P. Fernando Martínez Galdeano, jesuita
Dios llama al universo entero desde la nada a su existencia actual: “Nosotros somos de la misma condición que vosotros —gritaron Bernabé y Pablo—, somos hombres que os anunciamos la buena noticia para que, de estos dioses vacíos, os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos” (Hch 14,15).
Este Dios creador es también Padre de Jesucristo: “Para nosotros no hay más que un Dios, el Padre de quien proceden todas las cosas y para quien nosotros existimos; y un Señor, Jesucristo, por quien han sido creadas todas las cosas y por quien también nosotros existimos” (I Cor 8,6); “En ella (la Palabra) estaba la vida v la vida era la luz de los hombres” (Jn 1,4). Pero con el Verbo hecho carne, en Cristo, se ha inaugurado ya una nueva creación. Si por el pecado este mundo estuvo condenado a desaparecer, por la gracia de Cristo es posible su renovación y transfiguración: “La creación vive en la esperanza de ser también ella liberada de la servidumbre de la corrupción y participar así en la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Rm 8,20-21).
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