SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA
14.13. Elección de Pedro. Fundamento del primado
En la lectura de los Evangelios
Simón Pedro fue preferido por Jesús a los demás apóstoles en distintas
ocasiones. Esto es tanto más extraño cuanto que humanamente eran otros quienes
estaban más cercanos a Jesús por parentesco humano, por otro lado Pedro no
había demostrado ninguna cualidad especial para merecer la tal preferencia. El
hecho de que Pedro obtuviera una duradera preferencia dentro del círculo de
los apóstoles es un impenetrable misterio fundado en la libre sabiduría y
designio de Dios, para el que no hay explicación posible.
En los evangelios Pedro
aparece desde el principio como el que dirige la conversación, como el primero
que habla, así: Mc 8, 29; Mt 18, 21; Lc 12, 41 En la lista de los apóstoles
siempre es citado el primero Mc 3, 16-19; Mt 10, 1-4. Es Pedro quien quiere
retener a Jesús cuando se escapa a la soledad. Lc 5, 1-11. Su importancia
especial se expresa también en la fórmula
"Pedro y los suyos", Lc 9, 32. Junto con Santiago y Juan
pertenece al círculo de los más íntimos de Jesús, Mt 5, 37; 9, 2; 14, 33.
La promesa del primado a
Pedro es una escena que nos narra Mateo 16, 13-20. Es el momento en que Jesús
después de su predicación en Galilea, se retira a Cesarea de Filipo, y pregunta
a los suyos quien dice la gente que es El. Simón contesta diciendo: “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios, y
Jesús responde: "Bienaventurado
eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre,
sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tu eres
"Cephas" = piedra", y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y
las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del
Reino de los cielos, y lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo
que desates en la tierra quedará desatado en el cielo".
Hay otros dos textos que
confirman la vocación especial de Pedro sobre el grupo de los doce. Lc 22,
31-32: "Simón, Simón, mira que
Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo, pero yo he rogado por ti,
para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus
hermanos". Y en Jn 21, 15-17:
"Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan ¿me amas
más que éstos?. Le dice él : Sí, Señor tú sabes que te quiero, Le dice Jesús:
Apacienta mis ovejas. Vuelve a decirle por segunda vez ... y por tercera vez ... apacienta mis
corderos".
14.14. Poder de Pedro y Misión
El poder de Pedro es
expresado con un triple símbolo:
1. Pedro es el fundamento
firme de la Iglesia (Cephas = Piedra)
2. El poder de las llaves.
Símbolo de que Pedro representa en la tierra al Señor y propietario de la casa,
a Cristo .
3. El poder de atar y desatar.
1. Pedro, fundamento de la
Roca = Piedra:
Volvemos, una vez más al texto de Mt 16, 13,-20. Pedro debe ser el
fundamento rocoso de la Iglesia para que la Iglesia no sea vencida por las
puertas del infierno. El primer grado de interpretación de lo que Cristo dice a
Pedro consiste en atribuirle el papel de fundamento rocoso de la nueva comunidad
querida por Cristo. Cristo usa el símbolo de edificar; quiere construir o
edificar una Iglesia. Jn 2, 19; Mc 14, 58. Para que la edificación hecha por
Cristo tenga duración y consistencia, para que sea sustraída a la ley de la
caducidad su fundamento debe ser cimiento de "roca = piedra".
2. El poder de las llaves:
Hemos dicho que las llaves
son el símbolo de Pedro que representa en la tierra al Señor y propietario de
la casa, a Cristo. Mediante la entrega de las llaves Pedro es constituido en
plenipotenciario de Cristo. El que tiene las llaves tiene poder para disponer,
tiene autoridad para permitir o prohibir la entrada. El administrador de la
casa, el encargado de llaves debe decidir lo que está bien, lo que está
permitido y lo que está prohibido conforme al orden establecido por Dios.
3. El poder atar y desatar:
Lo que Cristo dice a Pedro
bajo la imagen de atar y desatar lo dice también a todos los apóstoles en Mt
18. 18: "Yo os aseguro: todo lo que
atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la
tierra quedará desatado en el cielo". Sin embargo, hay que tener en
cuenta que, según Mt 16, 18: "Y yo a
mi vez te digo que tú eres "Cephas = Piedra" Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia
...", se lo dice sólo a Pedro. Evidentemente a todos los apóstoles les
compete lo que compete a Pedro, pero a Pedro le compete de manera especial.
Tres cosas implica la expresión:
"atar y desatar".
- Excluir de la comunidad creyente o readmitir en ella
- Imponer una obligación o eximir de ella
- Declarar una cosa prohibida o permitida, según la circunstancias.
Cuando Pedro fue llamado
como administrador de la casa de Dios, para ejercitar el poder disciplinar en
la casa de Dios y mantener en ella el orden de vida, tenía que estar en
situación de decidir lo conveniente y lo inconveniente al orden de la casa de
Dios. El poder disciplinar tiene, por tanto, en su base el poder de enseñar.
Por lo tanto podemos decir que la Iglesia es a la vez la casa, el órgano, manifestación
e instrumento del Reino de Dios. Pedro tiene poder de excluir, admitir a esta
comunidad, y admitir y excluir en la Iglesia es admitir y excluir en el Reino
de Dios.
14.15. La concesión del primado a
Pedro
En el evangelio de Lucas
dice Jesús a Pedro: “¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como
trigo, pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú cuando
hayas vuelto confirma a tus hermanos”. Lc 22, 31-32. Finalmente, después de
la resurrección, Jesús confiere el primado a Pedro con estas palabras: “Cuando comieron, dijo a Simón Pedro:
“Simón, hijo de Juan ¿me amas más que estos? Le respondió: “Sí, Señor, tu sabes
que te quiero”. Jesús le dice: “apacienta mis ovejas”. De nuevo por segunda
vez, le dice: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?” Le responde: “Si, Señor, tú
sabes que te quiero”. Le dice “apacienta mis ovejas”. Por tercera vez le dice:
“ Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?. Y le respondió: “Señor, tú lo sabes todo.
Tu sabes que te quiero”. Jesús le dice: “Apacienta mis ovejas”, Jn 21
15-17.
Sabemos que entre los
semitas apacentar las ovejas es función del pastor, dueño de las ovejas,
responsable de su cuidado y crecimiento. Apacentar es sinónimo de regir,
dirigir, alimentar. Jesús con estas palabras antes de subir al cielo, deja en
la tierra un vicario suyo como pastor universal de todas su ovejas. Sabemos que
esta función de P4edro es también una función esencial en la estructura de la
Iglesia que Cristo establece, es una función tan perenne como lo será la
Iglesia misma.
14.16. Primacía de Pedro en la primitiva Iglesia
En la lectura de los
Hechos de los Apóstoles se destaca especialmente la posición privilegiada de
Pedro pues fue él quien motivó y dirigió después de la Ascensión de Jesús a los
cielos, la elección de Matías para completar el número de los Doce, Hech 2, 1,
15, s.s. Fue Pedro el que después de la venida del Espíritu Santo se levantó
entre los discípulos y dio el primer testimonio público de Cristo en su mensaje
kerigmático. Hech 2, 14, s.s. Cuando las autoridades judías procedieron contra
los apóstoles, fue también Pedro quien defendió el Evangelio y la joven Iglesia
de Cristo, Hech 4, 8; 5, 29.
Pedro condenó a Ananías
y a Safira, Hech 5, 1-11. Junto con Juan es enviado por los apóstoles a
Samaria, para que vigile el trabajo misional, Hech 8,14-17. Pedro dirigió la
polémica contra Simón, el Mago, Hech 8, 18-24. Pedro bautizó al centurión
Cornelio y a toda su casa, Hech 10, llevando el testimonio de Cristo a los
paganos exclamando los demás: “luego Dios
ha concedido también a los gentiles la conversión de vida”, Hech 11, 18.
Papel decisivo tuvo en el Concilio Apostólico del año 49-50. Con su discurso
hizo que se concediera a los paganos la libertad de la ley mosaica frente a los
intentos judaítas de cargar a los gentiles con la obligación de circuncidarse.
14.17. Sucesión de Pedro
Después de estudiar la
primacía concedida por Cristo a Pedro surge una cuestión muy importante en el
tema de la voluntad de Jesús de fundar una Iglesia; se trata de saber si la
prerrogativa concedida a Pedro se acabó con él o si continuó en sus sucesores.
Los Católicos afirmamos que hubo sucesión directa a la elección y misión de
Pedro, y los Protestantes lo niegan. Estos dicen que Pedro no tuvo sucesores ni
pudo tenerlos, la autoridad que Cristo le concedió está confirmada por la
Sagrada Escritura pero es una autoridad personal sólo para él, y por lo tanto,
no hay sucesores.
Los
católicos decimos que la necesidad de sucesores de Pedro se deduce, en primer
lugar, de la palabra: "fundamento de roca =cephas". Cristo quiso que Pedro fuera el cimiento de
piedra de su Iglesia; no habla del acto transitorio de poder fundamento o echar
cimientos, sino de la "función" de ser "fundamento". Pedro recibió de Cristo el poder
necesario para la dirección eficaz y autoritaria de la Iglesia (autoridad como
servicio, pero autoridad). Cristo fundó la Iglesia para el tiempo que transcurra
entre la Ascensión a los cielos y su segunda venida al final de los tiempos; y
El mismo prometió que la Iglesia sería imperecedera durante este tiempo. Mt 28.
20. Si el hecho de ser imperecedera está garantizado por la segura dirección y
por el gobierno con autoridad, estas funciones deben de ser ejercidas hasta la
vuelta definitiva del Señor. Hasta la vuelta de Cristo debe haber, por tanto,
un portador del pleno poder al que Pedro fue autorizado y obligado para
asegurar la existencia de la Iglesia. En la misión confiada a Pedro radica el
hecho de que tenga que ser cumplida hasta el fin de los tiempos. De suyo por
los primeros escritos de la Historia de la Iglesia sabemos todos los sucesores
directos de Pedro hasta nuestros días. Enumeremos los primeros sucesores de
Pedro: primero fue Lino. Anacleto. Clemente. Evaristo. Alejandro. Sixto.
Telesforo. Higinio. Pío I. Aniceto. Sotero. Eleuterio. Victor. Ceferino.
Calixto. Hipólito. Urbano. Ponciano. Antero. Fabian. Cornelio. Lucio. Esteban.
Sixto II. Dionisio. Felix. Eutiquiano, etc, etc. Todos ellos tuvieron la misión
de Pedro y la cumplieron a cabalidad, sabiendo que procedían según el sentir de
Cristo para bien de su Iglesia.
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Agradecemos al P. Ignacio Garro S.J. por su colaboración.
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