P. Fernando Martínez Galdeano, S.J.
Jesús fue un judío piadoso. Sus padres le habían enseñado a orar desde su niñez. Y en aquella época, el libro de los salmos era el repertorio oficial de las oraciones judías. Durante su vida pública Jesús participó en las grandes fiestas que se celebraban sobre todo en el templo. La liturgia recurría al salterio como expresión orante de la fe.
En los evangelios son muy numerosas las referencias y citas a los salmos (aproximadamente unas ochenta). Y en el Nuevo Testamento superan las doscientas. ¿Cómo se explica esta relación tan frecuente de las primeras comunidades cristianas con los salmos del Antiguo Testamento?
Aquellas primerizas comunidades partían de la certeza fundamental en la resurrección de Jesús. Fue la resurrección la que llevó a comprender quién era Jesús.Y así recordaron sus palabras, sus acciones y particularmente el hecho de su muerte tan penosa e ignominiosa. En Jesucristo se había producido una intervención decisiva de Yahvéh, se había dado “cumplimiento” a las palabras de las escrituras: “Hasta entonces no habían entendido lo que dicen las escrituras, que tenía que resucitar de entre los muertos” (Jn 20,9) Y esta otra cita tan conocida: “Nosotros os damos la buena noticia, que la promesa que Dios hizo a nuestros padres nos la ha cumplido a nosotros resucitando a Jesús. Así estaba escrito en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy.” (Hch 13,13-32)
Para los discípulos de Jesús, la escritura del Antiguo Testamento seguía siendo la palabra de Yahvéh . En consecuencia, para ellos, aquella escritura no podía ser interpretada más que como el anuncio y la promesa; y Jesús, el Señor, el cumplimiento, la plenitud, el esperado desde siglos. Una luz les llevaba a manifestar así la relación que guardan los textos antiguos con el misterio de Cristo. Es una luz nueva.
En esta iluminación del Antiguo Testamento desde la fe pascual en Jesús resucitado se recurre de forma primordial a los salmos. Estos fueron utilizados para profundizar y expresar el sentido salvífico de la muerte y resurrección del Señor Jesús.
La fortaleza de Dios le preserva de una muerte que aniquila, y le resucita de entre los muertos. El salmo 16 (17) [ “no dejarás a tu amigo conocer la fosa” (v.10)] es citado en Hch 2,24 y 13,35. La alusión en Hch 4,11 se inspira en el salmo 117 (118) [ “la piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular” (v.22)] En la oración de la primera comunidad (Hch 4,24-28) se señala el comienzo del salmo 2: “se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías” (v. 1-2). En los relatos santos de la pasión aparecen más de veinte referencías a los salmos. En el violento episodio del templo (Jn 2,17) se alude al salmo 68 (69) [ “la pasión por tu casa me devorará” (v. 10)]; en los relatos del bautismo, tentaciones y transfiguración se recogen textos de los salmos. (Más adelante, en el insistente apartado “textos para leer y orar”, el lector podrá encontrar una lista de las referencias más destacadas e importantes a los salmos en el Nuevo Testamento.)
Dicho todo ésto, observamos que después de Pentecostés, los discípulos de Jesús continuaron formando parte en el culto del templo. Y aquellos que residían fuera de Jerusalén participaban de las reuniones en las sinagogas. Unos y otros recitaban y cantaban los salmos. Esta fórmula litúrgica es celebrada en las reuniones eucarísticas, si bien mezclada con oraciones e himnos cristianos, pues el cántico de los salmos cobraba nueva vida a la luz del resucitado. Y no pocas oraciones de la iglesia primitiva se inspiraron también en los salmos. El Jesucristo viviente y exaltado a la derecha del Padre había transfigurado el contenido de los mismos salmos y éstos en labios de los cristianos expresaban los sentimientos y deseos de su total y plena liberación.
A lo largo de la Edad Media son la liturgia y la tradición monástica los factores decisivos en favor de la veneración y perpetuación de los salmos en la Iglesia universal. A partir del siglo XVI y con ayuda de la imprenta, los salmos son popularizados y traducidos a las lenguas nacionales. Son considerados como la oración oficial de la Iglesia y, por ello, forman parte de “la liturgia de las horas” que se tiene a diario en las catedrales y en los monasterios de vida contemplativa. Y los sacerdotes la leen a diario como oración personal. También lo hacen muchas religiosas.
¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO? (...)
TODOS LOS QUE ME VEN,
DE MÍ SE MOFAN,
TUERCEN LOS LABIOS,
MENEAN LA CABEZA:
SE CONFIÓ A YAHVÉH,
¡PUES QUE ÉL LE LIBRE,
QUE LE SALVE, PUESTO QUE LE AMA! (...)
ME OBSERVAN Y ME MIRAN,
REPÁRTENSE ENTRE SÍ MIS VESTIDURAS
Y SE SORTEAN MI TÚNICA.
(Salmo 21 2.8.9.19)
ATENTOS, PUES, A LA MANERA QUE TENÉIS
DE COMPORTAROS, QUE NO ES COSA DE NECIOS,
SINO DE INTELIGENTES. Y APROVECHAD CUALQUIER
OPORTUNIDAD, PUES CORREN TIEMPOS MALOS.
NO SEÁIS IRREFLEXIVOS; TRATAD, MÁS BIEN, DE
DESCUBRIR CUÁL ES LA VOLUNTAD DE DIOS. NI OS
EMBORRACHÉIS, SI NO QUERÉIS DAR EN EL LIBERTINAJE;
LLENAOS, POR EL CONTRARIO, DEL ESPÍRITU,
Y RECITAD ENTRE VOSOTROS SALMOS, HIMNOS Y
CÁNTICOS INSPIRADOS. CANTAD Y TOCAD PARA EL
SEÑOR DESDE LO HONDO DEL CORAZÓN, DANDO
GRACIAS SIEMPRE Y POR TODO A DIOS PADRE EN EL
NOMBRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
(Ef 5.15-20)
LITURGIA DE LAS HORAS
Parece ser que hasta ya avanzado el siglo II, los salmos son leídos en las asambleas cristianas como los demás libros del A.T., como anuncio profético de Cristo. Luego, los santos Padres ven en ellos la prefiguración de Cristo y una referencia clara a su cruz gloriosa. Y se impone entre ellos el criterio siguiente: Cuando el salmo es manifestación de una persona, a los Padres les atrae la idea de que Cristo es quien eleva su plegaria; si el salmo se abre al clamor del pueblo de la alianza, en los Pádre's resuena la voz de la Iglesia en oración. En el siglo V, san Agustín resume en una frase su visión acerca de los salmos: "Son voz del Cristo total, cuerpo y cabeza"
Desde el siglo IV, ante las conversiones masivas, los obispos favorecen el canto de los salmos en las celebraciones litúrgicas. Por otra parte, se fundan los primeros monasterios, cuyos miembros recitan el salterio como su oración personal. Siguiendo y potenciando esta antigua tradición, las órdenes monásticas contemplativas procedieron a recitar y cantar los salmos en común como una función esencial vinculada a la Iglesia universal que en Cristo, su cabeza, ora al Padre. "El Oficio Divino" viene a ser así la oración oficial de la Iglesia, la oración de la Iglesia como el cuerpo místico de Cristo. En su celebración se sigue el discurrir de las horas del día. Por eso recibe hoy en día el nombre de "liturgia de las horas".
La palabra "liturgia" subraya que el mismo Cristo nos acompaña como salvador en esta oración eclesial. Es como un rito espiritual que nos une a Cristo orante: "Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18,20). La oración de la mañana recibe el nombre de "Laudes" y la de la tarde el de "Vísperas'.' Son el quicio sobre el que gira el trabajo cotidiano, su comienzo y su término. Hay además, un tiempo de lectura espiritual ("Oficio de Lectura'')-y una oración al acostarse ("Completas").Y para antes ("Hora Sexta") o después ("Hora Nona") de la comida del mediodía. Y con el fin de facilitar la adaptación a los diversos ritmos de vida, se añade también una oración más temprana, la hora de "Tertia" (hacia las 9 a.m.) El sacerdote que recita a diario el oficio divino puede elegir una entre estas tres según mejor le vaya con su trabajo y dedicación pastorales.
SEÑOR, TÚ ME SONDEAS Y ME CONOCES;
ME CONOCES CUANDO ME SIENTO O ME LEVANTO;
DE LEJOS PENETRAS MIS PENSAMIENTOS;
DISTINGUES MI CAMINO Y MI DESCANSO,
TODAS MIS SENDAS TE SON FAMILIARES.
AÚN NO HA LLEGADO LA PALABRA A MI BOCA
Y TÚ, SEÑOR, YA LA CONOCES.
ME RODEAS POR TODAS PARTES,
TU PALMA CUBRE MI VIDA.
TANTO SABER ME SOBREPASA,
ES TAN ALTO QUE QUEDA FUERA DE MI ALCANCE.
¿A DÓNDE PODRÍA IR LEJOS DE TU ESPÍRITU?
¿A DÓNDE PODRÍA ESCAPAR
LEJOS DE TU PRESENCIA?
SI ESCALO EL CIELO, ALLÍ ESTÁS TÚ;
SI DESCIENDO A LO PROFUNDO
DE LA TIERRA ALLÍ TE ENCUENTRO;
SI LEVANTARA EL VUELO
HACIA EL ORIENTE,
O EMIGRARA HASTA LOS LÍMITES
DEL MAR DEL OCCIDENTE,
AUN ALLÍ ME ALCANZARÍA TU MANO,
¡TU DERECHA ME AGARRARÍA!
SI PENSARA QUE AL MENOS
LA TINIEBLA PODRÍA CUBRIRME,
DE TAL FORMA QUE SE CONVIRTIERA EN NOCHE
LA LUZ QUE ME RODEA,
NI SIQUIERA ENTONCES LA TINIEBLA
SERÍA OSCURA PARA TI,
Y SERÍA LA NOCHE TAN CLARA COMO EL DÍA.
TÚ HAS CREADO MI SER MÁS ÍNTIMO,
ME HAS TEJIDO EN EL SENO MATERNO.
TE DOY GRACIAS PORQUE ME HAS ESCOGIDO
DE FORMA MARAVILLOSA,
PORQUE TU OBRA ES ADMIRABLE;
CONOCES HASTA EL FONDO DE MI ALMA,
¡HASTA MIS HUESOS TE SON CONOCIDOS!
CONOCES HASTA EL FONDO DE MI ALMA,
¡HASTA MIS HUESOS TE SON CONOCIDOS!
CUANDO, EN LO OCULTO,
ME IBA FORMANDO
Y ENTRETEJIENDO
EN LO PROFUNDO DE LA TIERRA,
TUS OJOS VEÍAN MI VIDA,
Y TODA ELLA SE ESCRIBÍA EN TU LIBRO;
SEÑALADOS ESTABAN MIS DÍAS
ANTES QUE LLEGASE EL PRIMERO.
SEÑALADOS ESTABAN MIS DÍAS
ANTES QUE LLEGASE EL PRIMERO.
¡QUÉ MISTERIOSOS ENCUENTRO TUS DESIGNIOS,
DIOS MÍO, QUÉ INMENSO ES TODO LO TUYO! (...)
SEÑOR, NO DEJES DE SONDEARME
Y CONOCER MI CORAZÓN,
PONME A PRUEBA
Y EXAMINA MIS SENTIMIENTOS,
MIRA SI MI CAMINO SE DESVÍA,
GUÍAME POR EL CAMINO ETERNO.
LA VIOLENCIA EN LOS SALMOS
Hay salmos con los que nuestro espíritu se identifica y así podemos orar con ellos como salidos de nuestro corazón creyente. Esta sinfonía nos produce un desahogo del alma y en consecuencia un descanso en los brazos de un Dios misericordioso y compasivo. Pero también hay algunos salmos y numerosos versículos de no pocos que nos repugnan y hasta hieren nuestra sensibilidad incluso humana. De los 150 salmos del salterio, en unos 100 se habla de los enemigos y en general al hacerlo se desea que les vaya mal y además, a tales salmos les anima un espíritu vengativo.
Uno de los más chocantes dice así: "Oh Dios, rompe sus dientes en su boca,... ¡Dilúyanse como aguas que pasan, púdranse como hierba que se pisa, como limaco que marcha deshaciéndose, como aborto de mujer que no contempla el sol! ¡Antes que espinas echen, como la zarza, verde o quemada, los arrebate el torbellino! Se alegrará el justo de haber visto la venganza, sus pies bañará en la sangre del impío" [Sal 57 (58)]. Sin duda que es lo opuesto al "amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial" (Mt 5,44-45).
Por supuesto que las plegarias del salmista proceden en gran medida de su desesperanza ante su oscuridad respecto a la vida futura de los muertos. La vida verdadera era la presente, la terrenal. En ella está puesta la esperanza. Y en esta espera, el orante reclama que Dios haga justicia y que sea un Dios implacable. ¿Cómo los cristianos podemos orar con tales salmos?; ¿cómo "cristianizar" estos salmos? El ideal consistiría en vivir el amor evangélico y en practicar el perdón y la reconciliación. Sin embargo, en el trato con Dios no cabe la hipocresía.
Con frecuencia los cristianos estamos persuadidos que lo que decimos y hacemos sea lo coherente; pero en la oración personal es conveniente el manifestar nuestros sentimientos, quizás nuestro subconsciente donde se esconde el "ego"lo que duele y explota si se toca o se alude o se pisa. Allí anidan nuestros deseos los buenos y los malos y los indiferentes, los más íntimos de nuestra propia identidad. Si ésto sale en la oración ante Dios, el beneficio es inmenso, incluso como terapia psicológica. La conclusión es que los salmos encierran y proclaman las preocupaciones que acompañan al creyente que eleva su corazón a Dios con franqueza.
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Agradecemos al P. Fernando Martínez, S.J. por su colaboración.
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