P. Ignacio Garro, jesuita †
4. EL TRABAJO [1]
El trabajo es una de
las actividades principales de la persona humana. En último término, esta
actividad, como otra cualquiera de un ser contingente, es el despliegue de su
ser humano es decir, ser persona. Todos los seres realizan algún tipo de
actividad según su grado de perfección y de ser. La persona humana posee en sí
una actividad propia consciente, con inteligencia y voluntad, la realiza en
libertad y creatividad propia. En tres notas se pueden resumir la naturaleza
del trabajo
a. Es un despliegue o proyección que procede del ser humano
b. Envuelve una actuación o una perfección de su personalidad
c. Significa una real o eventual perfección de sí mismo o del mundo que le
rodea.
Vamos a estudiar el tema
del trabajo como actividad productiva en la que la persona humana realiza su
misión de colaborador con Dios en la obra de la creación. Nuestro objetivo al
estudiar este tema consiste en:
- Considerar hoy día el trabajo como un bien muy fundamental y ello por
varias razones. Porque con el trabajo la persona humana contribuye al
desarrollo como persona, en el ámbito personal o familiar. Porque con el
trabajo se contribuye al bien de la sociedad y al desarrollo de los pueblos.
- Hoy día casi todas las Constituciones del Estado moderno consideran que
todo ciudadano mayor de edad tiene el derecho a tener un trabajo como algo
fundamental en el desarrollo de su vida. Una sociedad de personas humanas en la
que no hay trabajo para todos se distorsiona seriamente el desarrollo de la
persona, el bien de la familia y el desarrollo y progreso de la sociedad. Hoy
día tener un puesto de trabajo es lo mínimo que se puede pedir, y sin embargo
tener un trabajo estable, bien remunerado, es un bien muy escaso; muchas personas
no tienen trabajo y esto es una verdadera tragedia para la persona humana y
para la sociedad. El derecho a tener un trabajo bien remunerado en el que se
permita vivir a la persona humana con dignidad y con capacidad de alimentar a
su propia familia, está exigido por la misma dignidad de la persona humana.
- Descubrir el sentido del trabajo productivo como una forma de actividad
humana.
- Profundizar en el sentido humano y cristiano del trabajo y en las
exigencias derivadas de ahí.
- Comprender las consecuencias que se siguen de la crisis actual para el
trabajo y en la sociedad del futuro.
Para esto
desarrollaremos el tema en dos puntos:
- El trabajo en la sociedad industrial
- La doctrina de la Iglesia sobre el trabajo
4.1. EL TRABAJO EN LA SOCIEDAD INDUSTRIAL
El trabajo en la
sociedad industrial vino a sustituir históricamente a los antiguos oficios
artesanales. Para comprender la novedad del trabajo artesanal detengámonos un
momento en describir lo que eran los oficios en la época preindustrial.
4.1.1. EL OFICIO ARTESANAL
La primera
característica de la labor artesanal es que en ella la herramienta de trabajo
es utilizada directamente por la fuerza humana. En el trabajo industrial la
fuente de energía cambia: el trabajador utiliza una energía que es exterior a
él, y que él sólo tiene que controlar o dirigir por medio de sistemas mecánicos
o eléctricos, o electrónicos. Pero quizá el rasgo más propio del oficio es que
éste solía designar una habilidad completa, mediante la cual la persona se
afirmaba como autor total de una obra. Lo que salía de sus manos era realmente
su "obra". En la vida social el "oficio" era fuente de
identidad y vía de realización personal. El artesano iba perfeccionando su
habilidad, así como los instrumentos empleados. La revolución industrial va a
provocar cambios en todo este sistema de producción y la labor manual del
trabajador.
4.1.2. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
La relación entre
capital y trabajo cambia. La revolución tecnológica supone un incremento espectacular
en la productividad del trabajo, gracias al empleo no sólo de nuevas fuentes de
energía (máquina de vapor, electricidad, etc.), sino también a la mecanización
creciente incorporada a la productividad. Pero este progreso en la eficacia del
trabajo tiene un precio: la división en partes del trabajo, es decir, la
"especialización", en la que el obrero realiza sólo una parte del
total del trabajo, ya que este se realiza en cadena, es decir, en serie; él
simplemente colabora en una fase de producción (con su especialización). Por
eso nunca llega a sentirse "autor" de un producto industrial ya
terminado que sale a la venta del público. El obrero, a lo máximo, puede
afirmar que él ha colaborado en la cadena de producción, pero él no es el autor
de ese producto. Todo esto origina que en la sociedad industrial el obrero, sea
una parte más de la cadena de producción, es verdad que es persona, no máquina,
pero es una "parte" más. Así el obrero ha perdido la vinculación
directa y satisfactoria que tenía el artesano con la realización completa de
sus obras. El obrero recibe como recompensa de su trabajo en la cadena de
producción un "salario"[2].
Además, en el
sistema capitalista, el trabajo se reduce a una mercancía más. Una
"mercancía" es un objeto que puede ser vendido, un objeto cuya razón
de ser es la posibilidad de ser vendido. De él no interesa su cualidad, sino su
dimensión cuantitativa, es decir, su "precio". Dicho de otra manera:
interesa, más que el "valor de su uso", (utilidad real de una cosa),
su "valor de cambio" (la posibilidad de ser vendido en el mercado).
El trabajo como mercancía queda reducido a un objeto de intercambio mercantil,
algo que se vende a cambio de un precio. Lo que el obrero vende al capitalista
no es el producto de su trabajo, sino su capacidad de trabajar: el producto
pertenece, por principio, al que le contrata (al capitalista).
4.1.3. CARACTERÍSTICAS DEL TRABAJO INDUSTRIAL
A la luz de lo que acabamos de describir, podemos caracterizar al trabajo industrial con los siguientes rasgos: es un trabajo que se realiza:
- Por cuenta ajena: en la medida en que el obrero carece de medios para
producir eficazmente su producto, tiene que recurrir a quien posee los medios y
ponerse a su servicio, por medio de un salario.
- Dependiente de la máquina: si en algún sentido la máquina libera al
hombre, sobre todo del esfuerzo físico, también le impone, la máquina, su ritmo
de trabajo, y le obliga a que se someta a sus reglas de funcionamiento, con lo
cual el obrero depende de la máquina.
- Colectivo ( o en cadena), no hay obra personal, sino que el trabajo del
obrero es el resultado final de muchas aportaciones en serie, o en cadena, de
otros obreros. El producto final del trabajo no es obra de uno solo, sino de
muchos.
- Rutinario: es un trabajo, por lo general, carente de creatividad, ya que
se limita a la repetición de una secuencia que siempre suele ser la misma.
- Fuertemente especializado: cada eslabón de la cadena de producción
realiza una tarea concreta, según la programación del trabajo, así cada obrero
se especializa de una parte del trabajo total, pero ninguno domina todas las
fases. El obrero es especialista en una parte del trabajo, no sabe más de otras
tareas.
- Puntual: en el marco de una cadena de producción y sin ningún control
sobre el producto final. Esto significa que su trabajo personal, se diluye por
completo, su responsabilidad se limita a su trabajo especializado en concreto,
ignora todo lo que ocurre en el proceso total.[3]
Esta forma tan
peculiar de actividad es lo que llamamos modernamente "trabajo", pero
este concepto que emplea la sociedad industrial es enormemente restringido.
Cabría sintetizarlo diciendo que es una "actividad productiva remunerada". Cualquier otra forma de
actividad, aunque sea útil a la persona o a la sociedad, no es considerada como
trabajo.
4.1.4. EL TRABAJO EN LA SOCIEDAD INDUSTRIAL Y EL ESTADO DE BIENESTAR SOCIAL
De los rasgos que
acabamos de enumerar se sigue además que para la "sociedad
industrial" el trabajo es, ante todo, un "factor de producción".
Por eso, el "criterio clave" para su valorización es la productividad
económica. Pero, por esta misma razón, el trabajo tiende a ser deshumanizador,
ya que desarrolla las dimensiones menos humanas del obrero.
Sin embargo, esa forma
de actividad productiva y remunerada que llamamos "trabajo", ha
terminado siendo la pieza clave de la cultura moderna industrial. En esta vida
todos aspiramos a tener un trabajo, que esté bien remunerado y que permita vivir con holgura y felicidad. Y la
sociedad industrial, desde sus orígenes, alentó la esperanza de que,
efectivamente, todo el que quiera trabajar tendrá un puesto de trabajo. En la
primera época del capitalismo liberal, ese objetivo de pleno empleo, es decir,
la posibilidad de que haya trabajo para todos, era confiado al mercado libre
(es decir, a la ley de la oferta y de la demanda). Sin embargo, las crisis
finales del siglo pasado y comienzos de este siglo pusieron en duda en la capacidad
del sistema capitalista para dar trabajo a todo el que quisiera, en definitiva
había más trabajadores, que puestos de trabajo. Después de estas crisis fue el
Estado el encargado de encontrar trabajo para todos.
En efecto, como
vimos en el capítulo 3º 7.16 entre las competencias del Estado del Bienestar
Social, una de las más decisivas era la de crear condiciones
socio-político-económicas para que todos los ciudadanos tengan trabajo, y un
salario bien remunerado. Y durante un tiempo, este fue uno de los éxitos que obtuvo en sus experiencias en los
países de Europa Occidental. Pero esta experiencia está llegando a su fin, pues la crisis reciente de
los años 90 ha demostrado que uno de los problemas más graves que experimentan
todos los Estados del Mundo de Occidente con su diversidad de Gobiernos es la crisis
de trabajo.[4] Las
consecuencias importantes del factor trabajo las podemos resumir diciendo que
para el hombre de nuestro tiempo el trabajo como "actividad productiva
remunerada" es un constitutivo esencial de la existencia humana. El
trabajo desempeña tres funciones fundamentales:
- Ante todo es fuente de realización personal. Si la persona humana
manifiesta lo que "es" por lo que "hace", el trabajo es la
forma más fundamental del "hacer", es la forma que ocupa la parte más
extensa e importante de la vida humana.
- El trabajo, además, es instrumento de integración social. El que está
sin trabajo piensa que no tiene un sitio reconocido dentro de la sociedad, y
que ésta no le reconoce su valer personal. Por eso al obrero no le basta que le
garanticen unos ingresos sin trabajar, como ocurre en aquellos Estados en que
se les paga una pensión a los que no tienen trabajo.
- El trabajo es vía de acceso a la renta. Nuestra sociedad está organizada
de forma que el que no trabaja no puede participar de la renta producida entre
todos los ciudadanos con trabajo. Ya sabemos que la renta tiene dos canales de
distribución:
a.- El capital
b.- El trabajo
Al estar el capital
concentrado en pocas manos, la vía normal de participar del producto social no puede
ser otro que el trabajo.
Ante funciones tan
decisivas, se explica que todo ciudadano aspire a tener un trabajo bien
remunerado. Otras actividades no son capaces de sustituirlo. Es una de las
razones que probablemente explican la incorporación de la mujer al mundo del
trabajo, trabajo, por supuesto además del de su casa. En efecto, las tareas del
hogar han dejado de desempeñar en la cultura industrial las funciones que hemos
reconocido al trabajo en el sentido antes expuesto.
[1] El Trabajo (generalidades) Ver León XIII R.N. nº 32. Pablo
VI P.P. nº 27. J. Pablo II L.E. nº 4,5,68,12,16.
[2] Salario: Es la remuneración justa que debe el patrón,
dueño, o administrador del capital, al obrero que ha cumplido la tarea pactada.
Se supone que todo salario, de suyo, ha de ser justo y proporcionado, es decir,
que no se limita solamente a recompensar de una manera mínima al obrero, sino
que ha de ser un salario que sirva para cumplir todas las necesidades
personales y familiares del obrero.
[3] Veamos por ejemplo, qué ocurre en la fabricación de un automóvil.
Desde el capital necesario para instalar la fábrica, personal directivo de
administración, equipo de ingenieros y técnicos que diseñan y proyectan el tipo
de automóvil que quieren lanzar al mercado, los diversos tipos de obreros
especializados cada uno en su tarea, en definitiva, todo el proceso en cadena o
en serie que se ha llevado a cabo para que al final se produzca un automóvil puesto a la venta del público.
Después viene todo la fase de distribución del producto, publicidad, vendedor,
representantes de la marca comercial, etc, etc. Hasta que finalmente llega al
consumidor. En todo este proceso cada uno conoce su área de trabajo pero no
domina las demás áreas, así es el trabajo industrial.
[4] En Europa en el año 1993, de una población de más de 350
millones había 15 millones de obreros sin trabajo. En Estados unidos de una
población de 260 millones, son más de 10 millones sin trabajo. Y no digamos
nada en el Tercer Mundo donde ya más del 50% de la población adulta activa está
sin trabajo. El problema más grave de finales del S.XX es la carencia de
puestos de trabajo.
Damos gracias a Dios por la vida del P. Ignacio Garro, SJ † quien, como parte del blog, participó con mucho entusiasmo en este servicio pastoral, seguiremos publicando los materiales que nos compartió.
Para acceder a las publicaciones de esta SERIE AQUÍ.
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