Evangélicos - 2º Parte: Doctrina



Las Sectas en
Latinoamérica
22º Parte


P. Ignacio Garro, S.J.

Profesor del Seminario Arquidiocesano de Arequipa, ex profesor del Seminario de Trujillo.



2º y última Parte.


2.- DOCTRINA


No es fácil precisar la doctrina del movimiento evangélico. Mucho depende de la iglesias originales de donde proceden. Los procedentes de las iglesias protestantes alemanas están más cerca de las doctrinas de Lutero (1483 - 1546), otras iglesias proviene de la reforma de J. Calvino, (1509 - 1564). Las de origen norteamericano siguen, en general, las doctrinas de de la Iglesia Metodista de John Wesley (1705 - 1791).

De todas maneras vamos a dar algunas orientaciones de las doctrinas evangélicas:


a.- Biblismo


Para el protestante en general, la Biblia, es de suma importancia, pero para el evangélico lo es aún más. Peca de exceso, de exagerado al proponer el primer principio luterano de "sólo la Biblia", como lugar en el que se contiene toda la Revelación salvífica de Dios y ponen el segundo principio luterano del "libre examen", es decir, libre interpretación personal de la Biblia. Es decir, para los evangélicos, lo que está escrito en la Biblia, lo que yo leo y Dios me inspira en la lectura de la Biblia, eso es lo que es la verdad. No hay ningún intermediario, nadie, que me ayude a interpretar correctamente lo que ahí, está escrito. Dios me habla por la Biblia a mí, en este momento, y nadie puede impedirme este diálogo, esta interpretación. Siguiendo esta línea de lectura y de interpretación se cae tarde o pronto, en el subjetivismo más grande, y a veces más erróneo. Convierten el cristianismo en la "religión del Libro" o la "religión de la Biblia". Como si Dios hubiera agotado en la Biblia, o en unos cuantos textos seleccionados, todo la verdad del Evangelio. A esta actitud, fundamentalista, literalista, es decir, lo escrito y nada más que lo escrito, interpretado y vivido en la subjetividad más profunda del individuo, se llama "biblismo". Que en el fondo es una esclavitud de la letra de la Biblia.

Los protestantes evangélicos dicen: "El Evangelio es la garantía de la Iglesia, y no la Iglesia Católica, ninguna Iglesia, la garantía del Evangelio". 101

Esta afirmación es válida si con ello se quiere decir que la Iglesia Católica, o cualquier Iglesia cristiana, para ser auténticas deben de vivir conforme a la revelación que nos trae el Evangelio. Pero esta misma afirmación no es válida si con ello se quiere ignorar que el Evangelio escrito, los escritos del Evangelio, toda la Biblia, en cuanto Escritura, debe de ser aceptada, reconocida como auténtica y garantizada su transmisión y su interpretación por la Iglesia, y no por meros criterios personales o meramente humanos, como lo hacen los evangélicos.

Los católicos decimos que el Libro de la Biblia, no es un libro que ha caído del cielo, sin ninguna historia concreta por medio, ni que está escrito directamente y sólo por Dios, decimos que está escrito por hombres inspirados por Dios. Todos sabemos que la Biblia ha nacido, se ha desarrollado y se ha ido complementando según la historia del pueblo judío y cristiano. Su composición literaria ha sido larga, dificultosa, se ha transmitido por medio de tradiciones orales, luego han pasado a escritos en papiros, pergaminos, manuscritos, etc. Son libros traducidos del hebreo al griego, luego al latín después a las lenguas vernáculas, etc. Para ello están los estudios serios de la composición del Libro de la Biblia. Y en este sentido sólo la Iglesia Católica es la garante de la legitimidad e integridad de lo que enseña acerca del Libro de la Biblia.

En este sentido la Biblia, en general, y sobre todo el Nuevo Testamento, el Evangelio escrito, depende la enseñanza y autoridad de la Iglesia. Pues, la doctrina Católica afirma que junto a la Biblia hay una "Tradición Apostólica". Que es la de aquellos que fueron los sucesores directos y legítimos de los primeros Apóstoles, y que con su predicación, escritos y doctrina nos han legado cómo entendieron y vivieron las palabras y los hechos de Jesucristo, Nuestro Señor. A esto le llamamos "Tradición viva de la Iglesia" 102, que es la historia concreta, bien documentada con que nació, creció y ha llegado hasta nosotros el Cristianismo; la historia Apostólica de la Iglesia Primitiva en la que poco a poco nació, creció con grandes dificultades y persecuciones la vida de la Iglesia, en la que se fueron transmitiendo por escrito los santos Evangelios, en especial los escritos del Nuevo Testamento, en cuanto Palabra de Dios escrita. Es esa historia apostólica cristiana que con sus luces y sombras, sus altibajos, es esencial a la Historia de la Iglesia y la hace creíble e inteligible ante los hombres como la continuadora de la obra salvífica de Cristo. Esa "Tradición viva", es transmisión viva y veraz de generación en generación, del acontecimiento salvífico de Cristo vivido en los primeros años del cristianismo por medio de la catequesis (lex credendi), la liturgia (lex orandi), transmitida por los mismos Apóstoles y sus sucesores directos los primeros Obispos. Es una tradición viva del misterio de Cristo transmitida y vivida en un texto y contexto histórico determinado, que nos hace comprender mejor cómo se transmitió la Biblia, se desarrolló y se completó el Antiguo Testamento con el Nuevo Testamento.


b.- Fundamentalismo bíblico


Se entiende por "fundamentalismo bíblico": a una actitud de espíritu y de comportamiento del protestantismo evangélico americano que quiere entender los textos de la Sagrada Escritura literalmente, es decir, tal cual están escritos, sin tener en cuenta los géneros literarios ni las intenciones de los autores que escribieron la Biblia, esterilizando, de esta manera toda investigación exegética y toda comprensión profunda de los textos bíblicos. Este movimiento fundamentalista nació en Estado Unidos a principios del S. XX como una reacción conservadora ante el "modernismo teológico y liberal" de aquellos tiempos, en el que consideraban a este movimiento modernista como un progresismo bíblico y teológico que falseaba la letra y el espíritu de la Biblia.

Las características más sobresalientes del fundamentalismo bíblico de los evangélicos esta: la defensa rígida de la "inspiración literal" y de la "inerrancia verbal" de la Biblia. De aquí parten todas las interpretaciones literalista y fundamentalistas que ellos hacen de la Biblia y de sus aplicaciones prácticas a la vida. Este fundamentalismo bíblico convierte a los evangélicos en cristianos simplistas y ultraconservadores. Ignoran desde todo punto de vista, los avances más sencillos de la investigación bíblica de los últimos años. Rechazan cualquier estudio serio sobre la Biblia, ya sea estudio histórico, arqueológico, teológico, literario, poético, lírico, etc. Todos estos estudios los consideran inservibles, y desconfían de ellos pues dicen que falsifican la Biblia. La Biblia es Palabra de Dios y por lo tanto debe de leerse, estudiarse, tal cual está. No admite interpretaciones, ni estudios que le saquen de lo que está escrito. Todo estudio serio y moderno de la Biblia lo consideran como "una moda pasajera" y desvirtuación de la auténtica Palabra de Dios.

A continuación veamos qué dice el último Documento de la Pontificia Comisión Bíblica, acerca de la lectura fundamentalista de la Biblia en: "La interpretación de la Biblia en la Iglesia", del 15 de abril de 1993, Roma:

"La lectura fundamentalista parte del principio de que, siendo la Biblia palabra de Dios inspirada y exenta de error, debe ser leída e interpretada literalmente en todos sus detalles. Por "interpretación literal" entiende una interpretación primaria, literalista, es decir, que excluye todo esfuerzo de comprensión de la Biblia que tenga en cuenta su crecimiento histórico y su desarrollo. Se opone, pues, al empleo del método histórico - crítico, así como de todo otro método científico para la interpretación de la Escritura.

La lectura fundamentalista tuvo su origen en la época de la reforma, en una preocupación de fidelidad al sentido literal de la Escritura. Después del Siglo de las Luces, se presentaba, en el protestantismo, como una protección contra la exégesis liberal. El término "fundamentalista" se relaciona directamente con el Congreso Bíblico Americano tenido en Niágara, en el estado de Nueva York, en 1895. Los exegetas protestantes conservadores definieron allí "cinco puntos de fundamentalismo":


1.- La inerrancia verbal de la Escritura
2.- La divinidad de Cristo
3.- Su nacimiento virginal
4.- La doctrina de la expiación vicaria
5.- La resurrección corporal en la segunda venida de Cristo.

Cuando la lectura fundamentalista de la Biblia se propagó en otras partes del mundo, dió origen a otros tipos de lecturas, igualmente "literales", en Europa, Asia, Africa y América del Sur. Este género de lectura encuentra cada vez más adeptos, a finales del S. XX, en grupos religiosos y sectas, pero también entre los católicos.

Aunque el fundamentalismo tenga razón en insistir sobre la inspiración divina de la Biblia, la inerrancia de la palabra de Dios, y las otras verdades bíblicas incluidas en los cinco puntos fundamentales, su modo de presentar estas verdades se enraíza en una ideología que no es bíblica, a pesar de cuanto digan sus representantes. Ella exige una adhesión incondicionada a actitudes doctrinarias rígidas e impone, como fuente única de enseñanza sobre la vida cristiana y la salvación, una lectura de la Biblia que rehúsa todo cuestionamiento y toda investigación crítica.

El problema de base de esta lectura fundamentalista es que, rechazando tener en cuenta el carácter histórico de la revelación bíblica, se vuelva incapaz de aceptar plenamente la verdad de la encarnación misma. El fundamentalismo rehúye la relación estrecha de lo divino y lo humano en las relaciones con Dios. Rechaza admitir que la palabra de Dios inspirada se ha expresado en lenguaje humano, y que ha sido escrita, bajo la inspiración divina, por autores humanos, cuyas capacidades y posibilidades eran limitadas. Por esto, tiende a tratar el texto bíblico como si hubiera sido dictado palabra por palabra por el Espíritu, y no llega a reconocer que la palabra de Dios ha sido formulada en un lenguaje y en una fraseología condicionada por tal o cual época. No concede ninguna atención a las formas literarias, y a los modos humanos de pensar presentes en los textos bíblicos, muchos de los cuales son el fruto de una elaboración que se ha extendido por largos períodos de tiempo, y lleva la marca de situaciones históricas bastantes diversas.

El fundamentalismo insiste también, de un modo indebido, sobre la inerrancia de los detalles en los textos bíblicos, especialmente en materia de hechos históricos, o de pretendidas verdades científicas. Frecuentemente considera como histórico lo que no tenía pretensión de historicidad, porque incluye en tal categoría cuanto es referido o narrado con verbos en pretérito, sin la atención necesaria a la posibilidad de un sentido simbólico o figurativo.

El fundamentalismo tiene frecuentemente la tendencia a ignorar o negar los problemas que el texto bíblico presenta en la formulación hebrea, aramea o griega. Está frecuentemente ligado a una traducción determinada, antigua o moderna. Omite igualmente considerar las "relecturas" de ciertos pasajes en el interior mismo de la Biblia.

En lo que concierne a los evangelios, el fundamentalismo no tiene en cuenta el crecimiento de la tradición evangélica, sino que confunde ingenuamente el estadio final de esta tradición (lo que los evangelistas han escrito) con el estado inicial (las acciones y las obras de Jesús en la historia). Descuida por eso mismo un dato importante: el modo como las primeras comunidades cristianas han comprendido el impacto producido por Jesús de Nazaret y su mensaje. Ahora bien, éste es un testimonio de origen apostólico de la fe cristiana y su expresión directa. El fundamentalismo desnaturaliza así la llamada lanzada por el evangelio mismo.

El fundamentalismo tiene tendencia también a una gran estrechez de puntos de vista, porque considera conforme a la realidad una cosmología antigua superada, solamente porque se encuentra expresada en la Biblia. Esto impide el diálogo con una concepción más amplia de las relaciones entre fe y cultura. Se apoya sobre una lectura no crítica de algunos textos de la Biblia para confirmar ideas políticas y actitudes sociales marcadas por prejuicios racistas, por ejemplo, y completamente contrarias al evangelio cristiano.

Finalmente, en su fijación sobre el principio de "sola Scriptura", el fundamentalismo separa la interpretación de la Biblia de la Tradición guiada por el Espíritu, que se desarrolla automáticamente en conexión con la Escritura en el seno de la comunidad de fe. Le falta reconocer que el Nuevo Testamento ha tomado forma en el interior de la Iglesia cristiana, cuya existencia ha precedido a la composición de sus textos. El fundamentalismo, por ello, es frecuentemente antieclesial: desprecia los credos, los dogmas y las prácticas litúrgicas que se han vuelto parte de la tradición eclesiástica, así como la función de enseñanza de la misma Iglesia. Se presenta como una forma de interpretación privada, que no reconoce que la Iglesia ha sido fundada sobre la Biblia, y nutre su vida y su inspiración en las Escrituras.

El acercamiento fundamentalista es peligroso, porque seduce a las personas que buscan respuestas bíblicas a sus problemas vitales. Puede engañarlas ofreciéndoles interpretaciones piadosas pero ilusorias, en lugar de decirles que la Biblia no contiene necesariamente una respuesta inmediata a cada uno de sus problemas. El fundamentalismo invita tácitamente a una forma de suicidio de pensamiento. Ofrece una certeza falsa, porque confunde inconscientemente las limitaciones humanas del mensaje bíblico con su sustancia divina".

La Iglesia Católica acepta y defiende la "inspiración" 103 en la Biblia, pero no acepta la inspiración literal, es decir, a la letra, como si hubiera sido escrito en forma de dictado. Igualmente defiende la "inerrancia" o veracidad de toda la Biblia como verdadera Palabra de Dios, pero no de una manera simplemente verbal, es decir, entender sólo cada palabra, cada frase, sino entender esa palabra, esa frase en todo su contenido doctrinal en el conjunto de la revelación, en su contenido religioso-salvífico, respetando las reglas de los géneros literarios, de los textos y contextos culturales en que fue escrito, de las formas de pensar y de escribir de las diversas épocas en que fue escrito, todo ello dentro de una evolución doctrinal dada dentro de la misma Biblia, etc. Y así mismo, dentro de esta mentalidad, conscientes de las limitaciones literarias del lenguaje bíblico, y aceptando los criterios justos del método histórico-crítico, la Iglesia Católica defiende toda la Revelación y especialmente todo lo relacionado al Misterio de Jesucristo, defiende la verdadera divinidad y humanidad de Jesucristo, su nacimiento virginal, su muerte y resurrección de entre los muertos, pero lo enseña, explica a la luz de la Revelación, de la Tradición y del Magisterio ordinario.


c.- La Justificación


Mientras entre católicos y las iglesias protestantes históricas, se ha superado, en parte, el problema de la justificación por la fe (planteamiento de Lutero: solo la fe salva. Los católicos decimos la fe y las obras de caridad) y sobre la naturaleza íntima de la justificación en relación a fe y obras. Los evangélicos se complacen en seguir agitando el problema de Lutero, manteniendo actitudes rígidas y obsoletas, sin tener en cuenta los avances de la investigación teológica que se han dado al respecto.

Ellos siguiendo la antigua doctrina luterana, insisten en afirmar la justificación del pecador como una justificación de carácter meramente legal, por el cual Dios, sin borrar el pecado original, simplemente "pasa por alto" el pecado del pecador, en razón a los méritos de Cristo y a que el fiel cree en Jesucristo como Salvador. El fiel es justificado ante Dios, pero sigue pecador y Dios ya no tiene en cuenta sus pecados. Y siguen afirmando que "sólo la fe justifica", y algunos insisten en que basta "sólo la fe, sin obras buenas". Otros evangélicos dicen que "sólo la fe justifica, pero no justifica la fe sola" sino va acompañada necesariamente de un sincero arrepentimiento, aunque este arrepentimiento no se obtiene sino por medio de la fe y de gracia. Así, ni ellos mismos se ponen de acuerdo y se confunden con cantidad de distingos, sin ningún fundamento teológico.

La Iglesia Católica enseña que la gracia de justificación nos quita del pecado original, nos hace verdaderos hijos de Dios y hermanos de Cristo y herederos del cielo, así de esta manera, el fiel cristiano vive su fe en Jesús como Hijo de Dios, le sigue, le imita en la fe y en las obras de caridad y de misericordia. La gracia de justificación es verdadera gracia de filiación divina y nos introduce en el seno mismo de Dios. Se trata de una fe real, práctica, viva, encarnada en la propia forma de ser cristiano, es un vivir con Cristo obediente hasta la muerte y muerte de cruz, Filp 2, 8. Por eso al cristiano se le llama "creyente", 1 Tes 1, 7: 2, 10. Gal 1, 23. Esta es una fe gratuita, fruto de la gracia de Dios, algo que el hombre nunca puede merecer por su propios méritos, aunque está obligado a colaborar con la gracia en un esfuerzo continuo, es la lucha, la agonía de la fe, 1 Tim 6, 12; 2 Tim 4, 7. Gratuidad - gracia, que es la antítesis del fariseismo, Rom 3, 20; 4, 25; 11, 6; Gal 2, 16; 3, 9; Tit 3, 7; Efes 2, 8. Es la misma fe de la que habla la carta de Santiago, 2, 14-16. Es una fe que implica una verdadera e íntima justificación, una verdadera santidad interior, un vivir con Cristo, Gal, 2,20; 3, 23-28; 6,15. Rom. 6, 3-11; 8, 9-17; 4,5; 5, 5. 19. 2 Cor 5, 17; Tit 3, 4-7. Efes 4, 24.

Todas estas citas están hechas con la finalidad de alertar y no dejarse sorprender al respecto por las controversias y la falsa presentación que hacen los evangélicos de la justificación por sólo la fe.


d.- Antiecumenismo


Sólo se salvan los evangélicos: En general, el protestante evangélico tiene un concepto muy riguroso y exclusivista acerca de la salvación eterna. Proclama a Jesucristo como el único Salvador, pero sólo se salvarán los que creen expresamente en El, después de una profunda conversión, conversión en la que han pedido, recibido, y confesado a Jesucristo como su Salvador personal.

En su doctrina los evangélicos hacen distinción entre el "salvado" y el "perdido"; entre el "renacido" y el "no - renacido"; entre el "regenerado" y el "no - regenerado". Es decir, todo el que no es evangélico, aunque sea cristiano, es un "incrédulo", un "inconverso", esta "fuera de la familia de Dios". 104 El protestante evangélico está "absolutamente seguro de su salvación eterna", (lo cual no está mal, como actitud de fe, lo malo es que excluye de esa misma salvación a todos los demás cristianos, que no sean evangelistas). Ese es el lenguaje y actitud arrogante que hace sentirlos exclusivistas y antiecuménicos. Incluso en Alemania hoy en día, tienen problemas muy serios donde están a punto de crear un nuevo cisma dentro del mismo movimiento evangélico.



3. CONSEJOS PASTORALES



En nuestra relación con los evangélicos hay que tener prudencia y saber cómo proceden. Dadas las características fundamentalistas y literalistas que tienen en el uso y manejo de la Biblia difícilmente se puede entablar un diálogo, pues todas las connotaciones que nosotros tomamos para leer y entender correctamente la Biblia, ellos las interpretan como falsedades.

Son por esencia muy desconfiados del catolicismo. Nos creen fuera de la verdadera fe en Cristo. Ellos creen que deben de convertirnos a su fe simplista y es por esto que es muy difícil poder hacer algo positivo en un diálogo con ellos. Su antiecumenismo y anticatolicismo les impide acercarse a nosotros. Es un prejuicio muy fuerte el que tienen contra los católicos, al menos aquí en América Latina y también en el Perú.

Desconocen totalmente la Historia de la Iglesia, desde sus comienzos hasta hoy día. No tienen en ninguna estima la Tradición viva y apostólica de la Iglesia Católica. La liturgia no les dice nada. Creen que son cultos litúrgicos del pasado y que sólo ellos realizan el culto verdadero a Dios, leyendo la Biblia y entendiéndola a su manera. Con estas actitudes es muy difícil encontrar puntos que nos unan y nos hagan vivir la verdad del Evangelio: "que sean uno".

Dando por supuesto que una de las áreas principales de la labor apostólica de la Parroquia es enseñar seriamente el Catecismo Católico para fundamentar bien nuestra fe en el dogma y moral cristianos, junto al estudio de los 10 mandamientos, los sacramentos, etc, la mejor manera de combatir el evangelismo es formar grupos de estudio serio de la Biblia. Para ello el Párroco debe de dar cursos a diversos niveles de fieles adultos y también jóvenes para ir formando bien en el estudio de la Biblia, tal y como lo enseña la Iglesia Católica. Se puede comenzar con un buen curso de Introducción a la Biblia, donde se vea con profundidad, el tema de la inspiración de la Escritura, inerrancia, canonicidad, géneros literarios, crítica textual, la hermenéutica, Historia de la Salvación en sus grandes acontecimientos salvíficos, etc. En definitiva dar un conocimiento lo más profundo y a la vez amplio de la Biblia, así tendremos a un grupo de fieles que saben qué es la Biblia y no se dejarán engañar con presentaciones simplistas y fundamentalistas como las hacen los evangelistas.

También es bueno todo tipo de grupos de reflexión y oración de temas bíblicos. Un libro básico para enseñar y dirigir temas bíblicos es el libro "Vocabulario de Teología Bíblica" de X. León Dufour, S.J. Edit. Herder. También es bueno tener un buen diccionario de la Biblia cuyos autores sean católicos.

También es aconsejable que en la vida de la Parroquia haya un ambiente de fraternidad sencilla y sincera, que la convivencia humana y fraterna sea una realidad como lo fue en los primeros tiempos de la primitiva iglesia cristiana, Hech 2, 42-47. Igualmente se recomienda dar algunos cursos de Historia de la Iglesia, para poder gustar la fuerza y el testimonio de nuestros primeros hermanos cristianos. Una breve exposición de los Padres Apostólicos de la Iglesia y todo el tesoro de vida de fe, junto a sombras pecaminosas, que se nos ha legado en la Historia de la Iglesia.

En el Documento de la Pontificia Comisión Bíblica han quedado bien expuestos los puntos esenciales de su fundamentalismo bíblico y su corta visión de la fe y de la vida real de la Iglesia de Cristo.



Referencias


101 "Evangélicos españoles, en Revista Semanal: "Vida Nueva" , 14-10-1972. Pág. 24.
102 En la Constitución "Dei Verbum" del Concilio Vat. II, en el cap. II se nos habla de la Tradición viva de la Iglesia como transmisión de la Revelación divina. Cristo mandó a los Apóstoles predicar el Evangelio a todas las gentes, Los Apóstoles transmitieron cuanto habían recibido con las palabras, los ejemplos y las enseñanzas. De esta forma, algunos Apóstoles y discípulos, inspirados por el Espíritu Santo, pusieron por escrito el anuncio de la salvación. Los Apóstoles confiaron después a los Obispos, sus sucesores, el propio puesto de maestros. Esta Tradición Apostólica y la Sagrada Escritura son como un espejo en la que la Iglesia contempla a Dios.
103 La Iglesia Católica considera inspirados por Dios los libros canónicos, que (aún estando escritos por hombres) enseñan con certeza y sin error las verdades que Dios quiso revelarnos para nuestra salvación. Y así como Dios se sirvió de hombres, para escribir la Biblia, es necesario investigar auténticamente lo que éstos quisieron significar y Dios quiso comunicarnos, teniendo en cuenta los géneros literarios, situando los textos en las situaciones histórico-culturales en que fueron escritos, pero también, teniendo en cuenta la totalidad de la Escritura, de la Tradición y de la analogía de la fe. Esto es función de los exegetas, que deben de suministrar los datos precisos a fin de que madure el juicio de la Iglesia, a la cual, en última instancia, está confiada la recta interpretación de la Palabra de Dios.
104 Ver: Revista evangélica: "Continente Nuevo", 1979. Nº 4. Pag. 22.


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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración


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Para leer la 1º Parte:



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