P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
IV. JESÚS REGRESA A GALILEA Y MARCHA A TIERRAS DE PAGANOS PASA DE NUEVO POR GALILEA
PASA DE NUEVO POR GALILEA
(Junio - Setiembre, año 29)
128.- ORACIÓN EN
COMÚN
TEXTO
Mateo 18,19-20
"Yo os
aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para
pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los
cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en
medio de ellos."
INTRODUCCIÓN
Mateo en este capítulo 18 que estamos
meditando nos transmite las enseñanzas del Señor a sus apóstoles; y todas
estas enseñanzas se refieren de manera especial a diversos aspectos de lo que
debe ser la vida de la Iglesia, es decir, la vida de la comunidad cristiana.
Cristo les ha enseñado que en esa comunidad los primeros son aquellos que mejor
sirven a sus hermanos; la humildad y el servicio sacrificado a los demás debe
ser lo principal en toda comunidad eclesial; el Señor ha enseñado también la
actitud que se debe tener ante los escándalos y que él sabe sobrevendrán dentro
de las comunidades; y finalmente ha tratado el tema de la corrección fraterna.
Ahora el Señor va a transmitir a sus apóstoles una enseñanza de gran consuelo
para todos los cristianos, y en esta enseñanza se manifestará el valor
extraordinario que tiene la unión de caridad entre los hermanos y la oración
en común hecha en espíritu de fraternidad.
MEDITACIÓN
1) La oración en común
El Señor nos dice
que si dos de sus discípulos se ponen de acuerdo, es decir, viven en caridad y
armonía se unen para hacer sus peticiones a Dios comunitariamente, esa oración
tiene una eficacia muy especial, será siempre muy escuchada por su Padre Dios
y se les concederá lo que piden.
Conociendo las
enseñanzas de Cristo sobre la oración, comprendemos que esa oración en común,
es una oración hecha con profunda fe y humildad y con gran confianza; y se
entiende también que lo que se pide al Señor no nace del egoísmo, sino del
deseo de agradarle a él y de recibir de su misericordia la bondad, las gracias
y beneficios que necesitamos para bien de nuestra alma y de nuestro cuerpo.
Lo que el Señor quiere
indicarnos es que hay una especial eficacia en la oración hecha en común en un
espíritu de verdadera unión y caridad fraterna. Siguiendo esta doctrina del
Señor la Iglesia siempre ha dado una importancia muy grande a las plegarias
comunitarias y exhorta a ellas, sobre todo, en circunstancias adversas y
difíciles para la Iglesia en general, o para grupos o comunidades de fieles en
particular.
2) "En mi nombre"
El Señor hace
después una gran promesa. Si sus discípulos se reúnen "en su nombre",
les promete que él estará en medio de ellos. Tanto en el Antiguo Testamento
como en el Nuevo, cuando se dice que Dios está con su pueblo o cuando Cristo
dice a sus discípulos que estará con ellos hasta el final de los tiempos (Cfr.
Mt 28, 20), significa siempre una presencia especial, llena de misericordia y
de bondad, para consolar, ayudar, fortalecer; es una presencia dinámica y
eficaz para bien de los que gozan de esa presencia.
El Señor promete
aquí esta presencia suya a todos los que se reúnan, "en su nombre".
¿Qué significa
reunirse "en nombre del Señor"?
El motivo de la
reunión es el mismo Cristo. Cristo es el que, por así decir, los convoca a
formar un grupo comunitario y él es el que realiza esa unión entre sus
discípulos. Y el reunirse "en nombre del Señor" será siempre con la
finalidad de conocer más a Cristo y "sus enseñanzas, de considerar a la
luz de Cristo los diferentes problemas o las necesidades que sienten, de
manera que se encuentre una solución siempre de acuerdo con la doctrina del Evangelio;
será reunirse para buscar también caminos de apostolado y ver la manera como se
puede trabajar más y más por los intereses del Señor. Y por supuesto, se
sobreentiende, que los así reunidos viven en verdadera y sincera unión de
caridad fraterna.
Cuando los miembros
de un mismo grupo o comunidad cristiana se reúnen así "en nombre del
Señor", deben tener una fe y confianza muy grandes, convencidos de que el
Señor les iluminará para tomar las decisiones más convenientes y les dará la
fortaleza para ponerlas en ejecución. El Señor está "en medio de
ellos" y no pueden dudar de su presencia divina y de todos los beneficios
que trae consigo esa presencia.
Queremos hacer
aquí una aplicación concreta a la familia cristiana, llamada en el Concilio Vaticano
II "Iglesia doméstica". La familia cristiana forma una verdadera
comunidad cristiana. Si toda familia cristiana cumpliese con estas enseñanzas
del Señor, sería una familia que recibiría innumerables gracias y beneficios
del Señor. Si los miembros de la familia, padres e hijos, se reuniesen para
orar en común al Señor y reunidos en nombre del Señor hicieran discernimiento
sobre todos los problemas del hogar, encontrarían solución para todas las
dificultades y problemas que pudieran tener.
Esta enseñanza nos
la recuerda Juan Pablo II en su Exhortación "Familiaris Consortio":
"La plegaria
familiar tiene características propias. Es una oración hecha en común, marido y
mujer juntos, padres e hijos juntos... A los miembros de la familia cristiana
pueden aplicarse de modo particular las palabras con las cuales el Señor Jesús
promete su presencia; Os digo en verdad que si dos de vosotros conviniereis
sobre la tierra en pedir cualquier cosa, os lo otorgará mi Padre que está en
los cielos. Porque donde dos o tres están congregados en mi nombre, allí estoy
yo en medio de ellos." (n. 59)
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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