PENTECOSTÉS

 



Ven, espíritu de Dios

Espíritu de sabiduría: ven, espíritu de Dios

Ayúdanos a construir la paz, ven, espíritu de Dios.

Sé la fuerza para caminar cada día: ven, espíritu de Dios

Consuélanos en los días malos: ven, espíritu de Dios.

Sé el maestro que nos enseñe la bondad: ven, espíritu de Dios.

Pon en nuestro interior una semilla de alegría: ven, espíritu de Dios.

Tú, que traes la risa, el buen humor y los juegos compartidos: ven, espíritu de Dios.



Luz

No nos llamas

a iluminar las sombras

con frágiles velas

protegidas de los vientos

con la palma de la mano,

ni a ser puros espejos

que reflejan luces ajenas,

cotizadas estrellas

dependientes de otros soles,

que como amos de la noche

hacen brillar las superficies

con reflejos pasajeros

a su antojo.


Tú nos ofreces

ser luz desde dentro, (Mt 5, 14)

cuerpos encendidos

con tu fuego inextinguible

en la médula del hueso, (Jr 20, 9)

zarzas ardientes

en las soledades del desierto

que buscan el futuro, (Ex 3,2)

rescoldo de hogar

que congrega a los amigos

compartiendo pan y peces, (Jn 21, 9)

o relámpago profético

que raje la noche

tan dueña de la muerte.


Tú nos ofreces

ser luz del pueblo, (Is 42, 6)

hogueras de Pentecostés

en la persistente combustión

de nuestros días

encendidos por tu Espíritu,

ser lumbre en ti,

que eres la luz,

fundido inseparablemente

nuestro fuego con tu fuego. .


(Benjamn G. Buelta, SJ)

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