124. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - El exorcista que no era del grupo de los apóstoles

 


P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


IV. JESÚS REGRESA A GALILEA Y MARCHA A TIERRAS DE PAGANOS PASA DE NUEVO POR GALILEA

PASA DE NUEVO POR GALILEA

(Junio - Setiembre, año 29)


124.- EL EXORCISTA QUE NO ERA DEL GRUPO DE LOS APÓSTOLES

TEXTOS

Marcos 9, 38-40

Juan le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros; nosotros tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros. Pero Jesús contestó: "No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea ca­paz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por no­sotros."

Lucas 9, 49-50

Tomando Juan la palabra, dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsa­ba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros." Pero Jesús le dijo: "No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros."


INTRODUCCIÓN

Marcos y Lucas nos narran este diálogo de Jesús con Juan y los demás apóstoles. Juan creía que había hecho una obra buena prohibiendo a aquel hombre que siguiese expulsando a los demonios en nombre de Jesús. Su­pondría que iba a recibir la aprobación del Señor. Ellos, los apóstoles, sí habían recibido ese poder de expulsar a los demonios. Juan al ver que otra persona, que no pertenecía al grupo de ellos, participaba también de ese poder, juzgaba que era como una usurpación del poder que ellos tenían. Por esta razón le dice al Señor: "Maestro, vimos lanzando demonios en tu nombre a uno que no anda con nosotros, y se lo prohibimos."

Sin embargo el Señor no aprueba la conducta de Juan y demás apóstoles y su respuesta merece ser meditada.


MEDITACIÓN

1) "No se lo impidáis"

La razón que da el Señor es que ese exorcista, al creer en el Señor e invo­car su nombre con fe para lanzar los demonios, está alabando el nombre del Señor, y de ninguna manera puede concebirse que después, en otras ocasiones, hable mal de Jesús. En este sentido el exorcista, no era del gru­po de los apóstoles, pero sí estaba con el Señor y creía en su bondad y en su omnipotencia.

El celo de los apóstoles era injustificado y procedía más bien de querer ser ellos los únicos privilegiados con los poderes que el Señor les había con­cedido.

Con esta respuesta el Señor previene a los apóstoles, y en ellos, a los cris­tianos de todos los tiempos, contra el peligro del exclusivismo en el trabajo apostólico. Cualquiera que alabe al Señor y propague su conocimiento es digno de todo respeto y estima, aunque no pertenezca al grupo apostólico nuestro. La iglesia siempre ha alabado toda clase de apostolado, manifes­tado en multiplicidad de métodos, y que responden a diversos carismas dentro de la Iglesia. Todo lo que sea enfrentamientos, críticas, envidias, recelos entre grupos apostólicos, que por desgracia han existido y siguen existiendo dentro de la Iglesia, constituye verdadero pecado y está en con­tra de la voluntad del Señor que dispone de sus gracias y carismas según sus designios y libérrimamente.

La verdadera actitud cristiana es la de tener un corazón abierto para todos los caminos de apostolado que surjan en la Iglesia y estén aprobados por ella. Más aún, llegada la ocasión, debemos colaborar con generosidad y alegrándonos del fruto apostólico que otros cosechan.

2) "El que no está contra nosotros, está con nosotros"

El Señor, en esta segunda parte de la respuesta, establece un principio ge­neral para juzgar a los demás en relación con él mismo y con su Iglesia, representada por los apóstoles.

Hay que hacer notar, primero, que la sentencia del Señor no contradice lo que él mismo dijo en otra oportunidad: "El que no está conmigo, está con­tra mí". En la meditación 65 explicamos el sentido de esta sentencia del Señor.

Repetiremos que lo que el Señor quiso decir en aquella frase había que en­tenderlo en el contexto del rechazo de los fariseos y escribas. Los fariseos habían conocido al Señor, habían oído su doctrina, habían visto sus mila­gros y tenían, consiguientemente, la obligación de haber creído en él, ha­berle acogido, y haberse hecho sus discípulos. Al no hacerlo, evidente­mente se colocaban en la posición de estar en contra de Jesús. Y en el ejemplo de los fariseos y escribas veíamos también la actitud de muchos que habiendo conocido al Señor, habiendo sido bautizados y siendo cris­tianos, después le abandonan. En todos estos casos es cierto que el que no está con Jesús, está contra él.

Pero puede haber, y de hecho hay, otras muchas personas que no han lle­gado a conocerle, por lo menos de manera suficiente para llegar a la fe, y esto sin culpa suya. Prescinden de Jesús porque no lo conocen, pero no es­tán contra él. Y si estas personas manifiestan buenas intenciones, una con­ducta moral recta, son personas caritativas, aún sin saberlo ellas, se puede decir que están con el Señor.

Los apóstoles iban a ser enviados a predicar el Reino de Dios, a predicar a Cristo y su mensaje a todos los pueblos paganos. Es una advertencia del Señor: no deben considerar a todas esas gentes como enemigas de Cristo y de ellos mientras no muestren una clara hostilidad contra ellos y su predicación. Su actitud debe ser de gran tolerancia, de trato amistoso, y de atraerlos a la verdadera fe con comprensión, paciencia y mucho amor. Y esta actitud deberá manifestarse en cualquier circunstancia, ante cualquier persona, que si no ha llegado a la fe en Cristo, a un seguimiento de su doctrina, no manifiesta hostilidad alguna hacía el Señor, hacia su Iglesia. Y en general, si en las personas no descubrimos malas intenciones y claros indicios de estar contra Cristo, debemos pensar que, por lo menos, de una manera implícita, están con el Señor.


Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.




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