Obras de Misericordia Corporales


1. Dar de comer al hambriento

Jesús partió los panes y los peces. Los discípulos los compartieron con la gente.



Pertenece al núcleo del Evangelio. Es una exigencia para todos los cristianos. Supone que se conozcan mínimamente las necesidades de un pueblo. La comida es esencial para la supervivencia humana. En esta obra, la misericordia se manifiesta en el alimento corporal dado al que lo necesita. Nuestra devoción nos conduce a este tipo de caridad, no sólo en circunstancias extremas, sino en cualquier momento y a otra gente, incluso alejada.



2. Dar de beber al sediento

Muchas personas calman su sed con agua contaminada. El planeta se seca. ¿Qué hago yo?



Se trata de la sed corporal, e. d., de la necesidad de bebida y líquidos para evitar la deshidratación. No es un añadido a la primera obra, pues el cuerpo humano está compuesto en un 70% de agua. Esta obra no se refiere a una actitud individual, sino tiene marcada incidencia social. Evitar derroche de agua, promover el descubrimiento de agua pura en zonas difíciles, contribuir a los gastos de saneamiento e higiene de lugares que carecen de agua y son focos de infección o enfermedad. Jesús se identificaba con el sediento, el que no tiene agua y el que enfermó por beber aguas dañadas o lavarse con aguas sucias.



3. Visitar a los enfermos y presos

Compartir con ellos el tiempo, presencia, aliento y afecto.



En el enfermo se manifiesta con claridad la vulnerabilidad de la existencia humana. Es un necesitado, no sólo de cuidado sanitario, sino de afecto, consuelo, elevación espiritual. La enfermedad produce consecuencias que nos asombran, incluso en personas conocidas. Cristo mismo estuvo gravemente enfermo durante el Viernes Santo. Su tortura por parte de los soldados, y la traición y el abandono de los suyos también vulneraron su cuerpo humano. Y si bien su voluntad permaneció unida a la de su Padre, su cuerpo experimentó el dolor que acompaña a la enfermedad; pero, además, Jesús estuvo preso en ese Viernes Santo y, por consiguiente, sin posibilidad de ser ayudado por quienes hubiesen hecho lo posible para hacerle menos penosa su situación.
Esta obra de misericordia reconoce estas situaciones de Jesús y nos manda visitar; nada más. No consiste en ir a dar consejos, ni averiguar qué mal se halla fulano, no curiosear, ni echar en cara. Sólo visitar en actitud de hermano frágil y vulnerable como el que recibe la visita. Las condiciones de la visita son: humildad y amor de Dios, comprensión y generosidad interior.



4. Dar posada al peregrino

Millones de familias han abandonado su tierra y viven en campos de refugiados.



Las peregrinaciones no han terminado. No se hacen ya como antes, pero siguen existiendo y pertenecen al mundo religioso de los que buscan a Dios y lo adoran. Albergar al peregrino hoy es un llamado a los que viven en las ciudades sedes de santuarios para que ayuden como puedan a los que llegan buscando la misericordia de Dios. Poner a disposición sanitarios, bebidas, remedios y lugar de descanso puede ser una manera de recibir al peregrino, que es Cristo.
Dar posada también se extiende en la actualidad a atender a todos aquellos que obligados por las circunstancias en sus patrias, parten para buscar un lugar donde poder vivir, refugiados que recorren distancias muy grandes huyendo de las situaciones de violencia, guerra e inseguridad.



5. Vestir al desnudo

Mientras nos ocupamos de la moda, otros carecen aún de una vestidura limpia y respetable y abrigo.



Hay gente que paga sumas importantes por trajes de baño minúsculos hechos para realzar la desnudez. Esa falta de pudor no anula que hay millones que carecen de ropa en zonas cálidas y frías. Si pensamos en el costo de unas zapatillas comprenderemos que millares de campesinos de América Latina y otras partes del mundo, nunca en su vida podrán adquirirlas. La misericordia nos llama a salir al encuentro de esa necesidad, desprendiéndonos de la ropa superflua y los calzados no usados que duermen en los armarios durante años. Los dirigentes tendrán que aceptar que el trabajo es más importante que el capital y merece una paga más justa. Mientras llega la hora de una justicia mejor, los católicos no podemos cruzarnos de brazos. Hay hermanos que mueren de frío.



6. Redimir a los cautivos

En medio de una sociedad violenta pediremos que las cárceles sean centros de rehabilitación, sin caer en pesimismo ni desesperación.



Esta obra parece que pasó de moda. Sin embargo, además de los rehenes por motivos políticos, existen hoy nuevos esclavos y hay que redimir de nuevas esclavitudes que amenazan a la humanidad. Un ejemplo es la selección de temas que organiza la TV para dirigir la atención; la manipulación política, la violencia, la drogadicción, la extorsión, la corrupción, los negociados, los privilegios innecesarios. Los cristianos queremos marcar la diferencia en una sociedad cuyo principal interés parece el éxito económico y la diversión.



7. Enterrar a los muertos

Ellos fueron Templo del Espíritu Santo.



Esta obra también parece arcaica. Pero, los devotos de Jesús Misericordioso nos esmeramos en preparar las tumbas de los difuntos para las visitas de oración al cementerio. Proponemos tres visitas: 1) en la mañana de la Pascua para los que participaron en la Vigilia Pascual que comienza en las últimas horas del Sábado Santo; 2) en el día del aniversario del fallecido, que es como el nacimiento para el Cielo; 3) alrededor del 2 de noviembre que es la conmemoración de los fieles difuntos. Para eso, preparamos las tumbas con amor, poniendo flores frescas, limpiando e incluso colocando carteles con una oración para que recen los parientes.













Textos explicativos tomados de:
Apóstoles de la Divina Misericordia
https://apostolesdeladivinamisericordia.wordpress.com/2014/06/26/obras-de-misericordia/





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