P. Fernando Martínez Galdeano, S.J.
Herejía en Colosas
Colosas era una ciudad en decadencia que había gozado en el pasado una época de esplendor, cercana a la próspera Laodicea y a Hierápolis, a unos ciento ochenta kilómetros al Este de Efeso, ciudad costera al Oeste de la actual Turquía. Pero Colosas seguía manteniendo su situación estratégica indudable, pues desde ella se dominaban los pasos de las montañas centrales de Asia Menor. Herodoto la había llamado “la gran ciudad de Frigia”.
Los últimos años de la intensa vida de san Pablo (63-68) se encuentran envueltos en la clandestinidad, pues Lucas ha dejado de acompañarle y el apóstol parece moverse desde los confines del imperio (España) hasta las ocultas comunidades en oriente; además, la perversa acusación de Nerón (a. 64) provoca el que los cristianos vivan en una gran incertidumbre expuestos a las denuncias de los envidiosos. Las idas y venidas de Pablo (deducibles de las “cartas pastorales”) dejan la impresión de un hombre deseoso de escapar de la atención de las autoridades romanas.
Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la Tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. (Col 3,1-3)
En tales circunstancias, es probable que las cartas a los Colosenses, a los Efesios y las escritas a Timoteo y a Tito hayan sido redactadas por discípulos suyos, y pertenezcan a esta época postrera tan agitada, huidiza y medio clandestina del apóstol.
La iglesia cristiana de Colosas no había sido directamente fundada por san Pablo, sino por alguno de sus discípulos, que bien pudo ser Epafras, descrito por el apóstol como fiel servidor de la iglesia colosense. Debe haber sido él mismo quien comunicó a Pablo, prisionero en Roma, el problema que empezaba a surgir en su iglesia de Colosas. Lo que podríamos llamar “la herejía colosense” es uno de los temas que aún quedan por investigar a fondo en los escritos del Nuevo Testamento.
No es posible precisar aún en qué consistía “la herejía colosense”, pero en este escrito aparecen los elementos siguientes:
- El universo está dominado por influencias astrales.
- Los poderes de la naturaleza son en su mayoría perversos y satánicos.
- Se necesita, por tanto, algo más que la fe en Jesucristo para liberarse de esta situación.
- La sencillez del evangelio no basta ni es suficiente.
- Se requiere además otro tipo de conocimiento y poder.
- Se insiste en una observancia ritual y legalista vinculada al calendario agrario.
- Los ángeles son unos mediadores, los más eficaces.
- Se menosprecia toda moderación sexual.
Pablo, en su escrito, subraya la parte que Jesucristo desempeñó en la creación y en la redención; y afirma que en él habita la plenitud de la divinidad. En él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Estamos en verdad llamados a una vida nueva y verdadera en Cristo resucitado, y esta vida nueva es posible en cualquier situación. Sólo Cristo salva.
Guía de la Carta a los Colosenses
1,1-8 Saludo – Acción de gracias por la fe de los colosenses.
1,9-14 Pedimos a Dios que os llene del conocimiento de su voluntad, que os haga profundamente sabios y os conceda la prudencia del Espíritu.
1,15-20 Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de todo lo creado – El es también la cabeza del cuerpo que es la Iglesia – Por Él se reconcilian con Dios todos los seres.
1,21-2,5 Por su medio, Dios ha hecho la paz con vosotros – Una cosa es necesaria: que permanezcáis firmes en la fe – A este Cristo anuncio yo; ésta es la tarea por la que lucho con denuedo – En Él se encuentran escondidos todos los tesoros del saber y de la ciencia.
2,6-23 Vivid en incesante acción de gracias – Estad alerta, no sea que alguien os engañe con falsas teorías – Es en Cristo hecho hombre en quien habita la plenitud de la divinidad – La realidad plena está en Cristo.
3,1-4,1 ¡Habéis resucitado con Cristo! – Muertos al mundo, vuestra vida está escondida en Dios – Sois elegidos de Dios; él os ha consagrado y os ha dado su amor – Practicad este amor, que es la cumbre de la perfección – Que la paz de Dios reine en vuestras vidas, en sus diversos estados y circunstancias.
4,2-18 Exhortaciones y noticias – saludos finales.
Cristo es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de todo lo creado. Todo lo ha creado Dios sustentándolo en Él: todo lo que existe en el cielo y en la tierra, lo visible y lo invisible, sean tronos, dominaciones, principados o potestades, todo lo ha creado Dios por Cristo y para Cristo. Cristo existía antes que hubiera cosa alguna, y todo tiene en Él su consistencia. Él es también la cabeza del cuerpo que es la Iglesia; en Él comienza todo; Él es el Primogénito de los que han de resucitar; Él tiene la primacía de todas las cosas. Dios, en efecto, tuvo a bien hacer habitar en Cristo la plenitud. Por Él se reconcilian con Dios todos los seres: los que están en la tierra y los que están en el cielo: a todos concede Dios la paz mediante la muerte de Cristo en la cruz (Col 1,15-20)
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Agradecemos al P. Fernando Martínez, SJ por su colaboración.
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