P. Fernando Martínez Galdeano, jesuita
El Dios de la Biblia es un Dios cercano a nosotros. Su presencia no es material, pero sí real y puede hacerse sensible como un amor que da vida. Con Jesús su presencia se hace “carne” (hombre) en el seno de la virgen María por obra y fuerza del Espíritu Santo (Lc 1,28.35). Cumplida su misión salvadora en este mundo, era preciso que Jesús se fuera de él: “Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Paráclito no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré” (Jn 16,7). Como don del Espíritu su presencia se hace interior a nosotros, para quienes tienen fe en él: “Si uno confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído en el amor que Dios nos tiene” (1 Jn 4,15-16).
Agradecemos al P. Fernando Martínez SJ por su colaboración.
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