraron una tremenda injusticia el prenderle. La soberbia de los fariseos
se sintió herida y reaccionan con total desprecio hacia los guardias llamándoles
malditos. Ellos, que eran ignorantes querían dar lecciones a los maestros de
la Ley.
Los sumos
sacerdotes y fariseos siguen deliberando, y parece como si quisieran condenar a
Jesús, estando él ausente. Por eso, interviene Nicodemo, escriba y miembro
importante del Sanedrín; Nicodemo había mostrado gran estima del Señor y había
acudido a él en una visita privada para recibir sus enseñanzas (Cfr. Medit.
12), pero había realizado esta visita de noche, por temor a la reacción que
podía suscitar contra él de parte de sus colegas. Ahora, no tiene la valentía
para defender a Jesús, pero, por lo menos, intenta evitar que el Consejo tome
alguna decisión contra Jesús. Les hace ver que es en contra de la Ley juzgar a
una persona sin escucharle previamente, y sin examinar bien las obras que hace.
Y consiguió su intento: la reunión del consejo supremo se disolvió, y cada uno
de los que participaban en él, se retiró a su casa.
MEDITACIÓN
1) Actitud de los guardias del templo
Debían de ser los
guardias del Templo gente con alma sencilla, sin las pasiones de los escribas
y fariseos, e inmediatamente quedaron entusiasmados con las enseñanzas de
Cristo. Iban a prenderle por orden de las autoridades judías, pero no temen
desafiar a esas mismas autoridades y no cumplir el mandato que les habían
dado. Sabían las consecuencias que podía traer esa desobediencia, pero
prefirieron sufrir esas consecuencias a cometer la injusticia de detener a Jesús.
Era Jesús el Maestro más grande que había aparecido en Israel: 'Jamás un hombre
ha hablado como habla ese hombre."
Dos enseñanzas nos
dan estos guardias del Templo. Su capacidad para entusiasmarse con la persona
de Cristo y con sus enseñanzas. Y su valentía en defender a Cristo ante sus
enemigos.
Mucho de este
entusiasmo necesita hoy en día el pueblo cristiano. La mayoría de los
cristianos, desde la infancia, están ya acostumbrados a oír hablar de Cristo y
conocen los principales hechos de su vida y de su doctrina. Cristo y su
doctrina han perdido novedad y no suscita el entusiasmo y la admiración que
debiera suscitar. Hay verdadera culpa moral en esa falta de entusiasmo. Es no
saber valorar el infinito tesoro que tenemos en Cristo, en quien y sólo en él, tenemos
la salvación; y es una falta de interés por conocer más profundamente al Señor,
persona divina y ejemplo perfecto de caridad y de todas las virtudes humanas y
sobrenaturales. Es una gran faltó de gratitud para con el Señor que nos redimió
mediante su sacrificio en la cruz. De la misma manera, su doctrina, la más
perfecta que pueda existir y que ilumina todos los problemas de la vida humana,
es conocida muy superficialmente. Quien profundiza en el Evangelio, en la
doctrina de Cristo, cada vez descubre nuevas maravillas y encuentra en ella
siempre novedad; nunca el cristiano debería cansarse de leer y meditar el
Evangelio con profunda admiración y gran entusiasmo.
2) Actitud de las autoridades judías
Se manifiesta una
vez más el odio que muestran hacia Jesús y que llega hasta estar decididos a
condenarle y matarle. Su soberbia, sus muchas hipocresías, su vida apartada de
la verdadera fe y de la recta moral, impedían que pudieran reconocer al Señor;
más aún, el Señor era para ellos una persona que dificultaba sus intereses y
que ponía de manifiesto su maldad. Tenían que eliminarlo.
Ellos son los
representantes de todos aquellos que a través de la historia han luchado contra
Cristo, han querido eliminarlo de la sociedad y del corazón de todos los que creían
en él. El rechazo de Cristo por parte de los judíos fue la causa de su
destrucción. Y los que han luchado contra Cristo en todos los tiempos también
han fracasado, y, si no se han arrepentido antes de su muerte, habrán recibido
el castigo de la condenación.
Después de tantas
persecuciones contra Cristo, su Iglesia y sus discípulos, el mundo no estima ni
recuerda a los perseguidores; pero sin embargo Cristo sigue siendo el centro de
la historia de la humanidad, y lo seguirá siendo hasta el final de los tiempos.
3) Actitud de Nicodemo
En cierto sentido
muestra una actitud valiente en cuanto intenta evitar el juicio ilegal contra
Jesús. Pero es cobarde en cuanto no manifiesta la admiración que él, sin duda,
sentía por Jesús. La Pasión y Muerte de Cristo le darán más fortaleza, y
entonces no tendrá miedo a manifestarse en favor de Cristo, al acudir a su sepultura
y mostrar todo su respeto por el Señor.
(Cfr. Jn 19,39-40)
También la actitud
de Nicodemo en este episodio representa la actitud de muchos cristianos que se
avergüenzan de confesar su fe públicamente en ambientes hostiles al Señor. No
nos olvidemos de las palabras de Cristo: "Quien se avergüence de mí y de
mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre
se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos
ángeles." (Mc 8, 38)
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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