Comentario del Papa Francisco a la intención del mes
109. […] La economía asume todo desarrollo tecnológico en función del rédito, sin prestar atención a eventuales consecuencias negativas para el ser humano. Las finanzas ahogan a la economía real.
No se aprendieron las lecciones de la crisis financiera mundial y con mucha lentitud se aprenden las lecciones del deterioro ambiental. En algunos círculos se sostiene que la economía actual y la tecnología resolverán todos los problemas ambientales, del mismo modo que se afirma, con lenguajes no académicos, que los problemas del hambre y la miseria en el mundo simplemente se resolverán con el crecimiento del mercado. No es una cuestión de teorías económicas, que quizás nadie se atreve hoy a defender, sino de su instalación en el desarrollo fáctico de la economía.
Quienes no lo afirman con palabras lo sostienen con los hechos, cuando no parece preocuparles una justa dimensión de la producción, una mejor distribución de la riqueza, un cuidado responsable del ambiente o los derechos de las generaciones futuras. Con sus comportamientos expresan que el objetivo de maximizar los beneficios es suficiente. Pero el mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social[89]. Mientras tanto, tenemos un «super desarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora»[90], y no se elaboran con suficiente celeridad instituciones económicas y cauces sociales que permitan a los más pobres acceder de manera regular a los recursos básicos.
No se termina de advertir cuáles son las raíces más profundas de los actuales desajustes, que tienen que ver con la orientación, los fines, el sentido y el contexto social del crecimiento tecnológico y económico.
189. La política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana. La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que sólo podrá generar nuevas crisis después de una larga, costosa y aparente curación. La crisis financiera de 2007-2008 era la ocasión para el desarrollo de una nueva economía más atenta a los principios éticos y para una nueva regulación de la actividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia. Pero no hubo una reacción que llevara a repensar los criterios obsoletos que siguen rigiendo al mundo. La producción no es siempre racional, y suele estar atada a variables económicas que fijan a los productos un valor que no coincide con su valor real. Eso lleva muchas veces a una sobreproducción de algunas mercancías, con un impacto ambiental innecesario, que al mismo tiempo perjudica a muchas economías regionales [133]. La burbuja financiera también suele ser una burbuja productiva. En definitiva, lo que no se afronta con energía es el problema de la economía real, la que hace posible que se diversifique y mejore la producción, que las empresas funcionen adecuadamente, que las pequeñas y medianas empresas se desarrollen y creen empleo.
CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI - FRANCISCO - 24 DE MAYO DE 2015
Ver el texto completo:
http://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html
PARA MEDITAR: HUMANOS
Riqueza genuina y trabajo transformador
El trabajo es una fuerza transformadora y creadora. A través del trabajo cada persona tiene la oportunidad de colocar su energía creativa y transformadora al servicio de la mejora sus ambientes y así del mundo (cfr. Gn 1, 28). Esa fuerza creadora es fuente de riqueza que aprovecha a sí mismo (sustento) y a otros, repitiéndose el círculo virtuoso de trabajo – energía transformadora – creación de riqueza.
Sin embargo, cuando el centro de esta dinámica deja de ser el trabajo que protagoniza una persona y su lugar lo ocupa el dinero comienza a gestarse un círculo vicioso en el que se pierde el central: la persona y el trabajo transformador. Lo importante no es el valor “de mercado” medido en dinero que las cosas tienen sino la persona que con su trabajo protagoniza la transformación y la mejora del mundo. La generación de riqueza que produce el trabajo transformador es un resultado deseable en el mundo, lo perverso es la acumulación de esa riqueza en manos de unos pocos.
Y el colmo se da cuando el dinero se transforma en un generador de valor: tener dinero genera más dinero, comprando y vendiendo monedas reales o digitales, dando a préstamo; porque ya no importa si hay personas o hay trabajo, sólo importa el dinero que se gana con el dinero y no con la energía del trabajo de la persona.
Lo único que puede garantizar el desarrollo integral de las personas es que ellas tengan acceso a un trabajo transformador, que ese trabajo pida su fuerza creativa, generando riqueza para sí mismo y para otros. Así la economía se apoya en las personas y el trabajo, capitaliza sus talentos, estimula desafíos, transforma el mundo, y ayuda a crecer. La política debe estar al servicio de este circuito generando ambientes económicos sanos de crecimiento para las personas. Se trata de la única opción válida, y no de una opción más, sino como humanidad estaremos hipotecando nuestro futuro.
Te invitamos a que este mes acompañemos con la oración y el servicio al Papa Francisco que nos invita a mirar de cerca este desafío de una la economía real apoyada en el trabajo transformador protagonizado por las personas. Pequeñas actitudes cotidianas, aunque sencillas, colaboran con este pedido del Papa: pongamos en valor el trabajo de quienes tenemos cerca no por su valor económico sino porque es realizado por un hermano y por el amor puesto en él; en toda situación rescatemos el valor de la persona y no la utilidad de lo que hace o deje de hacer; seamos austeros con el uso del dinero. Y este mes “recemos para que los responsables del mundo financiero colaboren con los gobiernos, a fin de regular los mercados financieros para proteger a los ciudadanos de su peligro”.
MARÍA BETTINA RAED - DIRECTORA REGIONAL RED MUNDIAL DE ORACIÓN DEL PAPA - ARGENTINA - URUGUAY
PARA MEDITAR: HUMILDAD
La persona en el centro
Francisco pone su mirada en este mes de mayo en los responsables del mundo financiero y en su colaboración con los gobiernos, con el fin de regular el campo de las finanzas. En el trasfondo de la intención se encuentra la protección de los ciudadanos: la persona.
Leyendo someramente y sin profundizar, pudiera parecernos que la intención de este mes nos queda algo lejos a la mayoría de nosotros, que, ni somos responsables del mundo financiero, ni miembros de los gobiernos. Pero, como en todas las intenciones que mensualmente nos propone en Papa, las posibilidades concretas de acción en nuestra vida cotidiana son múltiples.
Para centrar el tema, quizá sea necesario mirar la intención de oración en clave de la persona y sus relaciones. Las personas son, en definitiva, el centro y la clave de la intención. Francisco nos habla, con frecuencia, de la economía y las finanzas como ocasión de encuentro, de diálogo, de reconocimiento de derechos y de prestación de servicios.
El desafío de este mes nos invita a reflexionar y mirar la propia vida en relación con esta temática, desde una doble perspectiva.
En primer lugar, nos llama la atención en relación con nosotros mismos y nos invita a revisar cómo es nuestra conducta (nuestras “pequeñas” corrupciones, evasiones fiscales y de impuestos…), nuestro consumo, nuestra cultura de “usar y tirar”, nuestra obediencia, a veces ciega, a la mano invisible del mercado… No somos bienes de consumo. Y Francisco nos invita, con esta intención, a relativizar el dinero y el poder, a no buscar tanto tener más, como ser más.
En segundo lugar, es también una invitación a revisar nuestras dinámicas y nuestras relaciones con los demás: ¿anteponen a la persona o a la economía y el dinero? ¿son altruistas o utilitaristas? Las elecciones cotidianas, ¿ayudan a favorecer el bien social, ofreciendo oportunidades de desarrollo a todos?
En definitiva, nuestras acciones ¿están encaminadas a no dejar a nadie atrás, a no descartar a ninguno de nuestros hermanos y hermanas? ¿Vivimos de verdad una solidaridad generosa y desinteresada, poniendo nuestros bienes al servicio de bien común?
Para poder llevar a cabo este programa es necesaria, sin duda, una profunda renovación de nuestro corazón (conversión). Pidamos, durante este mes, esta conversión personal, a la vez que oramos y nos movilizamos para que los responsables del mundo financiero y los gobiernos pongan todo su empeño en luchar contra los desequilibrios, en la condonación de la deuda de los países que más lo necesitan, en la colaboración entre entidades locales e internacionales que trabajen a favor de la erradicación de la pobreza, a ayudas a vivienda, escuela, electricidad y agua potable, y en trabajar por una vida digna para todos, desde los niños a los ancianos.
DAVID FORNIELES - COORDINADOR NACIONAL - MEJ - ESPAÑA
PARA MEDITAR: VÍNCULOS
Riqueza que genere trabajo
Algunas ideas simples de economía nos pueden ayudar a ponerle “carne” a la oración y la acción de este mes. En primer lugar, la economía de una sociedad mide y pone valor al trabajo y a los bienes que éste produce. El valor real de los bienes lo dan las personas por el uso que hacen de ellos y se mide en dinero. En segundo lugar, el valor del trabajo se mide según los bienes que produce. Así, si las personas usamos de manera desmedida los bienes, los hacemos más caros e inaccesibles para los más pobres. Por otro lado, no importa tanto quién trabaja, como en qué se trabaja y cuánto valen lo bienes que se producen. La persona, que debería ser el centro del trabajo, pasa a ser secundaria, importa lo que se hace y cuánto vale y no quién lo hace.
Un problema extra es el juego del mercado financiero, donde los protagonistas ya no son el trabajo, las cosas o los bienes, sino el valor de ellos y, más aún, no lo que valen realmente sino lo que se cree que valen. “Las finanzas ahogan la economía real” dice el Papa Francisco sobre este tema. Así, muchos trabajos, y muchos producidos de esos trabajos valen lo que las finanzas dicen que valen, y no lo que las personas dicen que valen. Es decir que están a la merced de mercados financieros volátiles e inseguros controlados por unos pocos. Mercados que generan más dinero, pero menos trabajo; más riqueza, pero menos bienes y servicios para las personas. Es allí donde la riqueza y el dinero sirven para generar más riqueza y más dinero, pero no más trabajo ni crecimiento humano. Por eso es urgente una regulación de estos mercados.
Sin embargo, debemos darnos cuenta, que nosotros, podemos influir en este circuito con nuestras decisiones. El modo en que usamos bienes y servicios, compramos y vendemos pone valor a las cosas. También nosotros, ante el trabajo de los demás, decidimos si valoramos el qué o el quién. También es nuestro consumo desmedido lo que impulsa las producciones alienantes y destructivas que solo alimentan más consumo, encarecen los bienes y los hacen inaccesibles para la mayoría. La riqueza de algunos es el trabajo no valorado de muchos.
Tenemos el deber humano y fraterno con los demás de inclinar esta balanza hacia el otro lado. Urge que despertemos, que nos demos cuenta si somos cómplices de este sistema o facilitadores de una economía sustentable. ¿Colaboramos con la cultura del descarte y el consumo desmedido? Orientemos nuestro trabajo y nuestra riqueza, poca o mucha, al servicio de generar trabajo. Que nuestro trabajo sea una oportunidad para poner en valor el trabajo de otros, no para quitarle. Tomemos en consideración que las cosas son medios y su valor real está en que son el fruto del trabajo de alguien, y no tienen valor en sí mismas, sino sólo en relación con las personas.
La verdadera riqueza es la que genera trabajo, y el verdadero trabajo es el que se valora en relación con la persona y no por lo que produce. Debemos generar riqueza que genere trabajo, y trabajo que genere valor y crecimiento para las personas y no para las cosas. Son las personas las que crecen, no las economías.
JUAN IANCHINA, LIC. EN ECONOMÍA - ARGENTINA
PARA MEDITAR: ORACIÓN
Orar da consistencia a la vida
La oración nos cambia y nos transforma operando en nosotros una renovación de mirada que nace desde el corazón. Orar es encuentro, y cuando el encuentro es verdadero, real, salimos de ella transformados. En la oración damos permiso al Señor para que tome lo nuestro y nos lo devuelva según su Él. “Cuando se reza, todo adquiere ‘espesor’. Esto es curioso en la oración, quizá empezamos en una cosa sutil, pero en la oración esa cosa adquiere espesor, adquiere peso, como si Dios tomara en sus manos y la transformase” (Papa Francisco).
Orar es un encuentro personal con el Señor en el que no nos desentendemos de nuestra realidad para que mágicamente el Señor la resuelva, sino por el contrario, entregamos lo que llevamos en el corazón para acoger lo que el Señor nos quiera dar y del modo que Él lo quiera. Por eso orar es llevar la vida propia a la oración y al salir de ella es hacer vida lo que en la oración se nos da a sentir. En este sentido, la oración da consistencia a la vida y lo que vivimos pone carne y realidad a la oración.
Así, no sólo nos encontramos con el Señor en los momentos en los que estamos a solas con Él, en el silencio y la soledad de la oración, sino en cada momento del día, en lo que nos toca vivir, pues el Señor no sólo acoge nuestra realidad en la oración, sino que nos acoge a nosotros en la realidad que vivimos, sale a nuestro encuentro allí donde estamos y en lo que hacemos. Orar es un camino continuo, es una manera de estar, un estilo de vivir, pues es estar en Él y con Él a cada momento, en la soledad de la oración, y en la rutina de trabajo donde Él nos espera y nos acoge. Orar es con Él, en Él para ser cada vez más como Él.
EQUIPO CLICK TO PRAY - ESPAÑOL
Actitudes del mes para encarnar en nuestra vida
Las intenciones de oración del Papa nacen de la compasión por el mundo y, por lo tanto, expresan desafíos para la humanidad y para la misión de la Iglesia. Cuando Francisco nos confía sus intenciones de oración, nos ayuda a acercarnos al corazón de Cristo, a contemplar el mundo con sus propios ojos: «El corazón de Cristo es tan grande que desea acogernos a todos en la revolución de la ternura. La cercanía al Corazón del Señor insta a nuestro corazón a acercarse a nuestro hermano con amor, y nos ayuda a entrar en esta compasión por el mundo» Francisco.
Cada intención puede ser desplegada en actitudes concretas que ayudan a encarnarla en la propia vida. Estas actitudes constituyen “una bajada” a la vida concreta y por tanto orientan el diseño de contenidos en los diversos proyectos de la RMOP, las instancias de formación, oración y actividades apostólicas en las comunidades cuyo tema sea la intención de oración mensual. Las actitudes orientan el modo de concretar en la propia vida, la intención de oración.
La actitud que aparece en el centro es la actitud global mensual, la cual es desplegada en actitudes concretas a trabajar durante el mes.
REVISTA DIGITAL - RED MUNDIAL DE ORACIÓN DEL PAPA - MAYO 2021 - N°55
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