Teología fundamental. 39. El Credo. El Protestantismo


P. Ignacio Garro, jesuita †

5. EL CREDO

Continuación


5.19. EL PROTESTANTISMO 

En el término protestantismo se engloban una serie de sectas, que tuvieron su punto de partida con Martín Lutero de Alemania en 1517. Comenzó Lutero por negar las indulgencias, luego la autoridad del Papa, y por último terminó cayendo en toda clase de errores. 

Lutero asentó dos errores fundamentales, origen de muchos otros: 

a) El libre examen, o derecho de interpretar cada cual a su antojo la Escritura. 

b) La inutilidad de las buenas obras, afirmando que sólo la fe salva y llegando a decir: "peca cuanto quieras, con tal de que creas". 


Siguieron estos principios y protestaron también contra la autoridad de la Iglesia: en Suiza, Zuinglio y un poco más tarde Calvino; y en Inglaterra, Enrique VIII. Por eso se llamaron protestantes. 

Las principales causas por las cuales se propagó el protestantismo son: 

a) El apoyo que encontró en ciertos soberanos temporales, a quienes supo halagar Lutero, sometiendo la Religión a su dominio, prometiéndoles la usurpación de los bienes temporales que las comunidades religiosas tenían en sus territorios. 

b) La ignorancia religiosa muy general en esa época, que fue causa de que el pueblo se dejara engañar. 

c) El Protestantismo favorece las pasiones humanas; por ejemplo, enseñando la inutilidad de las obras, negando el infierno, combatiendo la confesión, permitiendo el divorcio, etc. 

El protestantismo no es la Iglesia de Jesucristo, porque no tiene las notas de la verdadera Iglesia, y por los graves errores y contradicciones que encierra. 

No tiene las notas de la verdadera Iglesia:


1°. No es uno: 

a) Ni el dogma, porque está formado por multitud de sectas, que profesan distintas doctrinas. Ni puede tener unidad, pues en virtud del libre examen cada cual puede creer lo que le parezca. 

b) Ni en el gobierno, pues sus sectas son independientes unas de otras, y no reconocen un jefe supremo. 

c) Ni el culto, pues no están de acuerdo ni siquiera respecto al número de sacramentos, y casi todas rechazan la Eucaristía y el Sacerdocio. 

Sólo en los Estados Unidos hay más de quinientas sectas con credos diversos; y otro tanto pudiera decirse del resto del mundo. Y cuando se han reunido en congresos para ponerse de acuerdo siquiera en algunos dogmas fundamentales no han logrado conseguirlo. En realidad, puede decirse que las sectas protestantes no tienen de común sino al nombre. 

Muchos protestantes han llegado hoy día hasta negar la divinidad de Cristo, y marchan rápidamente hacia el racionalismo y la incredulidad. 


2°. No es Santo: 

a) Ni sus fundadores, que tuvieron gravísimas faltas morales. 

b) Ni en su doctrina, porque si el principio del libre examen, destruye la unidad, el principio de la inutilidad de la buenas obras destruye de raíz la santidad. 

c) Ni en sus miembros, pues no se da entre ellos los milagros el heroísmo de la santidad. 


El protestantismo tiene también el gravísimo error de negar la libertad humana, con lo que desaparecen las nociones fundamentales de responsabilidad y de mérito.

Además rechaza los más poderosos medios de santidad que tiene la Iglesia, como la confesión, la Eucaristía, el ayuno, la devoción a María Santísima y a los santos, las sagradas imágenes, el celibato eclesiástico y el estado religioso. 


3°. No es católico o universal: 

a) No puede ser católico porque no tiene unidad. En efecto, sus diversas sectas se excluyen mutuamente, y donde está una no pueden estar las demás; por eso ninguna puede ser universal. 

b) De hecho, muchas sectas permanecen inseparablemente relacionadas con el país que las vio nacer. Así el luteranismo es propio de Alemania, el anglicanismo de Inglaterra, el calvinismo de Suiza, etc. 

En realidad ninguna secta protestante, ni siquiera todas ellas reunidas tienen la expansión suficiente para llamarse religión universal o católica.


4°. No es apostólico porque sus jefes no son los sucesores de Pedro y los Apóstoles, sino que se alejaron por completo de ellos. 

El actual Romano Pontífice como todos los anteriores es el sucesor directo de San Pedro; entre los dos no ha habido interrupción, como tampoco la ha habido entre los Apóstoles y sus sucesores, los Obispos. Por el contrario ni Lutero, ni Calvino, ni Enrique VIII son los sucesores de los Apóstoles. Con excepción de la secta Anglicana, los protestantes han rechazado rotundamente el sacramento del orden, y es probable que los Anglicanos hayan perdido de hecho la realidad del Orden como sacramento: ver la carta Apostolicae Curae, de S.S. León XIII, 13-IX-1896; Dz. 1963-1966.



 Damos gracias a Dios por la vida del P. Ignacio Garro, S.J. quien nos brindó toda su colaboración. Seguiremos publicando los materiales que nos compartió para dicho fin.


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