Doctrina Social de la Iglesia - 17. El Trabajo IV

 


P. Ignacio Garro, jesuita †


4. EL TRABAJO

Continuación...


4.2.4. LA PARTICIPACIÓN DEL TRABAJADOR EN LA EMPRESA

En primer lugar, tenemos que preguntarnos qué es una Empresa[1]: Es la unión organizada de los factores de la producción: capital y trabajo, para producir bienes y servicios. En el capítulo 7º describiremos con más detalle todo lo relacionado con la Empresa. De momento decimos lo sintéticamente lo siguiente:

Tres son los elementos esenciales para la constitución de una empresa:

  • Los hombres que llevan la dirección, la organización y el trabajo.
  • La organización, es decir, la disposición misma de los elementos que componen la empresa.
  • Los bienes económicos, como son los edificios, máquinas, materia prima, capital, etc.

Las Empresas pueden ser:

  • Individual o familiar: el capital es aportado por una persona o una familia.
  • Sociedad limitada: capital aportado por un número restringido de personas.
  • Sociedad anónima: capital dividido en gran número de personas.
  • Empresa cooperativa: concede prioridad al obrero - trabajador y el socio es el que aporta el capital.
  • Empresa de cogestión: Modelo alemán que surge después de la Segunda Guerra Mundial. Obreros y Capital llevan la marcha de la Empresa. Es buscar la legitimidad y un equilibrio de poder en la dirección de la Empresa. Hay varios modelos de cogestión de Empresa.
  • Empresa de autogestión: Modelo realizado en la antigua Yugoslavia. El capital es del Estado y la administración y producción es de los obreros.        
  • Empresa Pública: propiedad del Estado el cual la administra. Puede ser semioficial, si parte de su capital pertenece al Estado y parte a particulares y la dirección es ejercida por ambas partes.

Una vez que hemos descrito qué es una Empresa vamos a proponer cómo el obrero puede participar en la marcha de una Empresa. Este es un tercer nivel de exigencias éticas del trabajo, propio de sociedades más desarrolladas, donde los dos niveles anteriores: las condiciones físicas del trabajo y un buen salario, están suficientemente cubiertos. También en la reflexión doctrinal el derecho a la participación ha surgido muy tardíamente, sobre todo a partir de Juan XXIII en la encíclica "Mater et Magistra", nº 82, 103. También G. et S. nº 68. Posteriormente J. Pablo II ha hecho especial hincapié en este punto, como la clave para superar las deficiencias estructurales tanto del capitalismo liberal como del socialismo colectivista en "Laborem Exercens". Tanto un sistema como otro han sido incapaces de superar la alienación fundamental del hombre en el trabajo, al quedar éste sometido las exigencias duras del capital o a la despersonalización del colectivismo socialista. La participación del trabajador en la marcha de la Empresa, no sólo el área del trabajo en sí, sino también en la marcha de la economía de le Empresa, como es: reinversión, ampliación de capital, exportaciones, mejoras, racionalización del trabajo, automatización de las fases de producción, etc. Todo esto supone una movilización de lo más profundamente humano que hay en el trabajador: su inteligencia y creatividad puesta al servicio de la buena marcha de la Empresa. Lo que se pretende con esta participación del trabajador en la Empresa es que no se reduzca a desarrollar una tarea mecánica y repetitiva, sin que su opinión cuente a la hora de decidir qué planes concretos tiene la Empresa.

Son muchas las dificultades que se aducen en cualquier forma de participación. Citaremos solamente tres:

  • Que el trabajador, habitualmente, no tiene elementos de juicio para participar seriamente en los procesos complicados de tomas de decisión de la Empresa. La verdad es que, normalmente, muchos de los trabajadores tienen más conocimiento y elementos de juicio que lo que normalmente se cree, incluso más conocimiento que aquellos a quienes la ley reconoce el derecho a esa participación (como son los propietarios del capital). Y esto porque llevan trabajando en la Empresa competentemente muchos años y saben muy de cerca su exacto funcionamiento.
  • Que la decisión en la marcha de la Empresa debe de ser unitaria si quiere ser eficaz. Y esto es cierto. Pero el proceso a través del cual se prepara la decisión, en cambio, debe enriquecerse con las aportaciones del mayor número posible de los sectores que componen la Empresa y no sólo por la sección Financiera y Administrativa.
  • La más importante: se afirma, que al obrero no le interesa participar, ni hacerse responsable de la marcha de la Empresa. También puede haber razón en esto, y de hecho es el mayor obstáculo que tiene este principio de la participación del obrero en la marcha de la Empresa. ¿Pero no merece la pena afrontar este desafío fomentando e informando al obrero de los beneficios que le otorga la participación en la Empresa?

 

4.2.5. EL SENTIDO PROFUNDO DEL TRABAJO HUMANO

Apoyándose en la teología del primer capítulo del Génesis, el trabajo se presenta como un mandato divino por el que el hombre se asocia a la misma actuación de Dios: "Creced y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla", Gen. l,28. Esta palabra: "sometedla", es clave para entender el trabajo en la perspectiva de lo que espera Dios de la criatura humana en cuanto a la perfección de la obra de la creación. El trabajo, en el plan primero de Dios es "colaboración", con Dios, en la obra de la creación; someter es dominar; dominar es perfeccionar, y esto es lo que ha hecho el hombre en las diversas etapas de su existencia, (ver la historia de las diversas culturas y civilizaciones que se han dado en la historia del género humano). Y de hecho hoy día vemos cómo realmente la persona humana ha colaborado tan eficazmente con Dios en la obra de la Creación. Toda esta obra la realiza la persona humana desde su vocación más profunda: la de ser imagen y semejanza de Dios, colaborando con Él en la obra de la Creación.

Esta teología recibe un fuerte impulso a partir del Conc. Vat. II.  Sacr. Conc. nº 127. G. et S. nº 26. L.G. nº 41. Y como hemos explicado anteriormente el trabajo bendecido por Dios como lo indica la encíclica "Laborem Exercens”.



    [1] Cfr.-  "Praxis Cristiana".  Tomo III. Camacho, Rincón, Higuera. Edic. Paulinas. Pgs: 260 - 276.





Damos gracias a Dios por la vida del P. Ignacio Garro, SJ † quien, como parte del blog, participó con mucho entusiasmo en este servicio pastoral, seguiremos publicando los materiales que nos compartió.


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